Creado en: julio 13, 2023 a las 08:35 am.

Guillermo Villarreal en el camino de Santiago

El mexicano Guillermo Villarreal, músico y director de orquesta. Foto: Cortesía del entrevistado

Guillermo Villarreal acaba de transitar nuevamente por el camino de Santiago, no el que conduce al Finisterre europeo, sino el de la urbe oriental donde la trova y el son se dan la mano con la tradición coral.

En la recién finalizada cuadragésima segunda edición de la Fiesta del Fuego, en la que las celebraciones mexicanas de la vida y la muerte ocuparon un sitial protagónico, el director de orquesta regiomontano regresó a tomar posesión de un territorio de altísima significación para su crecimiento profesional.

A fines del siglo pasado, luego de una etapa de su formación en la habanera Universidad de las Artes, la maestra Alicia Perea y el prestigioso compositor Harold Gramatges recomendaron viajase a Santiago de Cuba a trabajar con el organismo sinfónico de la ciudad.

Fue también ocasión de entrar en contacto con el movimiento coral, de conocer por dentro el Orfeón Santiago y beber de la fuente de sabiduría atesorada por su fundador, el inefable Electo Silva.

El maestro que regresó ahora no olvida aquella experiencia enriquecedora. Por Electo supo cómo y cuándo extraer de las voces sutiles atmósferas y acentos seductores. Porque la cuestión pasa no solamente por seguir al pie de la letra los dictados del tejido polifónico, sino también por darles sentido.

De ahí que en su primera presentación en la Fiesta del Fuego rindiera homenaje a Electo al frente de las filas del Orfeón, con el que trabajó el estreno local de Barlovento, página tradicional venezolana debida a Eduardo Serrano, en versión del compositor mexicano Eduardo Gamboa, quien por cierto, es hijo del comediante, realizador fílmico y director escénico Alfonso Arau, fundador en Cuba del Teatro Musical de La Habana.

Al trasmitirle imágenes y sonidos del ensayo de la obra, Gamboa expresó a Guillermo su plena satisfacción por lo que iba logrando: «Entre los montajes de mi Barlovento, me quedo con el del Orfeón Santiago».

En el concierto coral de la Fiesta del Fuego, no faltaron dos obras que muestran la continuidad de un estilo: el poema de Lorca, Iré a Santiago, musicalizado por Roberto Valera, se convirtió en un clásico en manos de Electo; y la versión de Bonito y sabroso, mambo encumbrado por el inmenso Benny Moré, trajo la impronta renovadora de la cantora y compositora santiaguera Yurka González.

Pero la dirección orquestal es la plaza principal del maestro. Miembro del Buró del Festival y Escuela de Música Pierre Monteux en Maine, Estados Unidos, profesor de la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León y titular de su Sinfonietta, director asistente de la Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, e invitado frecuente de las principales agrupaciones mexicanas, Guillermo ha consolidado un repertorio en el que presta atención tanto a las más importantes escuelas de la música occidental como a la naciente obra de autores latinoamericanos.

«No obstante –confesó–, la base de todo organismo sinfónico está en los clásicos. Solo cuando Mozart, Haydn y Beethoven salen bien, se puede lidiar con lo que venga». Por ello, para su presentación con la Sinfónica de Oriente, el montaje de la Octava sinfonía, de Beethoven, devino taller de creación.

Había que observar a Guillermo Villarreal en el cuidado de la dinámica, del tempo, del estilo, de los volúmenes de emisión y, sobre todo, de impregnar al colectivo el espíritu de cuerpo que debe caracterizar a todo instrumento colectivo.

«Regresaré, trabajar con los músicos santiagueros es muy estimulante; dar y recibir es mi credo», dijo el maestro mexicano al saberse honrado por la Fiesta del Fuego.  

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