Creado en: junio 3, 2022 a las 10:22 am.

En Artemisa las voces del corazón

Bien se sabe que la música coral es capaz de generar una atmósfera que cala profundo en quienes asisten a un concierto de esta manifestación del arte. Su naturaleza, muchas veces asociada con lo sacro, sugestiona y deviene puente de comunicación con la espiritualidad del ser humano. Pero, cuando esta presentación incluye desde su génesis la intención de emocionar, de cantar desde el corazón, de entregar más que una combinación de voces y armonías,  la ovación tiene que hacerse de pie y ese es el caso de Vox Cordis.

Bajo la batuta del maestro y director Ramón Leyva, el coro juvenil, perteneciente a la Schola Cantorum Coralina se presentó en Artemisa con un espectáculo cuidado y de conformación hermética, donde cada interpretación encajaba justa en una suerte de  menú donde la cubanía fue el plato fuerte.

El inicio, ejecutado por el maestro Leyva, abrió para los asistentes al Cine Teatro Juárez de la capital artemiseña, un abanico que fue de Chopin a una intervención del músico  a la Bella cubana, de José White, con notables colores de contemporaneidad.

De agradecer  las interpretaciones del dúo Ala2, integrado por dos de las voces de la agrupación, en este caso Dariel Cabrera y Jako Fernández con piezas de su autoría, en las que el dominio técnico empastó sin esfuerzos con  un fresco acento popular.

Voz Cordis tradujo su nombre y el corazón habló en Artemisa de lo sublime y lo profano, de lo sagrado y lo popular. Junto a composiciones  antológicas de la liturgia con la firma de Hernández Duménigo o Bruckner, el coro se ajustó a la medida de temas de Miguel Matamoros, Ignacio Piñeyro y Francisco Repilado (Compay Segundo).

Como un ave fénix, Vox Cordis regresó a la escena después de una década de reposo y sus instrumentos demostraron en Artemisa que para calificar la música debe hablarse solo de la buena y la mala. Los estereotipos limitan ejercicios de degustación como el sentarse  a disfrutar de un espectáculo donde el aplauso fue una interpretación más y separó cada pieza como gesto de reconocimiento de los espectadores que, aunque pocos, llenaron con su gratitud el cine teatro con los ecos del éxito. 

Un apunte que pudiera señalarse a Leyva fue la ausencia de alguna pieza de Antonio Raffelin, compositor clasicista del siglo XIX que signa un poco los derroteros de Vox Cordis si busca uno sus huellas en el panorama musical reciente. Esperemos que esa ausencia haya sido voluntaria y encierre la posibilidad de un regreso a Artemisa para saldar la deuda. Escucharlos otra vez sería un privilegio porque… ¿Quién es tan necio como para no escuchar la voz del corazón?

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