Creado en: enero 2, 2021 a las 09:30 am.

Primero de enero de 1959 Vs. 20 de mayo de 1902

“…Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo–, de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin (…) En mí sólo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento.” 

Mucho más que los fragmentos de una carta-despedida a su querido amigo mexicano Manuel Mercado, 24 horas antes de su heroica caída en combate, nuestro José Martí, no sólo preconizaba en ella sobre el peligro descomunal, ya latente en el continente, de la expansión territorial del vecino del Norte, sino también su ulterior poderío en todos los órdenes; algo que siempre afirmó con fuerza, nunca inacabable, a través de su pensamiento, su constante accionar por la unidad política, su obra escritural –periodística, ensayística, poética–, además de diplomática.

Tras su heroica caída en combate el 19 de mayo de 1895 y, en especial, al concluir en 1898 la Guerra hispano-cubano-norteamericana, un período de larga incertidumbre económico-social y de frustración política caracterizó la vida en general del pueblo cubano. Si a dicho período le antecedieron otros de tres guerras independentistas –victoriosa la última iniciada el 24 de febrero de 1895, pero cruelmente aplastada por la intromisión e intervención ulterior norteamericana–, es imprescindible resaltar que, no obstante, todo ello trajo consigo un desarrollo y fortalecimiento de Lo Cubano.

Al respecto hay que admitir una razón que expuso el inolvidable intelectual Cintio Vitier (Orden Nacional José Martí–2002), acerca de Martí cuando expresó que tan sólo en un género –entre otros cultivados por él–, como fue la Poesía, “Lo Cubano en vez de lejanizar, enraiza nuestra raza, en la historia y en el espíritu. Nos abre a la trascendencia, a la fe y al sacrificio. Toda la vida y la obra martiana tienen un sentido fundacional. Lo suyo es la honda reflexión ética sobre la identidad de Lo Cubano y la filosofía del hombre libre en el universo. No es un cantor de batallas externas, sino un autor al que el paisaje, la mujer, el arte, todo, lo reconduce hacia la Patria. Recuérdense Yugo y Estrella, No, música tenaz o Dos Patrias, y casi todas las estrofas de sus Versos Sencillos”.

Ciertamente, pero rememoremos que un hecho fundamental que marca todo el proceso de nuestra Cultura nacional hasta el triunfo de la Revolución de Enero de 1959, fue el paso de la colonia a un nuevo estatus: el de república neocolonial el que, entre 1898 y 1923, se caracteriza por elementos como la Enmienda Platt –devenido Tratado Permanente de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos–, el llamado Tratado de Reciprocidad comercial de 1903, confabulado por los gobiernos interventores de Wood y Brooke, y los nativos de la Isla plegados a los intereses del imperialismo norteño y los de sus aliados en la Isla.

FOTO MAINE (Pie: El Maine en el Puerto de La Habana/Tomada de Cubadebate)

En suma, la intervención de los Estados Unidos en la Guerra del 95 frustró el proceso de más de treinta años de lucha por la independencia de Cuba y la realización del ideario martiano en su más amplio sentido. Algo que preconizó muy tempranamente El Maestro, quien conoció y alertó mediante su pluma de periodista y su proverbial fuerza discursiva a partir del proceso expansionista y monopolista de ese país en nuestra América, ya en fase superior del capitalismo: el imperialismo.

Asimismo, y aunque el propósito de apoderarse de Cuba tenía vieja data, la correlación de fuerzas mundiales favoreció al país a finales del siglo XIX. Luego de largos años de contiendas independentistas, al igual que la pérdida de miles de vidas humanas y de cuantiosos daños económicos, se logró una fuerte oposición popular a la anexión directa en el plano nacional.

Para el destacado pensador comunista y profesor universitario Juan Marinello: “El hecho nefasto de que muera Martí en la contienda, el 19 de mayo de 1895, tiene mucha influencia en la frustración del movimiento que ha regido con su sacrificio y su genio. No se realizan en la República que va a nacer, su pensamiento político y social, ni sus criterios en la educación y la cultura”.

Por su parte, y permeado de una gran sagacidad crítica en sus discursos, el inolvidable Raúl Roa García, puntualizaba: “El poder nacional –gobierno, parlamento, judicatura, prensa–, opera bajo la sujeción inmediata de la oligarquía, instrumento dócil, a su vez, de la dominación imperialista, que le otorga jugosa participación en sus dividendos y márgenes, y estaba constituida por latifundistas, la gran burguesía industrial azucarera y la burguesía comercial española importadora, interesados por igual en el aseguramiento de la dependencia externa y del antidesarrollo nacional (…) Su arremetida contra la tradición revolucionaria, la cultura nacional, la identificación de la nación consigo misma, la conciencia de su propia situación y los valores éticos acumulados por el pueblo, se proponía disolver el sentimiento patriótico, sacralizar la dependencia a Estados Unidos e instituir un pensamiento político apologético de la estructura dominante de poder”.

Roa llegó a calificar intelectuales orgánicos a personalidades de la Cultura nacional emergidos de la burguesía mambisa, como Manuel Sanguily, Salvador Cisneros, Vidal Morales, Enrique Collazo, Eusebio Hernández, Esteban Borrero, Juan Gualberto Gómez y Jesús Castellanos. Figuras “que presentan batalla en la prensa, en el libro, en la Convención Constituyente y en el Senado, a los abogados de la reacción y del neocolonialismo. Reclaman la independencia absoluta, denuncian la conversión de Cuba en una colonia mercantil de los Estados Unidos, y postulan una división excluyente entre los patriotas y los traidores. Ellos eran la voz y la conciencia de las generaciones insurrectas”.

Numerosas obras literarias surgieron de esa etapa. Tan sólo en el género Poesía hay que recordar –y nunca olvidar–, las conocidas estrofas dedicadas a Mi bandera, de Bonifacio Byrne; La más fermosa, de Enrique Hernández Miyares –los más significativos poemas durante los primeros años de intervención y de república neocolonial; El trapo heroico, de José Manuel Poveda, en el que se aquilata el alto grado de escepticismo y frustración de la intelectualidad cubana de aquellos momentos; mientras que El ciervo encantado, de Esteban Borrero, es una narración satírico-alegórica a la situación de Cuba posterior a la intervención norteamericana. Por su parte Manuel Márquez Sterling, publicaba un ensayo titulado Frente a la injerencia extranjera, la virtud doméstica, con el objetivo de alentar acciones encaminadas hacia la honestidad gubernamental y administrativa, mejoras en la educación, en la salud del pueblo y la ampliación de mejoras de trabajo y, sobre todo, provocar “mediante la cultura, arraigar, defender y hacer crecer la conciencia de la Cubanidad, de Lo Cubano, al nivel de las ideas, de lo imaginario y lo simbólico”.

Dando continuidad a esos primeros años de implantación de una pseudorepública y a la enorme creciente de hombres y mujeres, de cubanos dignos de todas las esferas sociales, opuestos a la intervención extranjera, se enarbola también la figura de la patriota y poetisa Nieves Xenes, quien en 1903, un año después de proclamada la llamada república, escribe su poema El 20 de Mayo:

“En el mástil, erguida, desplegada,

ondula de mi patria la bandera,

y bulle sonriente y vocinglera

la muchedumbre en torno congregada.

Como quien ve en el suelo deshojada

la bella flor de su ilusión postrera,

extraña a la algazara placentera

yo permanezco muda y desolada.

Entre el tumulto alegre y bullicioso,

del sueño de Martí, santo y hermoso,

viene a mí la sombría remembranza;

y al mirar la bandera que se mece

movida por el viento, me parece

que da su adiós eterno a la esperanza”.

La clarinada de enero de 1959 y de su joven Generación del Centenario y de su Líder martiano Fidel Castro Ruz, darían bienvenida eterna a la esperanza y a la consagración de nuestra conciencia nacional, de nuestros valores nacionales y de todos los elementos que acompañan a la Cubanidad, orgullo de nuestro pueblo y nación soberana e independiente.

Fuente:

Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Año 109. No. 2, 2018.

Cultura cubana. Siglo XX. Sonia Almazán, Mariana Serra. Tomo I. Editorial Félix Varela, La Habana, 2006.

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