Creado en: enero 12, 2021 a las 12:02 pm.

Ismaelillo, un proyecto cultural sustentado en la fe

El maestro Gonzalo Bermúdez

Cuando, 40 años atrás, el maestro Gonzalo Bermúdez fundaba el grupo musical Ismaelillo, en la escuela Pedro Romero, de Cienfuegos, firmaba un cheque en blanco a la conciencia de unos niños sin mucho compromiso con el estudio y la disciplina del colegio.

Aquellos pequeños «descarriados», sin embargo, enrumbaron sus vidas a través de la lección formativa de Bermúdez y el trabajo en colectivo. Y es que, además de suceso socio-pedagógico sin precedentes en el escenario insular,  Ismaelillo fue, siempre, un proyecto cultural sustentado en la fe.

Se apostó por seres humanos en quienes no todos confiaban, pero la esperanza depositada en ellos no resultó defraudada por los muchachos. Antes bien, la pagaron con creces a su gestor. A la sociedad.

La historia inicial de Ismaelillo resultó conocida a lo largo de la Isla, gracias fundamentalmente a la serie televisiva La semilla escondida, que en 1986 reunió junto a su televisor a la familia cubana, interesada en ver aquella trama de la vida real, en la cual los propios niños de la agrupación se interpretaban a sí mismos.

Uno de los primeros niños incorporados a la institución artística de marras fue Marcos Sánchez, hoy un querido músico cienfueguero e integrante de la UNEAC en la provincia, quien comenzó en el grupo cuando tenía diez años, aunque tocaba la guitarra desde los ocho. Él ha contado que, a pesar de ser aficionados, el nivel profesional de Ismaelillo le dio la cobertura para hacer un rompimiento con la guitarra y trabajar canciones instrumentales para un repertorio específico.

De acuerdo con su criterio, Ismaelillo no se quedó en el simple grupo que le echó a andar sus expectativas musicales, sino que abrió un espectro para que de ahí nacieran todos los proyectos que ha emprendido en su vida.

Marcos y todos los integrantes fundadores del colectivo suelen referir que cuanto son en la actualidad se lo deben al grupo y al maestro Gonzalo, como todavía hoy lo siguen llamando.

Uno de dichos fundadores, el bajista Santiago Gómez, explica que «participar del proyecto fue uno de los acontecimientos más significativos y relevantes que han marcado mi existencia. Resultó un privilegio compartir tantos momentos de éxitos representando nuestra ciudad y a la Patria en diferentes escenarios, así como ser partícipe de la hermandad que permanece hasta los días de hoy. 

«Nunca me desvinculé de la música, pues la llevo siempre en mi corazón, pero pude abrirme campo en otra área del conocimiento en la cual me he sentido realizado tras cumplir las metas profesionales trazadas, en parte gracias a la disciplina y constancia adquiridas durante mi período de Ismaelillo.  

«Me gradué como médico y obtuve dos especialidades (Ortopedia y Traumatología y Medicina Deportiva), además una Maestría en Traumatología del Deporte y un Doctorado en Ciencias Médicas en el área de la Cirugía Ortopédica, convirtiéndome en el segundo cienfueguero en obtener dicha titulación académica en la especialidad, antecedido por el Profesor Alfredo Ceballos Mesa, referencia de la Ortopedia en nuestro país», añade Santiago. 

El artífice de esa utopía materializada que fue Ismaelillo, el maestro Gonzalo Bermúdez –reconocido con la distinción Los Zapaticos de Rosa, que otorga la Organización de Pioneros José Martí a quienes resaltan por su labor en la formación y cuidado de los infantes— es una persona feliz, quien dice sentirse realizado, porque «creo que contribuí en algo a formar una familia, y no solamente de músicos porque pienso que para formar músicos están las escuelas de arte. Contribuí a formar una familia, hasta hoy con diez generaciones de hombres y mujeres de bien».

En fecha reciente, la primera generación de Ismaelillo y su creador, recibieron un homenaje. La banda, la cual en saludo a su aniversario 40 realizó varios conciertos, se mantiene activa, con los nuevos integrantes de turno que mantienen vivo un legado. La fe no se ha marchitado, tantos años después.

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