Creado en: septiembre 11, 2022 a las 10:38 am.

Maneras de leer:  el insondable abismo del discurso poético de Jesús Lozada Guevara

Jesús Lozada Guevara/Foto: Anatp Zecharie, fotógrafa israelí

Ser poeta en Cuba es algo heroico, pero en Camagüey tiene las marcas del martirio o la locura, es aspirar al imposible.

Recientemente, ha visto la luz -caro símbolo en la obra del singular poeta Jesús Lozada Guevara (Camagüey, 1963)- el volumen titulado Canciones eslavas, publicado por Ediciones Cristálida (Montreal, Canadá), en el que se resumen las esencias ideoestéticas de su obra conocida, así como se trazan en ella nuevos derroteros composicionales.

Pletórico de referencias híbridas, si bien alusivas a poetas eslavos -como explica el creador a sus maravillados, pero poco entrenados lectores en estas lides interpretativas-, destaca por la recreación, apenas perceptible debido a múltiples enmascaramientos, de las antiguas culturas griega, islámica y judeo- cristiana, de la espiritualidad de sus sistemas de pensamiento que se integran en un juego doloroso del sujeto poético en ascensión invertida  -cuyo máximo símbolo es el árbol- hacia la búsqueda del ser humano a lo profundo, lo ignoto o inalcanzable de la fe, el sentimiento o la razón… de la vida.  De algún modo, el libro se desentiende de sus vínculos formales con los anteriores: Archipiélago (Letras Cubanas,1994), Ojos quebrados (UNEAC, 2002) y Sentado en el olvido (Selvi Ediciones, España, 2020).1

Es común a toda su obra la reflexión angustiosa sobre los asuntos ya señalados,

a través de símbolos esenciales para expresar dichas ideas, entre ellos los más

connotados, como ya hemos dicho, la luz y el árbol. En Archipiélago y Ojos

quebrados el discurso poético se percibe como destellos donde el relato se

posiciona en el discurso sin la logicidad de una historia verídica, sino como

rememoraciones donde se mezclan acontecimientos de gran resonancia para la

historia o la cultura del mundo occidental con menudos recuerdos personales

sobre eventos de hondo calado en la vida interior. Ideas traídas al discurso

poético como espasmos de incontenibles vibraciones hacia la purificación del ser

humano.

En estos primeros libros hay mucho de narración en la adjetivación, en los

enunciados con admiración e interrogación donde encontramos cierta retórica

que nos recuerda que el poeta es también a veces un narrador urgido de contar

sucesos sobre los cuales afincar el texto y sus ideas, motivación de narrar de

forma escénica que se va alejando de ese tono en su poemario Sentado en el

olvido.

Véase en Archipiélago:

Yo  hombre   los invito a estar sobre mi historia

aseguro que  la piel de un ser humano es tan confusa

tan propicia   tan bella para descansar las palabras

que la mía   puede ser la de un adolescente

pero hoy   prefiero   esta sombra

 en la que todo será   sacado de su templo.

 El acento narrativo permanece en Los ojos quebrados:

En mitad de la noche

Un pájaro centellea

carpintero real

horada

taladra el árbol

Bosque

de hojas transparentes

Espesura

Aire cantado por su cuerpo

Mientras que en Sentado en el olvido hay ecos de narratividad en fragmentos como:

Una puntada

Sobre seda     

Una            

Y otra

Tironean del hilo en la aspillera 

Salta del árbol

Cada línea   

La mano

Es el emblema gastado 

De la tarde

En la que el artesano

Abandona el cuerpo

Para entrar 

Al reino

Del Emperador de Jade

Cierta forma cercana a la expresión poética del primer romanticismo cubano está

en la enunciación declamada del sujeto que junto con alguna imagen específica

nos recuerda a Heredia:

Estoy yerto

amargo a las puertas del domingo

El frío me corrompe

Tengo un hambre de siglos

y una ciudad clavada en el costado

Cómo duele el verde de las palmas

tan solitarias y erectas

despeinadas

señalando el destino de mi pueblo

Herido por las palmas

me proclamo

iQué música

qué énfasis en el dolor

tiene el sonido de las palmas! (Los ojos quebrados)

Lo divino y lo profano se reitera en los libros de Lozada como parte de esa

reflexión acerca de la espiritualidad del ser humano:

Magnífico es Dios cuando se para   y las sombras con él

en medio de la luz uno ha de cambiar   para él

porque uno es primero en su sangre

desde la lejanía   desde la majada aún más lejos

porque uno salva a los ángeles

y así lo contemplan   cuando se pone de pie

No conocemos el pasado donde estuvieron sus ramas

está colocando los tálamos del mundo   Cada uno de

nosotros

es el pasado de Dios   que no tiene pasado   cada uno

de nosotros   pisa a Dios. (Archipiélago)

En tanto que lo místico, lo relacional con Dios, tiene fuerte resonancia erótica en imágenes como: 

Cae

Árbol invertido

Juega

besa las lumbreras

aletea

entra en la bóveda

como un abanico

Se deja fecundar

Estalla. (Los ojos quebrados)

En Canciones eslavas asistimos a un drástico cambio en la manera de concebir

la escritura y la disposición de las estrofas traza poemas dentro de un laberinto

de extraña estructura, poemas que pueden leerse de manera independiente,

pero que no alcanzan su entera organicidad, sino en la completa discordancia

del todo en su encabalgamiento hasta alcanzar la total armonía en lo enrevesado

de la arquitectura. Obliga al receptor a construir un nuevo texto en su lectura, a

no permanecer inactivo frente a la avalancha de imágenes, símbolos e ideas que

a veces poemáticamente, a veces con cierto acento reflexivo, nos ofrece el

portador de tales enunciados. Debido a la cancelación de la temporalidad y la

espacialidad lógicas. Canciones eslavas puede leerse desde cualesquiera de

sus textos sin que por ello se altere el sentido de sus ideas, asegurando con ello

la creación de un nuevo texto enteramente a cargo del lector: el poema laberinto:

“Armo estructuras, atmósferas, que necesitan del lector para completarse, para

rehacerse.” Me ha confesado el poeta.

Dominado por el arcano de híbridos misticismos y la presencia de primigenios

elementos de la naturaleza y la energía vital (la tierra, el agua, el viento, el fuego)

Canciones eslavas, desde el punto de vista de las ideas, resulta de una raigal

continuidad de Lozada con su obra anterior, toda ella un doloroso ascenso de

aliento infernal en realidad un ejercicio de espiritual purificación que no repara

en acudir a lo escatológico fundado en la muerte. 

Vienen hasta aquí 

Las olas del mar   

Imaginado    

Vienen  

Con la tristeza

Que ata los pies

Del que camina su muerte

En esta búsqueda de esencias, Canciones eslavas marca en su expresión

nuevos derroteros, pero ratifica lo cardinal en esta trayectoria donde el árbol hace

referencia a la mística de la Luz y el Uno.

Por el ojo entra

El Almendro    

Allí quedan grabadas 

Las consignas    

Que el tiempo reconocido

Impronunciables  

Cuando al trazar

Sobre su cuerpo 

Los linderos

Podemos distinguir    

El tiempo y la eternidad   

Pero también en el amor, sin perder el misticismo fundamental:

Y el amor entrando

Y el amor entrando por la grieta del Dios      

Joven Dios              

Y el amor entrando         

Y el amor entrando       

Cuando al bajar

Se asoman las partes más finas  

Y el amor entrando          

Y el amor entrando

Hasta donde la mirra y el aloe encuentran

Un compás que Él podrá escuchar

Junto a las extrañas aguas cotidianas   

¡Enmudece!

La deuda de Lozada con Orígenes es fácilmente advertida en su obra. Él mismo

ha expresado que: “No hay que ser muy ducho, ni tener ojos de araña, para

descubrir en mis poemas las huellas de Lezama, Vitier y García Marruz.” 2 La

hermeticidad de su discurso, su pensamiento culturalmente ecléctico y sobre

todo su misticismo de raíz católica, dan cuenta a lo largo de su obra de este

legado. Pero esta deuda no es asumida de forma mimética, está asentada en

una circunstancia histórica y personal diferentes3 del poeta quien ha dado

precisiones en torno a sus raíces familiares, culturales e históricas, las cuales

también, como en el ideario de aquellos iluminados, la pobreza irradia luz sobre

su vida y su obra con raíces en el cielo.

Voy hacia los árboles

bajando a sus raíces

vastas y secas

árbol de fuego

Ah voy a quedarme

veo la piedra

veo el ojo

lúcido y candente

Puedo mirar

Me quedo.

Notas:

1Como se recordará este libro pertenece a la colección de Poesía cubana contemporánea titulada Arco tenso que en su primera entrega de 2020 incluyó poemarios  de Jesús David Curbelo (En esta lengua que pasará), Caridad Atencio (El camino a casa), Dashiel Hernández Guirado (El ancho río del silencio), Reyna Esperanza Cruz (Calles de nube y piedra), Larry J. González (Me fui a sembrar tomates donde los agrestes ofrecían semillas de ophrys fusca), José Luis Serrano (Permutaciones en el subconjunto), Roberto Méndez (Superstites), Ismael González Castañer (Palabra de Mumford) y Roberto Manzano (Diario lírico).Como afirmara Juan Nicolás Padrón: “Su difusión constituye un homenaje a la palabra que renueva, comunica, nombra, describe, complementa, modifica, imagina, potencia el humanismo, vigoriza el espíritu, regenera la capacidad de entender, crea mundos simbólicos y recicla un antiquísimo prestigio expresivo y conceptual” ( Tomado de Portal Cuba, UNEAC, noviembre 4, 2020). Por la diversidad de sus poéticas, Arco tenso acredita la vitalidad de la poesía cubana contemporánea.

2 En “Jesús Lozada: vengo de los silencios rumorosos”, entrevista concedida a Reyna Esperanza Cruz y publicada en Cubaliteraria el 30 de mayo de 2021.

3 Lozada procede de una familia campesina de Camagüey, pero muy marcada por las tradiciones culturales del lugar donde, por un lado “se tocaba la bandurria y se improvisaban décimas” y por otro, rodeada por gente de la radio como Luis Casas Romero, Chanito Isidrón, La Calandria y Clavelito. Viene, como afirma, “de los silencios rumorosos de la Iglesia de la Soledad en el Camagüey y de un abuelo fabulador, capaz de inventarse una estirpe y ser tenido por tal.” Op.Cit.

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