Creado en: abril 9, 2023 a las 05:04 am.
Aponte 211: regresó hecho millones

Por Rolando Julio Rensoli Medina
Aún las flores del jardín del círculo infantil “Blancas Margaritas”, exhibían las gotas de rocío. Era muy temprano en la mañana, apenas el sol lanzaba sus primeros rayos y su brillo estaba por llegar.
No obstante, se dieron cita en esa institución de la primera infancia, una treintena de personas comprometidas con la historia y con el futuro, convencidos de que preservar la memoria es labrar el porvenir.

En 1812, justo en la parcela contigua, la que limita con el centro educacional, estuvo la casa de vivienda de José Antonio Aponte y Ulabarra (1760-1812), en la esquina de la calle Jesús Peregrino y la entonces Calzada de Gutiérrez o de la Beneficencia, la que sería renombrada algunos años después como Belascoaín y en la República, con su denominación actual: Padre Varela.
¡Qué juego de combinaciones con la historia patria! Aponte, es el precursor de la lucha armada anticolonialista y abolicionista antiesclavista, el primero que se levantó en armas con el doble propósito de abolir la esclavitud y darle, a los habitantes de este archipiélago, la soberanía de sus destinos. Varela, en la década siguiente, también opuesto a la esclavitud y enarbolando la idea de la independencia, quedaría simbolizado con la expresión de su contemporáneo José Antonio Saco: “Fue el primero que nos enseñó en pensar primero”.
Aponte y Varela, dos criollos habaneros, uno de piel negra y otro de piel blanca, quedan enlazados en una tarja al primero, y el nombre de la calzada en que se encuentra la misma, el segundo. Así, de diversa, pero unida en esa diversidad, se tejió la nación cubana, con descendientes de sus pueblos originarios, de los colonizadores españoles, de los africanos esclavizados y de otros componentes étnicos. De esos abuelos, nacimos los cubanos y cubanas de hoy, que suscribimos, como nuestro poeta nacional Nicolás Guillén, que: “por lo pronto, el espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá “color cubano”.

La historia hace más de dos siglos
Antes de Aponte, hubo conspiraciones en Cuba, dirigidas contra la esclavitud y por la independencia. El pardo Nicolás Morales, en Bayamo, en 1795, dirigió una. El acaudalado hacendado blanco Román de la Luz, en La Habana, en 1808, otra. El maestro mazón José María Viamontes, también criollo de piel blanca y el esclavo criollo negro Farías, uniendo voluntades, también lideraron una conspiración, y hubo otras, más pequeñas y menos trascendentes, pero unas y otras, fueron locales, no rebasaron el reducido espacio de una localidad o región y ninguna, tampoco, llegó a un pronunciamiento armado, fueron descubiertas y abortadas, antes de que esa posibilidad se diera.
En las tres conspiraciones comentadas y tal vez, en las restantes que no mencionamos, hubo una característica común: criollos blancos, pardos y negros, participaron en ella, ninguna fue exclusiva de blancos, o de negros y mulatos.
En el caso de la conspiración de Román de la Luz, a diferencia de los otras, no se preconizó la abolición de la esclavitud, era una conspiración dirigida por la oligarquía criolla que, por entonces, aún no estaba radicalizada; sin embargo, en sus bases sí participaron pardos y negros libres. Tal vez, pensaron que en algún momento, el tema saldría a la superficie.
El mérito histórico de José Antonio Aponte es que, en primer lugar, fue el primer movimiento conspirativo que superó con creces el marco local y regional, llegando a ser una conspiración nacional y, en segundo lugar, fue la única hasta ese momento, que llegó al levantamiento armado.
Tal acontecimiento, fue en la década precedente a las conspiraciones de “Soles y rayos de Bolívar” y la “Legión del Águila negra”, que, por demás, no llegaron al pronunciamiento armado. Fue, dos décadas antes, de la conspiración de Carlota, en Triunvirato y del proceso de “La Escalera”, simbolizado en la figura de Plácido, el poeta patriota, y tampoco llegaron a la rebelión armada. Lo de Aponte fue también, muchos años antes de las expediciones de Narciso López, la conspiración de Vueltabajo y el levantamiento de Joaquín Agüero, acaecidos todos en la década de 1850 y que sí llegaron a las armas contra el sistema colonial.

Sin dudas, es Aponte el Precursor, con mayúscula, de la lucha por la independencia y la justicia social, 56 años antes del Grito de La Demajagua, por Carlos Manuel de Céspedes, que diera inicio a tres guerras y treinta años de contienda contra España.
El 15 de enero de 1812, con levantamientos en las haciendas Najasa, Daganal, San José, Santa Marta y Montalbán, de la región de Puerto Príncipe, comenzaría la rebelión dirigida por Aponte, siendo ejecutados, los principales líderes de la región, en la plaza de armas principeña, hoy Parque Agramonte.
Continuó la rebelión en Holguín, dirigida por Juan Nepunocemo, también ahorcado en la plaza central de la ciudad, hoy parque Calixto García. Hubo levantamientos en Bayamo y otras localidades del oriente, y en Remedios y otros sitios de la región central.
En La Habana, aconteció el 15 de marzo en los ingenios Trinidad y Peñas Altas, de la jurisdicción de la villa de Guanabacoa, fracasando una tercera en el ingenio Santa Ana, de la propia región, así como los levantamientos de los batallones de milicias del castillo de Santo Domingo de Atarés y el cuartel de Dragones, que no llegaron a sublevarse.
Fueron apresados Aponte, su lugarteniente Juan Bautista Lisundia, y otros jefes importantes como Juan Barbier, Francisco Javier Pacheco, Salvador Ternera y Clemente Chacón.
Entre el 5 y el 7 de abril se celebró el juicio sumarísimo a los insurgentes, por la Comisión Militar, al tratarse de oficiales de milicias y seguido de cerca por el capitán general Salvador Muro y Salazar, marqués de Someruelos.
Fueron ejecutados en la horca, el 9 de abril, decapitados y sus cabezas enjauladas, como trofeos de la barbarie, fueron expuestas en lugares públicos. Las de Aponte, Pacheco y Chacón, en sus propias casas de viviendas, la de Lisundia, en el ingenio Peñas Altas y la de Barbier, en el ingenio Trinidad.
Así terminaba un movimiento conspirativo de criollos negros, pardos y blancos, de distintos estamentos sociales, libres y esclavizados, que incluyó instituciones fraternales como cabildos y al menos, una logia masónica.

El acto conmemorativo
En su aniversario 211, el sencillo y emotivo acto matutino -en el sitio donde viviera el prócer y donde fuera expuesta su cabeza, en intento de escarnio-, estuvo encabezado por el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) Luis Morlote Rivas, el miembro del Buró Provincial del Partido Comunista de Cuba en La Habana Roylán Rodríguez Barban y la coordinadora de objetivos y programas del Gobierno Provincial del Poder Popular, Tatiana Viera Hernández.
Fueron acompañados, además, por la primera secretaria del Comité Municipal del Partido en Centro Habana Mai-lín Alberty Arozarena y el presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular Jorge Luis Fajardo López, así como los directores municipales de Educación y Cultura, el presidente de la sección base local de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC), integrantes de esa organización, miembros de la Comisión José Antonio Aponte de la UNEAC, educadores, artistas, intelectuales y combatientes.

Luis Morlote y Tatiana Viera, en representación del pueblo capitalino y cubano, colocaron una ofrenda floral en la base de la tarja conmemorativa. Pedro de la Hoz González, Premio Nacional de Periodismo José Martí, vicepresidente de la UNEAC y presidente de la Comisión Aponte, dirigió su discurso a rememorar los acontecimientos de hace más de dos siglos, a resaltar los valores de la figura de Aponte y el movimiento que dirigió, y reconoció el denodado trabajo de la comisión provincial de La Habana del Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial.
Simón Carlos, en dos momentos, declamó encendidos poemas que emocionaron a los presentes y sellaron ese matrimonio indestructible entre la historia, el arte y la voluntad política por la preservación de la memoria.
A 211 años de su levantamiento, y desde el propio sitio de donde partiera el hilo conspirativo, Aponte regresó hecho millones y estos representados por una treintena de ellos, aun cuando los ratos solares más potentes estaban por llegar.