Creado en: junio 1, 2021 a las 12:14 pm.

La distopía no es literaria o fílmica, es real

El arte como testigo de la pandemia: Hommage aux Soignants, obra del artista visual francés Olivier Lemennicier realizada en 2020

El mundo hace plegarias por su salvación, pero una enfermedad letal continúa asolando los cinco continentes.

Cualquier conjetura, por extraña que pudiera parecer, o no, se escucha en la actualidad: ¿Castigo divino ante la insolencia humana, la reacción de un planeta que -como consecuencia de la codicia de los poderosos- está sobreexplotado y reclama esta parada, otra selección darwinista en la evolución?

El peso de la incertidumbre resulta tan grande como esas preguntas.

Lo cierto es que las distopías literarias o fílmicas han palidecido ante la desolación de las imágenes sembradas en el imaginario por el nuevo coronavirus. Las escenas de caos y muerte observadas por la humanidad en naciones como Italia, Estados Unidos, Ecuador, Brasil o La India superan, en varios casos, lo leído o visto en las historias más aterradoras sobre el mañana.

Parte de dichas imágenes proviene, paradójicamente, de naciones occidentales, de la primera batería económica, donde los respectivos gobiernos, pese a los alertas de sus comités de inteligencia, no establecieron precauciones para tamaña pandemia y, por el contrario, limitaron presupuestos en función de la cobertura sanitaria.

Las muertes no cesan, las familias quebradas aumentan cada día en el planeta y, aunque ya se apliquen algunas vacunas u otros candidatos vacunales (como los cinco cubanos) estén próximos a iniciar su labor salvadora a escala masiva, el panorama aún dista de ser optimista.

No en balde hace pocas semanas el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó que la enfermedad no está cerca de erradicarse, debido en buena medida a la confusión y la complacencia para enfrentarla.

Tocamos un punto crítico. La trayectoria de la pandemia se encuentra en plena expansión, crece de forma exponencial, expuso entonces la persona al frente de la OMS.

Las unidades de cuidados intensivos en muchos países se desbordaron, la gente muere sin parar, y es totalmente evitable, remarcó, para más adelante reflexionar que no es la situación en la cual debe estarse tantos meses después del inicio de la pandemia, cuando se disponen de medidas de control eficaces.

Poco después, el 30 de abril, la OMS admitió definitivamente que el coronavirus se transmite por el aire. La propagación del virus a través de los aerosoles, pequeñas gotas emitidas al respirar y que pueden quedar flotando en el aire, fue incorporada ese día, con claridad por la estructura sanitaria global. Se trataba esta de una demanda de especialistas de todo el mundo quienes, desde hacía meses, la atribuían en tanto principal vía de contagio.

La afrontada hoy representa una lucha de la humanidad que puede ganarse, entre otros elementos, con conciencia. El distanciamiento físico, el empleo de nasobucos, lavarse las manos, ventilación, vigilancia, pruebas, rastreo de contactos, aislamiento, cuarentena de apoyo y atención funcionan para detener las infecciones y salvar vidas.

Lo anterior cuenta con toda la confirmación científica, mas cualquier cuidado extra no resultaría exagerado ante una pandemia que ha afectado ya hasta más de 165 millones de personas y provocado la muerte de más 3 millones, 500 mil.

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