Creado en: junio 20, 2021 a las 06:24 am.

Recientemente recibí un mensaje de Rodulfo Vaillant, Presidente de la UNEAC de Santiago de Cuba, donde me decía: “He estado pensando en sugerirte que hagas un trabajo sobre Marcelino Arozarena. Este poeta está relegado a la zona del olvido”.

No le dije al amigo que no hacía mucho me había comunicado con su hija Georgina Arozarena Himely para conversar acerca de Salvador García Agüero, el hombre que había preparado a su padre para su ingreso en la Escuela Normal para Maestros de La Habana. Tampoco le dije que su hija es de las que piensa que su padre no está olvidado mientras exista alguien que lo recuerde.

Pero, ¿quién es el poeta por el que se interesa el músico compositor?

De él, nuestro Poeta Nacional Nicolás Guillén llegaría a escribir en una dedicatoria: “Para Marcelino Arozarena, que sería mi poeta preferido si no existiera su amigo, Nicolás”.

El día que se escriba el inventario de los cubanos que se destacaron en la lucha contra el racismo y la discriminación racial en Cuba, el nombre de Marcelino Arozarena no podrá faltar.

Según Martínez Furé, él asumió esa lucha en los momentos en que más virulento era el racismo en nuestro país y eran pocos los dispuestos a denunciarlo.

Él fue maestro, poeta y escritor. Uno de los iniciadores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

En la década del 30 junto a un grupo de prestigiosos intelectuales encabezados por Fernando Ortiz participó en la creación de la Sociedad de Estudios Afrocubanos.

Es considerado como uno de los más destacados representantes de la llamada poesía afrocubana, aunque fue más que eso. En su poesía social le canta a sus raíces, al antirracismo, a los humildes, a su clase. Ahí está su poema Canción del estudiante pobre, publicado en el primer número de la revista Polémica de la Universidad de La Habana, por decisión del Consejo de Redacción, entre los que figuraban José Antonio Portuondo, Pablo de la Torriente Brau, Raúl Roa García y Ramiro Valdés Daussa.

De Marcelino se ha dicho que la raíz africana le llega por dos vías: una empírica por sus antepasados lukumies y su micromundo del solar donde nació, y otra académica, porque fue estudioso del tema y mantuvo relaciones con investigadores reconocidos como José Luciano Franco, Argeliers León, Pedro Deschamps, Israel Moliner e Isaac Barrial, entre otros.

Nació el 13 de marzo de 1912, en una edificación de madera donde vivían varias familias. Fueron sus padres Marcelino, que era albañil, y Ramona, que era empleada doméstica. Tuvieron siete hijos y Marcelino fue el mayor. 

Dicen los que lo conocieron que ni fumaba ni bebía, era ecuánime, persistente, honesto, muy sensible, jovial y receptivo, modesto y enemigo de la lisonja. En una ocasión cuando le pidieron que se clasificara como escritor, con su peculiar sentido del humor respondió: “Me considero un Técnico Medio en prosa y verso”.

Desde niño interioriza el ideario martiano y asume desde su temprana adolescencia la ideología marxista.

Una temática recurrente en la obra de Arozarena lo es el tema negro, pero sin caer en el negrismo superfluo; su pensamiento es integral.

En el prólogo de su primer poemario aclara “… intento cantar desde negro, pero con la porción de voz que nos toca en el canto universal”.

“En él distinguimos que no asume esta temática en sentido contemplativo, sino que casi siempre subordina tema, cantos, ritmos, danza, al mensaje. Su máxima aspiración (explica el poeta) era que esas ideas que contenían sus poemas comenzaran a circular de tal modo que quedaran incorporadas a nuestra poesía. Que se hablara con la misma naturalidad de Changó que de Apolo; de Yemayá que de Venus. Que esos asuntos que se exponían y criticaban cuando el caso lo requería, no fueran “cosas de negros” como se decía entonces en forma despectiva— y comenzaran a sentirse como cosas de cubanos. Marcelino pretendía que se pudiera poetizar sin espanto ni burla tanto del pelo crespo, los labios gruesos y la nariz chata, como de los cabellos rubios, la boca diminuta y el perfil “griego””

Janheinz Jahn, excelente africanologo alemán, expresa en su ensayo Muntu: las culturas neoafricanas de 1963: “… Del mismo modo que Robert Burns derivo su arte del folklore escoces, y así como en Alemania Wilhem Muller, Eichendorf y Heine dieron forma a la canción popular hasta convertirla en canción artística, así Nicolás Guillen, Emilio Ballagas y Marcelino Arozarena elevaron a una validez universal el folklore cubano”:

Una de las ultimas poesías de Arozarena: Bembeseando, Marcelino la dio a conocer en 1992, al leerla en el acto por sus 80 años.

Cuenta su hija Georgina: “A espaldas de mi padre, fui a ver al poeta Waldo Leyva, que estaba al frente de la Asociación de Escritores de la UNEAC, para recordarle el Aniversario 80. Me prometió que se ocuparía y así lo hizo. El compañero que atendía las Relaciones Internacionales se asombró de la cantidad de personas que acudieron a saludar al octogenario. Se acostumbra que el homenajeado hable y él nos sorprendió a todos con este fresco e ingenioso poema. Veamos dos fragmentos:

“Bembeseando”

Bem

be

que yo quiero ver

también

aunque me suena en la sien tu patinar sobre arena.

Por mi vena arde febril

tu sonar

y es lo que me hace temblar …

¡Entre Ud!

como es un bembè profano

suelte Obbatalà sus manos blancas palomas.

Suelte Papa Ogún sus hierros y sus perros Babalù.

No venga Osain El Cojo ni su medicina verde

que el que se encuentra se pierde,

se haga bueno el mal-de-ojo,

los rezos se vuelvan risas,

se anima el Anima Sola,

Yemayà no tenga prisa con sus olas,

envolventes

y Eleguá invente una tregua que recoja los caminos.

Ud. sabe?

llegamos al punto clave:

Eleguá tiene la llave para que rompa el Bembè.”

De Marcelino Arozarena Ramos, abría mucho por decir, pero ya vendrán otros momentos, ya vendrán otros momentos y volveremos a hablar.

Fuentes:

Arozarena Ramos, Marcelino. “El antillano domador de sones”. América: Revista de la Asociación de Escritores y Artistas Americanos 17.1-2 (1943): 37–42. 

Arrom, Jose Juan. “La poesía afrocubana”. Revista Iberoamericana 4.8 (1942): 379–412. 

De Costa-Willis, Miriam. “La canción negra de Arozarena”. Prologo. Canción negra sin color. Por Marcelino Arozarena. La Habana: Ediciones Unión, 1983. 9-20. 

Guirao, Ramón, ed. Orbita de la poesía afrocubana, 1928-37. Nendeln, Liechtenstein: Kraus Reprint, 1970 

Janheinz, Jahn. Muntu: las culturas neoafricanas. Mexico: Fondo de Cultura Economica, 1963.

Rumba Macumba / Afrocubanische Lyrik. Munich: Carl Hanser Verlag, 1957. Notas;

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