Creado en: septiembre 30, 2024 a las 08:57 am.
XV Bienal de La Habana: «Que el arte se entrecruce y tienda puentes de conexión»
Por: Thalía Fuentes Puebla y Yilena Héctor Rodríguez
“Más allá de todas las diferencias, existe un espacio de conocimientos, expectativas y afectos que compartimos la mayoría de los seres humanos. Buscar estos puntos de conexión, esas zonas comunes que nos permitan avanzar juntos hacia un futuro más equitativo y sustentable debería ser nuestra principal divisa”. Esta es la plataforma conceptual que se plantean los organizadores de la XV Bienal de La Habana que se extenderá desde el 15 de noviembre hasta el 28 de febrero de 2025.
Sobre la mayor cita de las artes plásticas en el país—un evento que toma a la ciudad como escenario y lo transforma—conversamos con su director Nelson Ramírez de Arellano.
—¿Qué novedades trae esta edición de la Bienal de La Habana?
La Bienal celebra este año su 40 aniversario. Hemos decidido articular algunas exposiciones de carácter conmemorativo para exhibir obras que están en colecciones en Cuba, como la de la Casa de las Américas y la del propio Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, institución que organiza la Bienal.
Además, por primera vez se hará una exposición conmemorativa de artistas cubanos y obras que han impreso una huella perdurable en la memoria de la Bienal. Con esta muestra, que se realizará en la Estación Cultural de Línea y 18, el público podrá re-conocer muchas de las obras que han sido emblemáticas de algunas ediciones de la Bienal y disfrutar del trabajo de artistas cubanos que han crecido y trascendido gracias a su participación en el evento a lo largo de estos 40 años.
También, hemos desarrollado un trabajo singular de colaboración estrecha con proyectos socioculturales como Quisicuaba en los Sitios (Centro Habana) y Akokán en los Pocitos (Marianao), cooperación que esperamos trascienda las relaciones tradicionales entre los artistas (creadores) y los receptores (colaboradores) y se transformen en co-creadores.
—¿Qué metas aspiran con esta plataforma conceptual que se plantean para la XV edición?
La idea también podría resumirse en la famosa frase de José Martí “Patria es humanidad”. Desde la primera edición de la Bienal la posibilidad de contribuir a construir un mañana mejor ha sido siempre nuestro motor impulsor.
Ahora, más específicamente en el campo del arte, nos interesa resaltar la posibilidad de la colaboración en los procesos creativos e investigativos relativos a la experiencia artística, las políticas y los procesos de mediación en las artes y la transdisciplinariedad, entendida como esa posibilidad de que el arte se entrecruce y tienda puentes de conexión entre áreas diversas del conocimiento.
—¿Mantiene la bienal el propósito fundador de defender un concepto descolonizador? ¿Por cuáles vías o espacios resaltarán este aspecto?
La Bienal de La Habana no puede evitar su naturaleza decolonial y descolonizadora. Desde su inicio, el hecho de establecerse como el primer espacio internacional para la difusión, visibilización y promoción desde el Sur de las creaciones visuales provenientes de las zonas geoculturales identificadas hoy como Sur Global es en sí una apuesta descolonizadora y decolonial.
Nuestro pintor más universal, Wifredo Lam, defendió en una entrevista la idea de que su pintura era en sí misma un acto de descolonización.
Para la Bienal de La Habana, en la actualidad, el solo hecho de existir es un acto descolonizador.
Más allá de esto, el interés primordial de nuestro evento continúa siendo contrario a los intereses del capital y de los centros de poder neocoloniales. El hecho de que occidente reconozca y alabe los valores culturales de nuestros pueblos, incluye en muchas ocasiones una actitud paternalista de los países llamados desarrollados sobre aquellos en vías de desarrollo. La Bienal sigue luchando porque prime el reconocimiento de nuestros valores, primeramente, entre nosotros y desde nuestros juicios propios.
—¿Cuántos artistas participarán y de qué países?
Tendremos en esta edición cerca de 240 artistas de 57 países, una nutrida nómina a la que habría que sumar a los creadores cubanos, tanto los invitados directamente al evento, como los que estarán participando de forma colateral al programa con proyectos expositivos, estudios abiertos y otras iniciativas.
Lamentablemente tenemos muy pocos africanos y asiáticos, porque a pesar de todos los esfuerzos descolonizadores que hacemos en la actualidad—aunque parezca absurdo— en muchas ocasiones la distancia entre dos países relativamente cercanos en el mapa como, por ejemplo, Brasil y Guinea, resulta en la práctica asombrosamente larga. De la misma manera les es más fácil a los artistas africanos estar presentes en un evento en Europa que en Latinoamérica.
—¿Cómo un artista puede ser parte de la Bienal? En el caso de Cuba, ¿solo pueden participar los creadores que forman parte del Consejo Nacional de Artes Plásticas?
A partir de los intereses ideo-estéticos definidos en la plataforma conceptual de cada edición, el equipo de curadores investiga cuáles artistas podrían aportar con sus creaciones a la conformación de la sinfonía que constituye la Bienal; cada artista aporta, por decirlo de alguna manera, un instrumento, un sonido particular.
También, los creadores proponen sus obras que son analizadas por el equipo curatorial, pero en realidad no es una convocatoria abierta. No hay ningún pre-requisito de membresía, tampoco le preguntamos a nadie si pertenece a una cosa u otra.
—¿Qué lugar ocupa el arte joven dentro de la programación de la Bienal?
Históricamente, la Bienal de La Habana ha prestado mucha atención al arte joven o emergente y ha lanzado innumerables artistas totalmente desconocidos a la fama a lo largo de todos estos años.
Al contrario de casi todos los eventos internacionales homólogos que privilegian la presencia de figuras famosas por su valor mediático, en innumerables ocasiones muchos artistas cubanos y extranjeros han tenido su primera participación en un evento de esta categoría en la Bienal de La Habana.
También trabajamos muy cerca de la Universidad de las Artes ISA y de San Alejandro, donde siempre han existido importantes proyectos expositivos en cada Bienal, y, además, dada la enorme cantidad y calidad de nuestros artistas, organizamos un programa de exposiciones colaterales en colaboración con el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales que presta atención a los más jóvenes.
—¿Qué acciones llevarán a cabo para involucrar en la Bienal al público menos entendido en la materia? ¿Qué acciones tienen pensadas para atraer a los jóvenes?
Dado que la mediación es uno de los temas que más nos interesan, hemos planificado varios tiempos de talleres, exposiciones en el espacio público, entre otras acciones que incluyen entre sus objetivos atraer a los más jóvenes.
También esperamos tener algunos conciertos con interacción de artistas visuales que deben llamar la atención del sector más joven de la sociedad.
—¿En qué aspectos será superior la XV Bienal? ¿De qué experiencias, positivas y negativas, se han nutrido a la hora de organizar esta edición?
No creo que se pueda establecer una relación clara de superioridad en ningún caso en relación con ninguna otra edición de la Bienal. En cada una de las anteriores, el equipo organizador del evento se ha enfrentado a retos diversos y los ha resuelto acorde a las posibilidades que ha tenido, en mi opinión, siempre con mucha inteligencia y flexibilidad.
La Bienal de La Habana, a diferencia de la mayoría de los eventos homólogos en el mundo, se ha organizado siempre desde el mismo núcleo, el equipo de curadores del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Esta particularidad le ha permitido evolucionar de manera tal que cada nueva edición mantiene una noción de continuidad con la anterior.
Puede ser que, para el público, en dependencia de sus gustos o preferencias una edición parezca mejor o peor, pero desde mi punto de vista las bases para estos juicios suelen ser bastante superficiales.
Sin embargo, podría decir que para mí las más memorables han sido la tercera, la quinta, la séptima, la octava, y la doceava, pero mis razones tampoco son lo suficientemente objetivas porque es imposible hacer un análisis de este tipo sin manejar una cantidad enorme de datos sobre cada edición del evento.
De manera general, lo más interesante es poder apreciar cómo hay una línea de desarrollo que trasciende incluso a los cambios de dirección de la Bienal, porque, aunque a lo largo de los años han cambiado los directores y de cierta forma cada uno le ha aportado su impronta al evento, esencialmente no se ha dado un proceso de evolución por saltos.
Ni cada edición niega, ni compite con la anterior. De cierta manera, la Bienal es como un organismo vivo que se adapta a las circunstancias para sobrevivir. De la misma forma que una persona no cambia radicalmente a no ser que sufra una experiencia traumática que suponga una mutación en su desarrollo, un proceso de la cultura como lo es la Bienal de La Habana, ha mantenido una línea de evolución coherente a lo largo de los años.
—¿Cómo valora el estado actual de las artes visuales en Cuba?
El arte es uno de los conceptos más subjetivos y escurridizos desarrollados por el intelecto humano. Su naturaleza varía constantemente y, extrañamente, cada nuevo estadio agrega valor al anterior.
En las ciencias cada nuevo descubrimiento puede anular el valor del descubrimiento anterior; en el arte no ocurre de la misma manera.
Las artes visuales se han complejizado cada vez más al evolucionar a formas experimentales y procesuales cada vez más sofisticadas, sin embargo, eso no le ha quitado valor a las más tradicionales.
En nuestro país la cantidad de artistas y público interesado en el arte supera estadísticamente la de mayoría de los países en el mundo.
Aunque muchas personas pueden tener una visión muy crítica, creo que mientras exista un porcentaje significativo de población que considera la condición de artista como una aspiración de superación personal, y prime en los artistas la necesidad de ser buenos en lo que hacen, por encima de la de hacer dinero, supondrá muy buena salud para las artes en Cuba.
—Desde su experiencia en el comité organizador, ¿cómo la Bienal de La Habana, desde el arte, puede contribuir al mejoramiento de la sociedad?
La existencia de un evento como la Bienal de La Habana en nuestro país es de por sí una ayuda considerable a desarrollo de la sociedad.
En ocasiones en que las sociedades están sumidas en la depresión por coacciones como las crisis económicas o sanitarias como la covid-19—como sucedió en Matanzas a principios de 2022— la inauguración de un evento cultural como este es una luz de esperanza, y puede contribuir sustancialmente al mejoramiento de la sociedad.
Visto de una forma más “académica”, el arte existe y se desarrolla dentro de una lógica de pensamiento multidimensional, multitemporal y multidimensional, única en su tipo. Eso le permite encontrar vías para el progreso de cualquier otra disciplina del conocimiento totalmente novedosas y, en muchas ocasiones, inesperadas.
Le permite elegir, quizás basado en la intuición, de manera heurística la mejor solución sin tener todas las variables como para calcular el mejor camino. Esto puede parecer una habilidad innecesaria pero muchos avances determinantes en la historia de la humanidad han sido posibles gracias a estas formas menos aristotélicas de pensamiento y análisis.
–¿Cuáles son las expectativas para esta edición XV de la Bienal?
Tenemos expectativas, pero también somos conscientes de que enfrentaremos muchas dificultades, no tantas como durante la 14 edición, en la que comenzamos justo saliendo de la covid-19, cuando aún teníamos restricciones sobre la cantidad de público admitido en los espacios cerrados, sin prácticamente presupuesto; pero de igual forma será difícil.
En esta ocasión hemos apelado a la pasión que sienten los artistas cubanos y extranjeros por Cuba y por la Bienal de La Habana.
Podría decir que nuestra mayor expectativa es que esta edición sea lo suficientemente coherente con la historia del evento y relevante en sí misma como para asegurar la continuidad.
Esto dependerá sobre todo de nuestra capacidad para armonizar todas las energías que se mueven con la Bienal y hacerlas confluir de modo tal que los artistas sientan que han tenido la oportunidad de crecer de conjunto con el evento.