Creado en: diciembre 13, 2021 a las 07:23 am.

Palabra hablada, palabra escrita, del gesto al hecho

Pese a nuestro oficio la aridez es lo natural. De ahí viajamos instintivamente a la obsesión: resguardar esa frase que nos quema o nos persigue. Desde que comencé a escribir me asaltan frases en el sueño y en la vigilia. A veces con frecuencia, otras menos. Las anoto en mis libretas y las uso en la composición de mis poemas, que sí tienen una idea como centro. A veces las dejo descansar y entonces, un día, descubro que tienen entre sí una íntima y secreta relación. Porque en lo refractario hay algo fragmentario, porque en lo fragmentario hay algo refractario. Creo en la yuxtaposición y consecutividad a un tiempo de las ideas en la imagen, y el realce que este tipo de frases, debidas a la “inspiración” puede dar al poema, como creo en la necesidad de trabajar exhaustivamente la composición, que a veces deviene como el estilo inimitable del escritor. Quizá eso sea reflejo o brillantez de lo conciente en lo inconciente, y del hecho de que siempre he concebido el poema como la puesta en escena de un conflicto, una de las formas de evitar lo nimio, una de las fuentes de la vitalidad.

El poema se forma por acumulación y descubrimiento. Atesorar, para un día impensado encontrarle una arquitectura ideal. El poema, como un mapa de una imagen interior es contención en el desbordamiento, y a veces texturas aisladas de la realidad que se unen. Entonces queda la imagen del escritor sacando provecho al parecido etimológico y fónico entre las palabras “énfasis” y “éxtasis”, probando que el poema, como dice Georg Oppen, es un asunto técnico que nos lleva a reconocer una estructura mecánica. Qué puede ser una obra, un poema, una novela sino la historia a grandes rasgos de una vida que disuelve el resto de la vida que le falta en la avidez de esas páginas. El dolor es el tiempo, el espacio, el fervor.

Me gusta escribir a mano porque así me parece que se mantiene el ritmo de mi forma de pensar.[i] Pese a toda esa manera “caprichosa” o singular de asumir el hecho pienso que la elaboración y claridad, a la hora de conformar el poema, no son términos opuestos, porque uno de sus fines como arte es el goce estético, y ambos son instrumentos que el buen artista sabe combinar y se subordinan, sin duda, a la eficacia expresiva, categoría rey en el difícil mundo de la literatura. Escribo tratando de superponer pensamiento y sentimiento: el pensamiento es una flecha, el sentimiento un círculo. O dicho en palabras de otro: “cultivar el arte es un regocijo que termina en desgarramiento”[ii], superponer acaso imaginación y memoria. “La buena escritura, según Addison, consiste en sentimientos que sean naturales, sin ser obvios.”[iii] Escribir es como cosechar. Requiere acumulación y espera, mientras una inocencia esencial propicie la autenticidad del conocimiento.

[i]Leído en el Festival de Ediciones Vigía  celebrado con motivo de su trigésimo aniversario entre el 26 y el 30 de abril.

[ii]  El poeta norteamericano Mark Strand opina lo mismo.

[iii]  Raúl Martínez.

[iv] David Hume. Sobre el estilo, UNAM, Colección Grandes Ensayos, México, 2006.

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