Creado en: julio 16, 2021 a las 07:55 am.

Fernando Ortiz, pasión y amor por Cuba

Lúcido, como siempre, reflexionó Miguel Barnet, en uno de sus ensayos, que Fernando Ortiz  fue el primero en desentrañar la compleja madeja de la idiosincrasia del cubano.

«También definió la cubanía como la vocación de ser cubano y la cubanidad como argamasa etnográfica de esa cubanía. Cuba fue su única gran obsesión. Y afirmó tempranamente que Cuba sin el negro no sería Cuba», remarcaría Barnet, presidente de la Fundación Fernando Ortiz.

El propio autor significó en otro de sus trabajos sobre el autor de Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar que Ortiz nos enseñó a ver con una óptica muy profunda el espectro amplísimo de la cultura cubana. Hubo muchos aspectos de ese entramado cultural que no estaban del todo reconocidos, y él los revalorizó.

«La obra de Don Fernando Ortiz es grande no solo por sus aportes en el campo de la sociología, sino por su marcado antiimperialismo. (…) Esos textos, esenciales para comprender el ajiaco que somos, están salvados. Hay que regresar a ellos siempre, porque siguen ofreciendo mucha luz», sostendría además el creador de Biografía  de un cimarrón.

Ya en Los negros brujos (Apuntes para un estudio de etnología criminal) (1906), volumen fundacional de la ejecutoria del aún jovencísimo Fernando y texto preclaro del antirracismo en América Latina, subrayaría la ignorancia y el silencio sumidos sobre dicha raza: « (…) el estudio del negro era tarea harto trabajosa, propicia a las burlas y no daba dinero. (…)  del negro como ser humano, de su espíritu, de su historia, de sus antepasados, de sus lenguajes, de sus artes, de sus valores positivos y de sus posibilidades sociales… nada».

La antes citada Los negros brujos resulta el peldaño inicial de una conocida serie escritural que contemplaría, asimismo, Los negros esclavos (1916) y Los negros curros (1986, edición póstuma).

Ortiz –cuyo aniversario 140 de su nacimiento en 1881 conmemoramos hoy viernes 16 de julio–, fue un relevante antropólogo, etnógrafo, etnólogo, lingüista y científico social….; pero además jurista, profesor, diplomático y periodista.

Se desempeñó como profesor de la Universidad Popular José Martí y de la Universidad de La Habana, labor reeditada al servicio de otras instituciones. Dirigió el Instituto Internacional de Estudios Afrocubanos y el Cultural Cubano-Soviético. Y además presidió la Sociedad Económica de Amigos del País y la de Estudios Afrocubanos.

En virtud del concepto suyo de transculturación, definido hace exactamente 81 años, Fernando Ortiz entregó un invaluable respaldo a los terrenos de la antropología cultural  mundial y las ciencias sociales.

A raíz del aniversario 138 de su natalicio, hace dos años, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural hizo pública la declaración de la obra del autor de El engaño de las razas, Los factores humanos de la cubanidad,  Martí y las razas y El huracán, su mitología y sus símbolos, como Patrimonio Cultural de la Nación.

Quien fuese denominado –merced a su tesonero trabajo de investigación–, el Tercer Descubridor de Cuba, contribuyó de manera notable a estudiar el ser nacional y las particularidades idiosincráticas, históricas, culturales y raciales de la nación en la cual, también, fallecería, el 10 de abril de 1969.

Una parcela de su pensamiento, la cual no siempre tienen en cuenta quienes desde el exterior lo invocan, constituyó su antiimperialismo. A la manera de todos los grandes pensadores de nuestro país, sabía que las apetencias del soberbio vecino del norte representaban y representarían el peligro mayor para este pueblo de negros, indios, chinos, mestizos y blancos tan amado y defendido por él, como patriota ferviente que fue.

« (…) Si no tan grave como el imperialismo económico, que succiona la sangre del pueblo cubano, es también disolvente el imperialismo ideológico que le sigue. Aquel le rompe su independencia económica; este le destroza su vida moral. El uno le quita el sostén; el otro el alma», constituye una de sus valoraciones en tal enfile.

Ortiz, de igual modo, se opuso a la dictadura de Gerardo Machado y a los desmanes que los desgobiernos de turno, supeditados a las ordenanzas políticas y económicas de Washington, cometían contra el pueblo de Cuba.

En esta hora que vive nuestra Patria es más que oportuno recordar, por tanto, el pensamiento patriótico y antiimperialista de tan extraordinario intelectual cubano.

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