Creado en: enero 30, 2021 a las 08:48 am.
Montesinos, Martí y la poetisa
Los inmigrantes canarios que por miles llegaron a Cuba, prácticamente desde el inicio de la colonización, conforman una figura simpática para el cubano. Gente trabajadora y honesta por regla dieron un aporte importante a la conformación de la nacionalidad cubana.
Sin embargo, muchos de ellos tuvieron un triste papel durante las guerras de independencia, militando activamente en el integrismo. Aunque al mismo tiempo hay diversos ejemplos de hijos de ese lejano archipiélago que se solidarizaron con nuestro pueblo en su lucha contra el colonialismo. Algunos militaron en el Ejército Libertador de Cuba y alcanzaron altos grados militares.
Incluso Martí recibió la solidaridad de un canario en sus días tristes en la prisión. Nos referimos al canario Joaquín Montesinos, una figura casi olvidada por la historia de Cuba.
La poetisa Dulce María Loynaz lo conoció en su infancia y nos dejó su testimonio sobre aquel amigo de Cuba y de Martí. La familia de la poetisa tenía profundas raíces patrióticas. Su padre había sido general mambí y otros muchos parientes tomaron parte en la guerra por la independencia. Por lo que en aquella casa se veneraban las tradiciones independentistas. Dejemos que sea la propia Dulce María la que nos recuerde aquel canario amigo de Martí:
Tengo otro recuerdo de un señor que visitaba mi casa y que tenía una barba larga, blanca e iba siempre vestido de alpaca negra. Cuando llegaba este señor a mi casa, tanto mi padre como mi madre lo recibían con una marcada deferencia, con un marcado respeto, y yo no me explicaba la razón. Yo no sabía que cosa tenía ese señor. Ahí está el señor Montesinos –decían- y toda la casa se ponía en movimiento.
Después supe que ese señor que casi no hablaba era el joven isleño que le llevaba la cadena a José Martí y del que él habla en el Presidio Político en Cuba. Era uno de los personajes inolvidables de mi casa…[1].
[1] Vicente González Castro, Un encuentro con Dulce María Loynaz, Ediciones Artex, La Habana, 1994, p 109.