Creado en: septiembre 28, 2021 a las 10:22 am.

CDR y UNEAC, juntos en el barrio

Intercambio con cederistas y miembros de la UNEAC en el capitalino barrio de El Fanguito/Foto Autor

Los CDR están cumpliendo 61 años de creados. La Uneac recién celebró sus 60. Los CDR, como célula fundamental del barrio que defiende la Revolución. La Uneac, con el fomento de la cultura, la unidad del arte y el artista para el bien común, dígase progreso humano.

Si bien existió la fracción, la simpatía mayoritaria –en el contexto en que nacieron las dos organizaciones— contribuyó a sus cometidos. Hoy, sin alterar sus esencias, el panorama es distinto. Nos engañaríamos si dijéramos lo contrario. Adversidades de todo tipo, harta conocidas, añadidas a una cruenta guerra económica e ideológica venida del exterior, resumen desaliento, cansancio, reserva.

Pero, si bien lo externo conlleva a ese estado, otros “petardos” internos –no los que dieron lugar al origen de los CDR el 28 de septiembre de 1960 en discurso de Fidel frente a multitudinaria congregación en el antiguo Palacio Presidencial— contribuyen a ese desánimo, tales como: el acomodamiento, el inmovilismo, el falso cumplimiento, el facilismo, entre otros que fraguan la desesperanza.

Recientemente el presidente Miguel Díaz-Canel visitó la barriada habanera El Fanguito y les devolvió la esperanza a sus pobladores. Ubicada en las márgenes del río Almendares y perteneciente al consejo popular El Carmelo, del capitalino municipio Plaza, se respira allí otros aires. Y habló de unidad, prioridad, alianzas, todas para lograr el bien común.

El coordinador de general de los CDR, el Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo, también se llegó a la barriada. En acto de entrega de reconocimiento de la Uneac a ese órgano, también habló de articulaciones entre ambas.

Ahora, ¿cómo accionan ambas instituciones en medio de este difícil escenario? Para hablarnos de qué sucede con la cultura y la gente en El Fanguito, nos llegamos hasta allí para conversar con el Dr. Jesús Irsula Peña, presidente de la comisión de Trabajo Cultural Comunitario y Tradiciones de la Uneac.

“Ahí la gente lo van a querer más”

“Todo el mundo ha pasado por aquí. Eso ha servido para que las personas tengan confianza en la dirección del país, siempre se les había negado, no venía nadie”. Quien así afirma es, Guillermina Borges, coordinadora de los CDR en el barrio, incorporada también al diálogo. “Hasta gente reacia y falta de fe han reaccionado positivamente con el seguimiento que las autoridades del país ejecutan actualmente”, añade.

Vicente David, del núcleo zonal, comenta: “Todo esto unido a un proyecto cultural, donde usted viene a entregar cultura, donde usted viene a realizar una serie de cosas que gustan y llegan, ahí la gente lo van a querer más”.

La gente está queriendo más en este barrio. Írsula preside allí el proyecto socio-cultural comunitario El Fanguito. Sobre un diagnóstico que visibiliza las necesidades culturales del lugar, con enfoque multidisciplinario y mancomunado entre varias instituciones administrativas y culturales en acción de desarrollo sostenible, el protagónico lo asumen los artistas, artesanos, líderes y factores del sitio.

Foto Autor

Y esa es la primera lección de esta acción comunitaria: se gestaron las ideas y gustos locales, vino de abajo y no al revés, algo que ha estado, lamentablemente, sucediendo y por lo que se pronuncia la alta dirección del país.  

“El mismo carácter de la Revolución y el socialismo, hace necesario que las instituciones bajen a la comunidad, al barrio, al CDR. Forman, todas, un equipo. No hay que inventar nada. Con las estructuras de la Revolución ya creadas, pero bajando y dando las respuestas a la comunidad, escuchándola, es suficiente. Es una práctica que se va a quedar. Con esto devolvemos la esperanza y la fe”, subraya Írsula.

Concretamente, en una de las visitas referidas de Gerardo, le comentó la necesidad de estos en el trabajo comunitario: el rescate de valores, la educación cívica, el cuidado del medioambiente; “es la organización de la familia. Debe asumir, con el mismo carácter de defensa, el de fomentar la solidaridad ciudadana, son fundamentales para el trabajo en los barrios”, dijo.

Callejones de la barriada El Fanguito donde se recuperan proyectos culturales/ Foto: Autor

Callejones de la alegría, la tradición…

Las acciones culturales están estructuradas en espacios tipificados, algunos de ellos recuperados. Las características y accidentes del terreno de este lugar –es una depresión— le atribuyen varios accesos a través de escaleras. En esos enclaves se harán callejones del arte. 

Al final de la calle 19, intercedida por la 32, hay un farallón típico de esa zona que, en sus inicios históricos eran grandes rocas de piedra caliza y que la urbanización convirtió luego en asentamiento poblacional. En esa demarcación, en una de sus costados, se observa una capilla empotrada en la roca viva.

Me cuenta Írsula que un marinero de esa cuadra, sorprendido por un temporal en pleno mar, rogó a la virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, por su salvación. De lograrla ubicaría una capilla para venerarla en el sitio referido.

Ese fue uno de los motivos que originó que llamara a este sitio el Callejón de la Alegría. Luego, otro artista de la zona pintó allí una sui géneris bandera cubana. Más tarde, un artesano, a puro martillo y cincel, modeló un busto de Martí. Luego, entonces, por todos los elementos patrióticos y de tradición decidió llamar el lugar el Callejón de la Cubanía, a inaugurarse el próximo 3 de octubre.

Busto de José Martí esculpido por artista de la plástica de la localidad/Foto: Autor

Paralelo a esta cuadra, por 32, me enseña una cantera que devino en basurero público y en la que se trabaja para convertirla en una explanada en la que se harán espectáculos. Tendrá una escalinata de acceso. Más arriba tendrá un pequeño parque natural con árboles y vegetación, propios para tertulias y lecturas. Se le llamará a ese espacio el Callejón del río Almendares.

Caminamos por las particulares entrecalles cercanas a la rivera, donde desemboca el Almendárez hacia el ancho mar. El asfalto recién estrenado percibe nuestros pasos. Algunos vecinos nos observan y saludan. Una mujer joven pregunta si somos del gobierno.

Llegamos a una amplia planicie, bien limpia y organizada, portando también su nuevo asfalto. Recuerdo este lugar años atrás, donde el fango y los charcos pululaban junto a endebles casitas. Irsula me muestra dos espacios donde hubo iguales improvisados hogares, “les dieron casas a sus miembros”, comenta.

Otro vecino acude a nuestro encuentro, es Sergio Martínez, alias “Cuquito”, líder natural del Fanguito. Nos comenta: “Se está haciendo un buen trabajo comunitario, hacía muchos años que no se realizaba. Gracias al gobierno, al Partido y la Revolución. Es algo eficaz y con sentido de pertenencia.

Llegamos a un sitio especial. Muy cerca del barrio, en las intersecciones de las calles 30, 23 y 25, existía el BRAC (Buró de Represión Anticomunista), odiosa institución de la tiranía batistiana. De allí varios patriotas cubanos vieron apagar sus vidas, lanzadas a las aguas.

En una de estas entrecalles con salida al mar, perdieron la vida, el 12 de septiembre de 1957, José Dionisio San Román Toledo y Alejandro Gonzáles Brito, lanzados a una milla de estas costas, mar afuera. Este sitio, donde inicialmente existió una tarja conmemorativa y luego un parque se llama ahora Callejón de los Mártires y fue reinaugurado el 12 de septiembre último. El diseño del parque fue realizado por un artista local.

Callejón de los Mártires/Foto: Autor

Acompañar culturalmente la transformación del barrio

“Todo esto obedece al intensivo de la política de transformación y acercamiento a las comunidades desfavorecidas en 65 barrios de La Habana. El artista Claudio Aguilera es el coordinador de la Uneac en este barrio, iniciador también de este proyecto”, expresa el líder de Trabajo Cultural Comunitario y de Tradicione de la organizaci´ón de la vanguardia artística.

“El proyecto está aún en construcción. Estamos tratando de acompañar la transformación que tiene el barrio en este momento, con un seguimiento cultural. Es inclusivo en toda su proyección, incluye a la gente y el despertar en ella esta tradición como la de la Virgen de la Caridad del Cobre, resaltar los símbolos patrios, la cohesión con artistas locales”, agrega.

Advierte el también presidente de la sección de Traducción Literaria de la Asociación de Escritores de la Uneac, que tienen identificados varias zonas con intereses diferentes desde la cultura, “no es una comunidad monolítica y eso tienes que tenerlo en cuenta también a la hora de crear un proyecto. Esto es chiquito, pero, a la vez, grande; son pequeños barrios, pequeños grupos de personas, donde hay otros líderes, otros intereses. Por eso hemos abierto en cada posible escenario un espacio”.

A la vez, me habla de esa trasformación constructiva en viviendas, algunas de ellas antiquísimas –siglo XIX—, sin recibir ninguna acción de mantenimiento, “algunas llevaban más de 57 años sin repararse. Se han realizado albores también de jardinería, asfalto, cambios en la infraestructura, mejoría en la distribución del agua a varios núcleos, entre otras”, asegura.

La juventud se proyecta

Cantera del mañana, niños y jóvenes tienen que tener un espacio y rol para la futura continuidad de esta proyección social. “Los jóvenes de El Fanguito están sedientos de participar en algo, que pase algo con ellos. Es uno de los grupos más importantes en que hay que desarrollar la fe y la esperanza. Despertar en ellos la esperanza que aquí, en este barrio, en este país, hay futuro y pueden desarrollar un proyecto de vida”.

Subraya Írsula que “tenemos que desarrollar la herencia cultural y los valores patrios ante determinados clichés. Hay que trabajar en los jóvenes el patriotismo y la conducta cívica. Tener una gente solidaria es una ganancia”.

Al respeto, Zenaida Cabrera, delegada circunscripción 56, da su punto de vista: “Necesitan de muchas actividades, sobre todo, música y deporte, lo necesitan después de tanto tiempo que llevamos en pandemia. A ellos les han gustado las actividades culturales desarrollas en la comunidad. Pienso que sería bueno en este proyecto ir incluyéndolos con mayor participación, contar con ellos”.  

Los jóvenes no están pidiendo incorporarse: a trabajar, a hacer guardia; responde, ven que se les escucha. Anoche mismo vimos como un grupo de ellos asumieron hacer guardia hasta las cinco de la mañana”, comentó también Guillermina Borges, coordinadora de los CDR.

La Uneac y los CDR, abanderados de la esperanza

 “La cultura no es apolítica, pero, no puedes politizarla tampoco. Hay que abrir la mente, estamos en el siglo XXI, con los medios de difusión que nos ayudan, pero, nos atacan también. Tenemos que jugar con todo eso. Hay que abrirse y unirnos para que todo salga bien. Creo en la continuidad al ver artistas y dirigentes de pueblo, en este empeño”.

Quien así se pronuncia es Claudio Aguilera, compositor y coordinador de la Uneac en el territorio. No hay dudas que los lazos institucionales se entrecruzan en todo este accionar. Pero no desde la verticalidad que se ha hecho característica a esos niveles. Aquí se ha ido de abajo hacia arriba y no viceversa, sobre lo cual comenta Jesús Írsula:

 “Pienso que la Uneac ha sido abanderada en el trabajo cultural comunitario. Existen en el país alrededor de 60 proyectos. Antes que se empezara esta ofensiva gubernamental y del Partido, ya los artistas, por un hecho espontáneo y de acuerdo a sus manifestaciones, empezaron sus proyectos comunitarios”.

“Siempre en estos artistas existió insatisfacciones por la incomprensión de sus proyectos, de sus necesidades, de que fueran apoyados por el estado y el partido. Esto, a partir de la nueva dinámica, ha cambiado. Lo veo como un cambio de política que se va a mantener. Por supuesto, que los CDR accionan también aquí”.

Es enfático Írsula al referir que no todo queda en arreglarle casas, pavimentar calles, satisfacer materialidad. “El componente cultural faltaba. Va ser la impronta que va a quedar. Va aquedar el Martí, la bandera, la virgen. Forman parte de la espiritualidad. Cada barrio tiene una espiritualidad del ser humano y tú tienes que alimentarla. La cultura es el vehículo idóneo para fortalecerla. Junto a ella la esperanza”.

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