Creado en: febrero 27, 2021 a las 07:47 am.

El discurso artístico-iconográfico en torno a Carlos Manuel de Céspedes

Aquel 27 de febrero de 1874 marcó profundamente la sensibilidad del país y el camino de la historia que se labraba. Una historia marcada por las ansias de libertad, por la rebeldía y la conformación de una identidad sin ataduras. Ciento cuarenta y siete años han transcurrido desde la fatídica fecha de muerte del gestor de las luchas independentistas. La nación enlutece, sin embargo, su imagen excelsa se hace cada vez más tangible en la memoria histórica.

En cuanto a la figura de Carlos Manuel de Céspedes ha existido un discurso que se sustenta en imágenes, en el arte, que es el que ha creado una imagen corpórea, gracias a quienes lo inmortalizaron dentro de la historia del arte cubano.

Daguerrotipos, dibujos, óleos, grabados y esculturas del gestor de las luchas independentistas, construyeron el discurso artístico-iconográfico en un contexto de construcción del imaginario nacional; cada una respondiendo a los imperativos de la metamorfosis histórico-política que experimentaba el país.

Independientemente de estas particularidades del contexto histórico, la iconografía cespediana en muchos de sus ejemplos clasifica como Patrimonio Cultural de la Nación, y tiene dos momentos creativos que clasifican por etapas: la colonial y la republicana.

La etapa colonial tuvo apenas representatividad en el discurso artístico, no obstante la etapa republicana fue antítesis en ello. El momento histórico que se vivía era espejo de las consecuencias en el ámbito creativo. La llegada de la República significó una transformación en toda la iconografía colonial, que respondía a las exigencias de representación de toda una hornada de patriotas, lo que fue válido tanto para la pintura como para la escultura.

El discurso artístico-iconográfico cespediano se sustenta en las primeras realizaciones del siglo XIX que sirvieron de base genealógica a la producción fecunda del siglo XX. Tanto en la pintura como en la escultura la representación de la historia a través de los grandes próceres, y dentro de ello, al gestor de las luchas Carlos Manuel de Céspedes, signaron la conformación de un imaginario nacionalista mediante referencias simbólicas que sustentan un discurso.

La etapa republicana en materia de representación cespediana supera con creces la etapa colonial, aunque tampoco puede catalogarse como cuantiosa al respecto. En ello la escultura se desarrolló en menor grado que las artes plásticas, teniendo en cuenta además que la realización de monumentos llevaban la autorización y pertinencia de proyectos. Por tanto la etapa de la República viene a ser como una especie de génesis en las producciones subsiguientes.

Los frutos tangibles de ese discurso artístico constituyen hoy parte del Patrimonio Cultural de la Nación. La mayor significación cultural radica en que se trata del resultado de un proceso histórico dentro de la conformación de un imaginario social-histórico-nacionalista, pilares de construcción identitaria.

Las cuestiones formo-conceptuales erigen un testimonio que más allá de la estética, el simbolismo, la tradición histórico-academicista o las particularidades representativas de las manifestaciones, hacen del discurso artístico cespediano la memoria de una producción histórica -y por ende- patrimonial.

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