Creado en: marzo 23, 2022 a las 08:20 am.

Para presentar la segunda edición de Madrigal para un príncipe negro

Por Caridad Tamayo Fernández

Pocas veces en la historia de un hombre, un espacio de tiempo tan escaso como 8 minutos y 46 segundos llega a encarnar el más insondable de los tiempos, el más cruel y agónico, el más trascendente. Ese fue el tiempo que permaneció la rodilla de Derek Chauvin sobre el cuello desnudo de George Floyd. Ese fue el tiempo que dictó la sentencia sobre ellos y provocó el grito violento e indignado de miles de hombres y mujeres en todo el orbe. Ese fue un (otro) tiempo de rabia y dolor para Nancy Morejón.

Escrito apenas diez días después de tan bárbara muerte, «Un príncipe negro para George Floyd» fue el poema que dio inicio al aluvión de versos que es hoy Madrigal para un príncipe negro, cuaderno de poemas que se torna síntesis de una historia de injustas y crueles discriminaciones con la sola mención de nombres como Percy Irwin, Isaac Ulms, Emmet Till o el nefasto Ku Kux Klan, que hoy regresa, en «capítulos de inadmisible violencia, de inadmisible injusticia social que desprecian y pretenden reducir a la nada, casi todos los días, nuestra condición humana», como expresa la propia Nancy en su Nota al lector.

Una versión de este cuaderno de poesía –solo en español– fue también publi­cada en formato digital por el Fondo Editorial Casa de las Américas y presentada el 20 de octubre de 2020, a propósito del Día de la Cultura Nacional. Esta edición bilingüe –concebida para «todos los angloparlantes de las Américas y de otras fronteras»– conserva la imagen de la cubierta anterior, creada por Pepe Menéndez e inspirada en los colores de la bandera afroamericana, los cuales a su vez provenían de la bandera panafricana (UNIA), fundada por Marcus Garvey en los años veinte del pasado siglo. Adicionalmente, se ha incluido un prólogo de Juanamaría Cordones-Cook, estudiosa de la poesía de Nancy Morejón, y responsable de la traducción de los versos junto a María Rodríguez-Alcalá.

Madrigal para un príncipe negro se propone denunciar y recordar, y lo hace con exquisitez poética, con elegancia y belleza. He aquí el arte revolucionario al que apelaba Haydee Santamaría, a quien leo con avidez y fruición en estos días, por otras razones editoriales. Ella, que fue una mujer incontestablemente aliada a los más desfavorecidos, aprendió muy temprano y de un maestro como Jesús Menéndez acerca de la realidad del campesino, y desde esos días luchó contra el abuso y el maltrato. En 1967, el político y activista estadounidense de origen caribeño Stokely Carmichael, uno de los dirigentes más destacados del movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos, participa en la primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad y sus palabras estremecen particularmente a Haydee, quien más tarde reconocía: «Uno sentía deseos de ser negra, sentía un poquito de vergüenza de ser blanca, por lo menos a mí me daban unas ganas de ser negra y luchar y morirme junto a los negros; porque es que el pueblo negro lucha por algo así de grande, que es como el que lucha por respirar».

Madrigal para un príncipe negro es un canto que reclama el lugar de los afroamericanos en su tierra, reclama el aire prohibido a los negros a lo largo de su historia, reclama memoria y respeto. Por tanto, entiéndase también que colaborar en la publicación de un libro como este es un acto de rebeldía y, además, un privilegio.

Tomado de: http://laventana.casa.cult.cu/index.php/2022/03/21/para-presentar-la-segunda-edicion-de-madrigal-para-un-principe-negro/

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