Creado en: marzo 25, 2021 a las 02:38 am.
Soy como el pueblo cubano: barroco, surrealista y sentimental (I)
Por Annalis Castillo Seguí
Nacido en la bucólica comarca de Fomento, caminó primero por la calle que iba hacia el ingenio azucarero y continuó por los parajes encantados de Perrault, Andersen, Grimm.
Su afición por la lectura lo llevó a Paradiso, novela que lo dejó en estado de iluminación a los veintidós años, pero fue la obra de Antonio Machado la que abrió sus ojos hacia la poesía que iba a preferir. Poeta por naturaleza, amante del saber y el empeño, se convirtió en el ensayista, traductor, catedrático universitario y Doctor en Ciencias Filológicas Virgilio López Lemus: “Soy como el pueblo cubano, barroco, surrealista, sentimental”.
Tomamos té de menta, el fresco aroma de la infusión y de la brisa que entra por la ventana de su apartamento, en el piso 14 de uno de los edificios más altos del Cerro, invita a la conversación, a indagar en la memoria.
Su texto Métrica, verso libre y poesía experimental de la lengua española, ha sido de suma utilidad para profesores, trabajadores de talleres literarios, editores y escritores en general. Podría hablarnos de su experiencia en la conformación de este libro. ¿Otros proyectos y estudios similares?
No teníamos en Cuba un libro serio y de valor científico (dentro de la versología contemporánea) consagrado a la métrica hispánica, de la cual es deudora buena parte de la poesía cubana. Tampoco conozco una igual en todo el ámbito hispanoamericano aunque son varias y buenas las realizadas en España. Armé un proyecto al respecto, para lo cual hice una copiosa labor de investigación, revisé todas las métricas existentes en el espacio de la lengua, algunas eran solo un vademécum, otras simples compilaciones, pero varias resultaron valiosas realizaciones de eruditos españoles, entre ellos la que me sirvió de modelo, labor de la Dra. Isabel Paraíso, catedrática de la Universidad de Valladolid.
El resultado inicial se publicó en la Editorial José Martí en 2008, y enseguida obtuvo uno de los premios anuales de la Academia de Ciencias de Cuba. Tuvo una segunda edición en 2017 en Ediciones Luminaria de Sancti Spíritus, y por fin alcancé la que considero su edición definitiva en 2018, en la Editorial Universitaria Félix Varela. Estoy contento con este libro, creo que es obra que puede durar en uso práctico algunas décadas, no muchas, pero con él se creó un precedente dentro de Cuba que en el futuro quizás pueda ser actualizado por otros investigadores.
Como existen al menos dos tipologías métricas sobre el llamado «verso libre», incluí en mi libro una sección dedicada a su discusión formal, y por primera vez en el ámbito académico de la lengua española traté acerca de la llamada neopoesía, experimental, que escapa no del todo del campo implícito de la creación versal, con lo que quise abrir caminos a la comprensión de esta línea (visual) de poética rupturista. Posteriormente armé un Diccionario práctico de versología hispánica, todavía en proceso de edición en 2021 en la Editorial José Martí, para seguir la ruta de mi Métrica, que espero fundir en un solo volumen después que ese diccionario vea la luz.
Ambos en un solo tomo darían mi contribución a la discusión de las formas (tradicionales o no) dentro de la poesía de la lengua. Mi interés no va solo en dirección de las ciencias humanísticas, sino también dirigido al usuario esencial: poetas, escritores en general, versificadores de la oralidad, asesores literarios, profesores de literatura, instructores de artes, y todos aquellos que se interesen por el arte de la palabra. Soy consciente de que un esfuerzo como el que he hecho, es mejorable, y aspiro a que mi Métrica y mi Diccionario marquen un punto de referencia, pero sobre todo un material útil sin dejar a un lado su carácter de obra científica de la tecné literaria. Mi Métrica tiene la peculiaridad, no existente en ninguna otra, de incluir gráficos como resúmenes prácticos de rápida comprensión, y está cuajada de ejemplos de fácil asimilación.
En el año 2019 recibió el premio Maestro de Juventudes que otorga la Asociación Hermanos Saíz. ¿Podría decirnos desde cuándo y de qué formas siente que ha tributado y apoyado a la formación de las nuevas generaciones?
La Asociación Hermanos Saíz de jóvenes escritores y artistas cubanos me honró con su premio Maestro de Juventudes, que recibí en 2019 con humildad y alegría. Con y para los jóvenes trabajo desde que yo mismo era aún adolescente, cuando fui profesor de dibujo técnico primero y de literatura después. Creo en los jóvenes. Todas las generaciones traen sus luces y sus sombras y ninguna está «perdida».
Yo he querido trabajar durante seis décadas de mi vida con la luz, a favor de la belleza y del culto al «mejoramiento humano». En la década de 1970 integré las filas de las entonces denominada Brigada Hermanos Saíz, y al graduarme de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en 1975, comencé a viajar por nuestro país en el entonces muy activo movimiento de talleres literarios, ofreciendo conferencias, charlas, cursos, como miembro de jurados o en recitales poéticos, todo ello antes de publicar mi primer libro, lo que ocurrió en 1981. De esos lapsos sobre todo de la década de 1980 conservo numerosos amigos y amigas, poetas, aficionados a la lectura, alumnos directamente de cursos universitarios o de seminarios en que he tomado parte. He escrito numerosas reseñas sobre libros acabaditos de salir de autores que no llegaban o ligeramente pasaban los treinta años de edad, he incluido en mis libros de ensayos y de crítica literaria textos o referencias a obras de gentes muy jóvenes en el momento en que he publicado esos textos, y he estado atento, mediante jurado de concursos juveniles, del quehacer de la creativa juventud literaria de Cuba. Y te aseguro que todo ha sido con placer y con la mayor entrega posible, sin creerme nunca un magister que no soy, sino un compañero de ruta con un poco de mayor experiencia y de lecturas acumuladas.
Mientras tenga capacidad y fuerzas, estaré cerca de los jóvenes de las nuevas promociones, por placer y alegría, por asombrarme y aprender de sus respectivas creatividades y porque quien a buenos jóvenes se arrima, buena sombra le cobija.
Entre sus más de 35 libros publicados cuentan varias antologías. ¿Qué importancia le concede a esta labor? ¿Cuál le ha tomado más tiempo de investigación y recopilación? ¿Cuál cree que ha sido la de mayor aporte a la cultura y la memoria escrita de la nación?
«La patria es ara, no pedestal», dijo José Martí. Parafraseándolo, he escrito que la poesía también es ara, lugar de sacrificio, de culto, y no pedestal, para subirse sobre ella y usarla en el posicionamiento social. Me siento contento de tener la vocación de servir, de ser útil, de querer que lo que haga sea para bien de otros.
Si la escritura de la poesía es un acto solitario, darla a conocer ya implica socialización, búsqueda de «almas gemelas» que la lean con placer, pasión y simpatía. En ese sentido, la poesía oral o escrita es un acto de la sensibilidad, de la búsqueda de concordia incluso cuando ella sea rebelde o contradictoria. A fuer de vanidoso quisiera rectificar tu aserto: he publicado ya poco más de cuarenta libros (hasta 2021), pero dentro de esa cifra no están comprendidas las antologías (una quincena de ellas), las compilaciones de obras de diversos autores (treintena larga con mis prólogos), las traducciones desde el portugués (una docena ahora), los libros en que soy coautor (unos cinco), y otros textos dentro de no pocas compilaciones de otros autores. La verdad es que no me envanezco demasiado por ello, sino que solo siento que trabajo con utilidad, me gusta trabajar, el gusto por el trabajo amado y amable es el mayor premio que creo haber recibido en mi vida, no puedo estar sin hacer algo y a veces armo dos y tres (y hasta alguno más) libros a la vez.
De todos ellos la labor más ardua fue la del volumen El siglo entero. El discurso poético de la nación cubana en el siglo XX, porque entrañó una revisión general de los libros de poesía publicados en Cuba desde 1900 hasta el 2000, libro a libro, folleto a folleto, dondequiera que los encontraba sobre todo en bibliotecas de las principales ciudades del país. No creo que se me escapara casi ninguno, aprendí mucho, pero no todos pudieron ser comentados en un volumen de las proporciones que me propuse, ya que no me gusta hacer libros voluminosos.
Nuestra época es cada vez más veloz y no hay tiempo para leer abultadas obras resultados de investigaciones enormes. Entre tus preguntas está la de cuál ha sido la de «mayor aporte» a la cultura cubana. No me toca responder algo así, ¿cuál crees tú misma que pueda tener ese valor, si alguno de mis libros lo alcanza? Cada libro es una semilla, ella brota o no, se torna arbusto o árbol frondoso, pero no siempre depende del autor sino de la necesidad social de su existencia.