Creado en: mayo 22, 2022 a las 08:45 am.

1959, un contexto diferente

Fotograma de la película Memorias del subdesarrollo

Por Milagros Álvarez Lelibre

El ensayo “Entre la integración y el negrismo. La problematica racial en la prensa cubana (1959)” resultó ganador en los Premios Calendario 2021, que otorga la Asociación Hermanos Saiz

El año 1959 marcó un punto de giro en la vida de millones de cubanos y cubanas, quienes, de diferentes maneras, vieron cambiar sus vidas, y mejor aún, contaban con la posibilidad de hacerlo. Si bien el nuevo proceso no fue asumido por toda la ciudadanía de igual forma, y solo momentos claves condicionarían su apoyo u oposición, es innegable que este no pudo pasar inadvertido y que sus alcances distaban mucho de ser pasajeros. Fueron el triunfo de la insurrección armada y de la insurgencia popular los primeros pasos para desarrollar a escala nacional un nuevo proyecto de país.

La victoria de la huelga general del 2 de enero y la llegada de Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara a la capital, para ocupar posiciones estratégicas desde el punto de vista militar y político, impidieron que se llevara a efectos un golpe de Estado y se formara un gobierno ajeno a las fuerzas revolucionarias. La entrada de Fidel Castro a La Habana significó la materialización simbólica y práctica del triunfo, así como el inicio de una nueva etapa de luchas. La constitución del Gobierno Revolucionario fue entonces la plataforma legal para desplegar la transformación de la sociedad sobre nuevas bases.

El Gobierno y la sociedad civil se movilizan contra la discriminación racial

El Gobierno Revolucionario cubano que asumió la dirección del país en enero estuvo caracterizado por una gran heterogeneidad, que iba desde el espectro clasista, hasta las posiciones ideológicas más variadas: confluyeron ideas representativas de un nacionalismo radical hasta líneas más conservadoras. Eso sí, tenían en común la pertenencia a generaciones cubanas herederas y portadoras de los valores históricamente progresistas dentro del pensamiento occidental.[1] A medida que fue avanzando el año, su composición fue variando, ganando en radicalidad y mayor homogeneidad, imprimiendo su sello a las medidas y leyes revolucionarias.

Por otra parte, la sociedad civil que llegó a 1959 era la misma que había visto su realización postergarse y que consideraba el nuevo contexto como el espacio en el que, efectivamente, sus demandas hallarían solución. Lo político dejaba de ser ámbito privado de grupos selectos para abrir de forma extraordinaria su rango a toda la población. De ahí que no pueda entenderse la labor del Gobierno y el empoderamiento de la sociedad de forma aislada y contrapuesta, sino dialécticamente relacionadas. Cada uno como la base de partida de la acción del otro.[2]

La problemática racial, desde el inicio del año, fue fuente de incertidumbres, más no de pasividad. Durante el periodo insurreccional había sido abiertamente manipulada y compleja. El régimen de Fulgencio Batista utilizó la “raza” como estrategia para restar apoyo a las fuerzas revolucionarias, mientras que algunos sectores de la oposición hicieron exactamente lo mismo para reforzar la campaña contra el Gobierno. De esta forma se transmitía dentro de la opinión pública que “los negros eran todos batistianos” o que estos no podían esperar nada de los revolucionarios.

Ambas visiones fueron reforzadas con la desacreditación de varias asociaciones negras por sus vinculaciones con la dictadura, en especial la Federación de Sociedades. La composición social del M-26–7 fue identificada como compuesta, en su mayoría, por personas blancas,[3] lo que reforzó la idea de un movimiento revolucionario contrario a las personas negras. A eso se unió el silencio casi absoluto de las fuerzas opuestas a Batista acerca de la discriminación racial. Ejemplo de ello fue que en “La Historia me absolverá” este tema no quedaba recogido como un problema específico.[4]

Esta conflictividad también atravesó el nuevo contexto de revolución. La falta de una declaración temprana y explícita por parte de la dirigencia del Gobierno aumentó en varios sectores sociales la expectación sobre la política que seguiría con relación a este tema. Si bien Fidel Castro en los primeros meses del año 1959 hizo algunas referencias a la discriminación racial, aún seguía siendo un tema ambiguo. Sin embargo, desde la prensa varios intelectuales, asociaciones y grupos sociales instaron a que la Revolución atendiera este problema y, sobre todo, que definiera los proyectos a implementar.

Iniciado el año, el PSP planteó como una de las tareas fundamentales la lucha contra la discriminación racial. Para ello abogaron por la emisión de una ley efectiva, la creación de un instituto de educación antidiscriminativa y la reorganización de las masas negras, despojándolas del mujalismo y de los agentes batistianos.[5] Por otro lado, el periodista de Diario Libre, Norberto Martínez Collado, llamó la atención a sus lectores para que pidieran una acción, contra la discriminación, “a las autoridades y de estas ustedes saben a quién: a Fidel o al ciudadano Presidente”.[6]

Varias asociaciones afrocubanas declararon su apoyo a la Revolución. El Comité de Integración y Orientación Social[7] llamó a todos sus activistas a reunirse para tomar importantes acuerdos. Otras pidieron audiencia al Gobierno para discutir planes de trabajo antirracistas previamente elaborados. También se conminaron entre ellas a pronunciarse contra la discriminación.[8] Incluso, jóvenes miembros destituyeron las directivas de sus respectivas sociedades para despojarlas del estigma de la vinculación con Fulgencio Batista. Legitimaban así su derecho a participar en el nuevo proyecto a disposición de la lucha antirracista. Era el ascenso a la vida pública de una nueva generación.[9]

El Gobierno Revolucionario, como parte del trazado de sus políticas de amplio beneficio popular, desplegó una serie de medidas con el objetivo de reconstruir la ciudadanía. Es decir, llevar a efectos prácticos y reales las demandas civiles continuamente postergadas. En esta acción se destacaron dos líneas fundamentales de aplicación de las medidas: la primera pasaba por la eliminación de las barreras raciales en el espacio público y en los empleos. La segunda fue el diseño de estrategias para crear oportunidades a los sectores más pobres de la sociedad, donde la población negra estaba ampliamente representada.[10]

El primer mes fue de muchas reuniones y pocos acuerdos, hecho que se agilizó considerablemente con la asunción de Fidel Castro como primer ministro el 13 de febrero. Sin embargo, la gestión local había tomado la iniciativa. Esta contaba con una libertad de acción importante, que le permitía ganar en autonomía y rapidez en la transformación social. En medio de este proceso tuvieron que enfrentar manifestaciones raciales de variada índole, ya fuera como promotores directos de medidas contra la discriminación o a través de gestiones que incidían en la población negra y mulata.

Muestra de ello fueron las acciones del capitán Calixto Morales, miembro del Movimiento 26 de julio, quien pasó a ser uno de los cubanos que polarizó la atención nacional. Al asumir el cargo de gobernador de Las Villas dio curso a una amplia campaña de integración racial que constituyó una afrenta al status quo racializado de Santa Clara. Sus medidas contemplaban el quiebre de las tradicionales barreras impuestas por la segregación en el parque Leoncio Vidal, el exclusivismo en la playa de Caibarién y atacaba el espacio privado con el desmantelamiento de las sociedades que restringían el acceso a personas negras y mulatas.[11]

Este hecho levantó graves contradicciones en Las Villas y en lo interno del grupo ventiseísta del que formaba parte. El 9 de febrero el periodista Guillermo Portuondo Calá refirió la existencia de problemas relacionados con el gobernador provincial, acusado de crear “la división de la familia villareña, con sus medidas revolucionarias”.[12] La situación devino en una crisis en lo interno del Gobierno, ya que Manuel Urrutia amenazó con renunciar a la presidencia si Morales no abandonaba su cargo. Este hecho fue zanjado con la intervención de Camilo Cienfuegos. El 21 de febrero asumía la gobernación de Las Villas el capitán Rodolfo Rodríguez de la Vega.[13]

La salida del cargo y las imputaciones esgrimidas contra Morales fueron consideradas “un gravísimo daño a la Revolución”[14] y levantaron no pocas voces en su apoyo. Los periodistas Diego Tamargo y José Pardo Llanusa dedicaron espacios televisivos para analizar la problemática y entrevistar al capitán. El doctor José Navarrete, médico de Santa Clara, y la ciudadana Mercedes Martínez, a través de la crónica de Portuondo expresaron su desacuerdo con la renuncia presentada. Desde Santiago de Cuba, la Federación de Sociedades Cubanas de Oriente envió un telegrama a Fidel Castro con relación a este asunto. Todo esto sin olvidar que el propio Calixto no era blanco.

Por otro lado, en el sector militar, el también capitán del Ejército Rebelde, Waldo Reina Chirino, dirigió la transformación del Club de Oficiales del Ejército en el Círculo Social de las Fuerzas Armadas. La labor se enfocó fundamentalmente hacia la eliminación de la segregación racial en dicho establecimiento, el cual, pese a no cerrarles las puertas a las personas negras, mediante hirientes y violentas humillaciones les proscribía su entrada. También se propuso quebrar las barreras que concedían, a las altas jerarquías, mayores privilegios que a los de baja graduación.[15]

Otro trabajo importante lo realizó la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), de la cual era jefe el comandante Efigenio Ameijeiras. Su labor estuvo coordinada con el resto de los miembros de este organismo en distintas localidades del país. Entre las acciones desarrolladas se destacaron las campañas contra el tráfico de drogas, la delincuencia y la creación de centros con fines educativos. Ejemplo de ello fue la inauguración del Centro Juvenil de Orientación Social, cuyo propósito era prevenir la delincuencia entre los niños de las zonas cercanas y garantizar su asistencia diaria a las clases de la Escuela Pública.[16]

Sobre esta misma línea de profilaxis social, el Gobierno Revolucionario implementó una variedad de programas de educación, salud pública y seguridad social que permitían explotar el potencial subutilizado en la sociedad por el viejo sistema. Sus ejecutores estaban nucleados en torno a un humanismo racional, que en esos tiempos encontraba su expresión tanto en el liberalismo como en el marxismo. Esa filosofía de pensamiento definía a la sociedad en términos humanos y razonables, rechazaba toda forma de conservadurismo filosófico o teológico, era esencialmente optimista y creía en la calidad de lo mejorable.[17] Fue precisamente este sentido común el que le imprimieron a las reformas que se desplegaron a lo largo del año 1959.

Creado el Ministerio de Bienestar Social a inicios de febrero, este se dio a la tarea de desarrollar campañas contra la mendicidad infantil y el desempleo. El principal esfuerzo se dirigió a llevar a la conciencia del pueblo que los recursos sociales del Estado son su patrimonio y que este los utiliza por derecho propio.[18] Si bien tenía como base el asistencialismo, lo transgredió para insistir en la capacitación de los hombres y mujeres, y ponerlos en condiciones de ganarse la vida utilizando sus aptitudes innatas. También proporcionó los recursos necesarios para instalar un pequeño comercio o iniciar una labor productiva.[19]

Conjuntamente, se desarrolló un importante plan habitacional dirigido por el Instituto Nacional de Reforma Agraria en las zonas rurales, y el Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda, para los pueblos y ciudades. Este último nació como un organismo autónomo, con ingresos provenientes de la renta de la lotería nacional y el fondo de pensiones de seguridad social.[20] Solo en 1959 comenzó y/o completó alrededor de diez mil casas. Aunque en la práctica no logró resolver este problema, debido a la inmensa escasez heredada, sí fue capaz de detener su aumento.

En relación con el ámbito educacional, el Ministerio de Educación obtuvo importantísimos avances. Desarrolló un programa de expansión de las escuelas, en número y de las ciudades a las zonas rurales. Para ello fueron convertidas en escuelas, cuarteles y centros de adiestramiento del antiguo ejército y la ciudadanía puso a su disposición cientos de locales en edificios no escolares. Introdujo enfoques nuevos en la pedagogía y el plan de estudios a partir de una educación progresiva no ortodoxa. Era la formación de una escuela, en muchos sentidos, humanística, dirigida a llevar al individuo la cultura general todavía indiferenciada y la capacidad básica para pensar y saber conducirse en la vida.[21]

De vital importancia fueron las leyes de control de precios, dígase las rebajas de alquileres, la reducción de las tarifas telefónicas y el valor de las medicinas. Dichas medidas contaron con la aprobación de la mayoría de las clases sociales y beneficiaron a una amplia población negra, fundamentalmente urbana.[22] La declaración del uso libre de las playas y su plasmación en una ley constituyó un paso definitivo en el desmontaje de las desigualdades sociales, dignificando y ampliando las oportunidades de los sectores hasta entonces preteridos.

La Ley de Reforma Agraria fue promulgada el 17 de mayo de 1959 (CC)

La Reforma Agraria fue otro elemento decisivo en los cambios que experimentó la sociedad. Esta se alzó como el vórtice de la transformación radical que buscó generar la Revolución. Iba más allá de la mera redistribución de títulos de propiedad, para convertirse en la base institucional de todo el programa de diversificación y desarrollo económico. En el éxito de esta ley descansó, en gran medida, la eliminación del desempleo y la posibilidad de aumentar los salarios de los trabajadores. No fueron pocas las personas que vieron en la reforma un fuerte golpe a la discriminación racial, por el impacto que esta generaría en las economías de las personas más pobres.[23]

Si bien estas medidas no se tomaron atendiendo a variables raciales, tampoco se hicieron excluyendo de sus beneficios a nadie por el color de la piel. La población negra y mulata del país estaba muy bien representada entre los beneficiarios de estas políticas y no precisamente por acaparamiento de oportunidades. El desempleo era bastante elevado dentro de este grupo poblacional, no solo por la falta crónica de puestos de trabajos, sino también por la discriminación racial. A su vez, la mendicidad y la delincuencia, asociadas a la pobreza y la marginalización social, hacían fuertes estragos en este grupo, elemento que la crónica roja de los periódicos intencionalmente resaltaba a diario.

Aun así, muchos hombres y mujeres veían el nuevo proceso con cierto recelo. Hasta el momento no era más que otro gobierno de hombres blancos, que parecía mejor que los anteriores. Sería el domingo 22 de marzo lo que marcaría un giro decisivo dentro de la Revolución, un quiebre, en muchos sentidos, con el periodo anterior. Fue el discurso de Fidel Castro, en el que abordó ampliamente el tema de la discriminación racial y la voluntad política del gobierno de acabar con ella, lo que haría que, para muchos hombres y mujeres negros, comenzara realmente la Revolución.[24]

El primer ministro conocía lo problemático que resultaría abordar el tema racial. En fechas anteriores había hecho referencia a esto, aunque solo de forma parcial.[25] En las lecturas de sus discursos pronunciados en los primeros meses del año puede apreciarse una paulatina introducción del tema, que devino en las declaraciones del 22 de marzo, ya con toda intención. La principal línea discursiva estuvo enfocada hacia el reconocimiento de la existencia de la discriminación racial en el país y la intención de la Revolución de abordarlo junto con otros problemas. No es casual que mientras Fidel Castro está hablando frente al Palacio Presidencial, Raúl Castro ofrezca declaraciones contra la discriminación racial, el mismo día, pero en los salones de la asociación Club Atenas, lo cual tuvo un evidente mensaje simbólico.[26]

Las reacciones fueron diversas, desde un descontento abierto hasta críticas sordas. El director de la revista Bohemia consideró que un gran número de cubanos, si habían estado de acuerdo con las medidas tomadas, nunca lo estarían en lo referente a la igualdad racial;[27] mientras que varias personas negras declararon que no estaban pidiendo el acceso a los salones de nadie, ni a las listas de asociaciones de ningún club. La batalla se concretaba en el acceso al empleo sin exclusiones de ningún tipo.[28] Otros difirieron de la propuesta del primer ministro de recurrir a la educación y la persuasión, y no a la vía legal, como forma de luchar contra la discriminación.

El debate público a nivel de calle, de mayor agudeza, es más difícil de rastrear. Las confrontaciones y desacuerdos no se dejan ver claramente sino a través de las referencias de aquellos dotados de voz en los periódicos. Luego del discurso de Fidel Castro son muchos los artículos que hicieron referencia a las contradicciones que este generó, aunque fuera de soslayo. La comparecencia de prensa del premier el 25 de marzo y el 29 del mismo mes en Güines fueron prueba de ello. La primera fue para clarificar el discurso del 22, mientras que la segunda fue la plataforma para referirse a la falta de comprensión de la ciudadanía al abordar este asunto.[29]

No hubo que esperar hasta la firma de la Ley de Reforma Agraria para que se produjera la primera gran polarización de la opinión pública. Las divisiones que provocó el primer discurso de Fidel Castro sobre la problemática racial fueron más confusas que las que tendrían lugar después del 17 de mayo, puesto que rebasaban las líneas de las clases sociales, e incluso del color de la piel; solo que esta primera crisis fue zanjada por medio de las posteriores declaraciones del premier, los llamados de varios miembros de la sociedad civil a la calma, a tener paciencia y a no alarmarse. Los silencios también hicieron su parte.[30]

A pesar de la oposición generada, el discurso del 22 de marzo significó la democratización y masificación de un asunto que, hasta entonces, solo había vivido luchas parcializadas y la resistencia de las estructuras del Estado y las clases hegemónicas a afrontarla directamente. Pero su mayor importancia radicó en la movilización social que tras ella tuvo lugar. Esta se expresó en la creación de Comités de Integración a niveles locales y de sindicatos, la realización de fórums, conferencias y publicaciones de artículos de diversos intelectuales y, por último, la formación de movimientos integracionistas articulados con perspectivas nacionales. En estos esfuerzos se imbricaron partidos y agrupaciones políticas con asociaciones afrocubanas.

Las articulaciones de mayor importancia fueron las vertebradas en abril de ese mismo año: el Movimiento de Orientación e Integración Nacional dirigido por el profesor universitario Elías Entralgo, en coordinación con el PSP, y la Campaña Pro Integración Social conducida por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), el Club Atenas y Unión Fraternal. El primero tuvo entre sus objetivos luchar por la creación de un organismo con autonomía del Estado, que garantizara la aplicación del artículo 74[31] y agrupara a las masas en una gran actividad que condujera a la real integración.[32] Mientras que el segundo promovió conferencias de intelectuales y académicos como parte de una campaña educativa y de persuasión.

Por otro lado, diferentes grupos, compuestos fundamentalmente por personas negras, se asociaron con el objetivo de impulsar la lucha contra la discriminación desde una propuesta concreta, dígase la aplicación del Artículo 74 de la Constitución y sus respectivas leyes complementarias. Muestra de ello fueron el Instituto Cubano de Confraternidad Social, dirigido por Pastor Albear. Otras optaron por la revitalización de la actividad de las federaciones, entre ellas la de Sociedades Negras,[33] como línea directriz de un movimiento racialmente definido.

El colectivo que se inclinó por esta vía había intervenido dicha federación a inicios de enero, bajo la dirección del abogado afrocubano Juan René Betancourt. Su intento fue articularla con la Organización Nacional de Rehabilitación Económica (ONRE),[34] para impulsar la lucha contra la discriminación en un contexto todavía incierto con relación a esta problemática. Dentro de sus acciones estuvieron la redacción de un artículo para el periódico Revolución y la revista Bohemia,y el envío de telegramas a las más de dos mil personas que aparecían relacionadas con la Federación de Sociedades Negras. Además, desde los estudios de la CMQ-Radio, en el programa Universidad del Aire ofrecieron una conferencia para fijar su posición en los momentos actuales.

A lo largo del año surgieron un grupo de instituciones que contribuyeron igualmente a la lucha contra la discriminación racial.[35] Una de ellas fue el Teatro Nacional, el cual albergó un proyecto cultural-educativo de gran importancia. A partir de aquí la subversión del género fue cada vez más vertiginosa y posibilitó que subieran a escena realidades provenientes de un mundo hasta entonces ausente de nuestra dramaturgia: la de las personas marginalizadas. También el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) fundado el 24 de marzo de 1959, promovió la creación de nuevos documentales con una mirada hacia la vida popular, entre ellos, la vida de las personas negras.

La creación de la Imprenta Nacional de Cuba, en marzo, y de la Casa de Las Américas, en abril, significó un paso de avance en la promoción de literatura relacionada con la problemática racial y de personalidades negras y mulatas del mundo del arte, tanto cubano como extranjero.[36] Como señalara la investigadora Ana Cairo, en el año 1959, y claro, en toda la década del sesenta, “cine, literatura, música, artes plásticas, historiografía forman parte de un complejo debate”.[37]

La fotografía también adquirió especial relevancia como medio idóneo para visualizar — porque una imagen vale más que mil palabras — el proceso de integración social. Asimismo, la cartelística y la caricatura jugaron un papel fundamental. Fue a partir de 1959 que estas se vuelven predominantes, sobre todo la primera, en la reproducción de un mensaje visual afirmativo de aquellos sectores sociales hasta entonces fuera de la historia oficial.[38] No obstante, también contribuyó al mantenimiento de un discurso racializado y peyorativo hacia lo negro.

Foto tomada en horas de la tarde del 26 de julio de 1959 en concentración efectuada frente a la Biblioteca Nacional para conmemorar el 6° aniversario del asalto al Cuartel Moncada, ese año fueron invitados 500 mil campesinos de todo el país / Foto de Alberto Korda

Mientras esta campaña antirracista se efectuaba, paralelamente convergieron importantes líneas de acción en sentido contrario. La sociedad negra El Progreso, de Pinar del Río, denunció la negativa del comisionado municipal Orlando Díaz Pío de integrar a personas negras en las comparsas de Guanajay.[39] Más tarde, el ciudadano José Antonio Medina denunció que, desde el discurso de Fidel Castro, “la discriminación en el campo de las oportunidades laborales está tomando proporciones alarmantes. Estamos siendo objeto de privaciones en los centros de trabajo oficiales de nuestro pueblo y en especial, en las obras que se realizan en las calles bajo el Ministerio de Obras Públicas”.[40]

Con motivo de estos acontecimientos, en el mes de junio, en la crónica “Motivos sociales” se registró una segunda ola de acciones contra la discriminación racial. Muchos de los nuevos grupos se habían desgajado de los constituidos a finales de marzo, pues consideraban que estos habían sido incapaces de promover una política efectiva en este sentido, diluyéndose en reuniones y muy pocas acciones concretas. Cuestionaron la poca importancia que varios comités integracionistas le habían concedido a la aplicación de la Ley 74 y su sobrevaloración de la prédica persuasiva, incapaz de abrir los centros de trabajo a los ciudadanos negros y en muchos sentidos retardatoria.[41]

Como resultado, se creó el Comité Pro Ley Complementaria del Artículo 74 de la Constitución, el cual llevó adelante la recogida de quinientas mil firmas para demandar la aplicación de dicha ley. Se abrieron cursos de capacitación intensiva que permitieran a las personas negras rebasar esa sutil pero firme barrera de la experiencia. El Instituto Cubano de Confraternidad Social elaboró un proyecto de ley que fue enviado a Fidel Castro por vía de Roberto Agramonte, ministro de Estado.

La tendencia discriminativa se mantuvo a lo largo de todo el año. En la “invasión guajira” para conmemorar el aniversario del 26 de julio, muchos anfitriones demandaron blanquitud en la piel de sus inquilinos; las polémicas en torno al cierre del Colegio de las Comadronas se manifestaron en variables raciales y los sectores eléctrico y bancario denunciaron desplazamientos de personas negras. En octubre, en la Plenaria Obrera del Directorio Revolucionario, se alegó que no se había obtenido ninguna ganancia objetiva, pues la discriminación racial en los centros de trabajo era una realidad pavorosa que iba en aumento.[42]

En ese mismo mes se inició un proceso de depuración de sociedades, especialmente aquellas que se habían destacado por su estrecha vinculación con la dictadura.[43] Hacia mediados de noviembre se anunció, por resolución del Gobierno Revolucionario, la invalidación del nombramiento del doctor Juan René Betancourt como delegado- interventor de la Federación de Sociedades Negras, designándose en su lugar al señor Jesús María Balmaseda Pérez.[44]

Este proceso agravó la crisis de legitimidad de las asociaciones afrocubanas, hecho que señaló el periodista Guillermo Portuondo Calá. Advirtió que en la mente de más de un directivo se había alojado un cierto complejo de mea culpa, producto de pasadas vinculaciones con la dictadura de Fulgencio Batista. Esa realidad los obligaba a buscar refugio en una posición de aparente discreción, invalidándolos desde todos los puntos de vista. Ante esto, Portuondo llamó a acometer una renovación total de los cuadros directrices de las instituciones, para estimular la incorporación de gente valiosa a la lucha. “De lo contrario — alertó — , el error se va a pagar caro”.[45]

En La Habana, un grupo de sociedades se dio a la tarea de crear un organismo que mantuviera como objetivo primordial la lucha por las demandas de la comunidad.[46] La intención fue lograr una articulación nacional de todas las sociedades federadas del país, bajo el nombre moderno de Orientación e Integración Nacional. Todo esto coincidió con movimientos similares iniciados en las provincias de Pinar del Río, Camagüey y Oriente.

Las acciones y la lucha contra la discriminación también siguieron operando. Continuaron creándose comités de integración racial en diversas regiones del país. La dirección de Cultura organizó un ciclo de conferencias sobre integración en la música, las artes plásticas, poesía y luchas sociales. Salió a la vida pública la Editorial Lid, dirigida por Sixto Gastón Agüero, en un esfuerzo por dotar la lucha antirracista de base científica para enriquecer el debate. También se logró la integración del parque Leoncio Vidal en Santa Clara, para finales de año.

Por parte de la dirigencia revolucionaria, las referencias al tema se enfocaban cada vez más en la discriminación como un hecho pasado, o que en breve tiempo sería removido de la vida nacional. Se expresó que: “estamos resolviendo, incluso, aquellas taras que venían de muy atrás, como era la tara de la discriminación racial, que nosotros, mediante un proceso educativo, mediante un proceso de formación de conciencia, mediante procedimientos persuasivos, estamos poniéndole fin a esa tara que otros países no han podido superar todavía”.[47] También se consideró “que la discriminación del negro en la escuela y en el trabajo no volverá”.[48]

La posibilidad de un conflicto armado o de una intervención extranjera matizó considerablemente la problemática racial y puso sobre la mesa la necesidad práctica de la unidad. Cualquier intento de establecer divisiones por el color de la piel constituía una afrenta a la supervivencia de la Revolución. Incluso el calificativo de razas se consideró que debía desaparecer,[49] y los pensamientos martiano y maceísta se imbricaron como estandartes de la nueva civilidad, porque nada debía pedirse a título de negro o blanco, sino de cubanos, que es más que blanco, más que mulato, más que negro.

Esta situación fue un catalizador del proceso de eliminación de las barreras discriminatorias en el espacio público. A su vez modificó de forma ostensible las relaciones entre personas blancas y negras. La creación de milicias obreras para la defensa también contribuyó a este proceso. Muchos palpaban, finalizando el año, que “el cubano se siente más cerca espiritualmente del cubano […] con la convicción de que el vecino o cualquier ciudadano puede ser mañana el compañero de trinchera si las circunstancias nos imponen el combate patriótico”.[50] Pero también invisibilizó realidades específicas que distaban mucho de desaparecer.

Notas

[1] [1] V. Leo Huberman y Paul Sweezy: Cuba, anatomía de una Revolución, p. 161.

[2] [2] Para una mejor comprensión de la realización de la sociedad civil cubana con el triunfo del 1.o de enero y el inicio de la identificación Estado-sociedad civil, consultar: Reynier Abreu Morales: Cuba 1959. ¿Una nueva civilidad?

[3] [3] Señaló Alejandro de la Fuente que, aunque ninguna evidencia concreta podía presentarse para corroborar tal afirmación, los observadores consideraron que las personas negras y mulatas estaban poco representados en el movimiento y que su base social fundamental era de clase media. V. Alejandro de la Fuente: Ob. cit.,p. 324.

[4] [4] Para comprender y profundizar en la manipulación y complejidad de la problemática racial cubana durante la lucha a la dictadura de Fulgencio Batista, consultar: Alejandro de la Fuente: Ob. cit., pp. 322–330.

[5] [5] Titulares de prensa sobre la labor del PSP: “Declaraciones del PSP: El derrocamiento de la tiranía y las tareas inmediatas”, 6 de enero, primera plana; “Tesis sobre la situación actual”, 11 de enero, pp. 2 y 3; “La respuesta adecuada al imperialismo”, 23 de enero, primera plana-p. 4; “El programa inmediato de la Revolución”, 25 de enero, primera plana-p. 2. En: Noticias de Hoy. (El lugar y año de las publicaciones periódicas referenciadas es La Habana, 1959).

[6] [6] Norberto Martínez Collado: “El pueblo avanza”, Diario Libre, 10 de marzo, p. 8.

[7] [7] Creado durante el periodo de enfrentamiento a la dictadura de Fulgencio Batista. Al triunfo de la Revolución asumió su dirección como presidente provisional Luis Moreno, dirigente tabacalero, y Marcelino de la Cruz Mitjans como orientador social. Fue la base del posterior Movimiento de Orientación e Integración Nacional que dirigiría Elías Entralgo.

[8] [8]“Que se defina en el caso racial la Federación de Sociedades Cubanas de La Habana”, Noticias de Hoy, 26 de febrero, p. 3.

[9] [9] “Brinda apoyo a la Revolución el Club Atenas”, El Mundo, 16 de enero, p. A-5; “Junta provisional en el Club Atenas”, El Mundo 25 de enero, p. D-4; “Adhesiones. Federación de Sociedades Negras”, El País, 13 de enero, p.11.

[10] [10] V. Alejandro de la Fuente: Ob. cit., p. 343.

[11] [11] V. Guillermo Portuondo Calá: “Labor de cubanía en Las Villas”, El País, 26 de enero, p. 2. [Sobre la cobertura al problema de Las Villas en relación con la labor de Calixto Morales pueden consultarse, además, los siguientes artículos: Guillermo Portuondo Calá: “El gobernador de Las Villas”, 9 de febrero; “En beneficio de la comunidad”, 20 de febrero; “Síntesis”, 20 de febrero; “Dr. José G. Castellanos”, 26 de febrero. En: El País, p. 2; “Inician labor de integración en Las Villas”, El Mundo, 25 de enero, p. D-2; “Medidas contra la discriminación en Las Villas”, Diario Libre, 15 de febrero, p. 11. “Los yanquis, consejeros no solicitados”, 30 de enero, primera plana-p. 2; “La renuncia del Gobernador de Las Villas”, 31 de enero, primera plana-p. 4. En: Noticias de Hoy].

[12] [12] Ibídem. (Según refiere Luis Buch, los argumentos fueron otros, tales como que “cometía arbitrariedades y era apoyado por los comunistas”. V. Luis Buch y Reinaldo Suárez: Gobierno Revolucionario Cubano. Génesis y primeros pasos, p. 125).

[13] [13] Luis Buch y Reinaldo Suárez: Ob. cit., p. 125.

[14] [14] Guillermo Portuondo Calá: “El gobernador de Las Villas”, El País, 9 de febrero, p. 2.

[15] [15] “Erradicado el racismo de un club militar”, Noticias de Hoy, 19 de marzo, p. 4.

[16] [16] “Inauguran Centro de Orientación Juvenil”, Diario Libre, 3 de marzo, p. 12.

[17] [17] V. Leo Huberman y Paul Sweezy: Ob. cit., p. 161.

[18] [18] V. “Señalan importancia de la labor del Trabajador Social”, Diario Libre, 10 de noviembre, p. 5.

[19] [19] V. “Será erradicada totalmente la mendicidad infantil”, Diario Libre, 10 de marzo, p. 11. (Entrevista a Elena Mederos por Mary García Torres).

[20] [20] En febrero se aprobó un proyecto de ley que permitió la supresión de la Renta de la Lotería Nacional con el objetivo de ahorrarle al pueblo lo que perdía en el juego e invertir los fondos que se pudieran allegar para la solución del problema de la vivienda en el país. Su dirección estuvo a cargo de Pastorita Núñez.

[21] [21] V. Antonio Gramsci: La formación de los intelectuales, p. 139.

[22] [22] Según los censos de 1953, el 60,5 % de la población negra vivía en zonas urbanas. V. Leví Marrero: Geografía de Cuba., p. 160.

[23] [23] La Reforma Agraria también equivaldría a mejorar considerablemente la situación de las personas negras como miembros del campesinado cubano. Si bien la representación que se había construido de los campesinos como grupo social era el de un sector blanco, es preciso destacar que dentro de este existía una población rural negra que no podía soslayarse. Aunque evidentemente las áreas rurales contaban con una población blanca mayoritaria que, según el censo de 1953, ascendía al 54,3 %. V. Leví Marrero: Ob. cit.,p. 160.

[24] [24] En una entrevista de la autora con el investigador Tato Quiñones, este refirió: “El triunfo de la Revolución me resbaló. Yo me fijo en Fidel Castro y la Revolución cuando el discurso de Fidel y al año siguiente ya estaba metido en las milicias esperando a los americanos”. “Es precisamente con el discurso del 22 de marzo de 1959 que muchos dicen: ¡Espérate, que esto ya es conmigo!”.

[25] [25] V. Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz en la empresa petrolera Shell, el 6 de febrero de 1959 (versión taquigráfica de las oficinas del primer ministro); Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz en el resumen de la Asamblea Extraordinaria de los empleados de la Compañía Cubana de Teléfonos, el 6 de marzo de 1959 (versión taquigráfica de las oficinas del primer ministro); Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz en la Sesión Plenaria celebrada por el Comité Conjunto de Instituciones Cívicas Cubanas, el 16 de marzo de 1959 (versión taquigráfica de las oficinas del primer ministro).

[26] [26] Raúl Castro: “Terminará la discriminación racial y social”, Diario Libre, 24 de marzo, primera plana-p. 3.

[27] [27] V. Antonio Núñez Jiménez: En marcha con Fidel, 1959, p. 113.

[28] [28] V. “Apoyan a Fidel Castro en la lucha contra la discriminación racial”, El Mundo, 28 de marzo, p. A-5.

[29] [29] V. “A este pueblo nuestro, de Maceo y de Martí, no lo volverán a oprimir”, Noticias de Hoy, 24 de marzo, primera plana-pp. 5 y 6 (Sobre el discurso de FidelCastro el 22 de marzo); “Esta revolución no se hizo para combatir ni defenderá nadie en particular”, Diario de la Marina, 26 de marzo, primera plana-p. A-2 (Sobre la comparecencia de Fidel Castro en televisión el 25 de marzo).

[30] [30] En el discurso del 29 de marzo en Güines, el mismo premier afirmó que, tras su discurso del día 22 de marzo: “salieron los sembradores de intrigas, salió la gente de algunos lugares aristocráticos y no aristocráticos a intrigar. Era como si hubiera revuelto todos los prejuicios que yacen en el fondo del pueblo porque los hemos heredado a través de los siglos”. (Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del Gobierno revolucionario, en Güines, el 29 de marzo de 1959).

[31] [31] Artículo 74: El Ministerio del Trabajo cuidará, como parte esencial, entre otras cosas, de su política social permanente, de que en la distribución de oportunidades de trabajo en la industria y en el comercio, no prevalezcan prácticas discriminatorias de ninguna clase. En las remociones de personal y en la creación de nuevas plazas, así como en las nuevas fábricas, industrias o comercios que se establecieren, será obligatorio distribuir las oportunidades de trabajo sin distingo de raza o color, siempre que no satisfagan los requisitos de idoneidad. La ley establecerá que toda otra práctica será punible y perseguible de oficio a instancia de parte afectada. V. Hortensia Pichardo: Documentos para la historia de Cuba. IV. Segunda parte. p. 346.

[32] [32] Entrevista a Elías Entralgo. En: Archivo Elías Entralgo, carpeta 50, Biblioteca Nacional.

[33] [33] La Federación Sociedades Negras fue creada en los años treinta. En 1936 cambió su nombre por Federación de Sociedades Cubanas. Al triunfo de la Revolución, el grupo que intervino revolucionariamente esta institución decidió regresarla al nombre original. Este hecho fue muy criticado y, aunque legalmente se mantuvo la segunda denominación y la mayoría de los periódicos se referían a la federación como Sociedades Cubanas, sus integrantes firmaban sus artículos o declaraciones como Sociedades Negras. Por dicha razón, en este trabajo se ha mantenido su nombre original, como forma de visibilizar la propuesta de quienes asumieron su dirección en 1959. Además, permite enfatizar en las visiones y contradicciones de aquellos hombres y mujeres contemporáneos al inicio de la Revolución.

[34] [34] La ONRE fue una organización creada en la década del cincuenta por Juan René Betancourt, como medio de impulsar un movimiento autónomo racialmente definido en la lucha contra la discriminación racial en Cuba. Surgió de la decepción de sus integrantes con los resultados de los diversos movimientos antirraciales que existían hasta el momento y con el fracaso de los gobiernos republicanos en solucionar el problema de la discriminación racial en el país. V. Alejandro de la Fuente: Ob. cit., pp. 320 y 321.

[35] [35] V. Ana Cairo Ballester: “La problemática racial en la cultura de la Revolución”. p. 449.

[36] [36] Entre los artistas negros y mulatos que se presentaron en Casa de las Américas estuvo el norteamericano William Warfield, notable intérprete de la ópera Porgy and Bess, el cual ofreció su primer concierto en Cuba en el acto de inauguración de dicha institución.

[37] [37] Ana Cairo Ballester: Ob. cit., p. 457.

[38] [38] Ibídem, p. 450.

[39] [39] V. “A Guanajay no ha llegado la integración nacional todavía”, Noticias de Hoy, 10 de mayo, primera plana-p. 4.

[40] [40] “Síntesis”, El País, 25 de mayo, p. 2.

[41] [41] V. Guillermo Portuondo Calá: “Acto integracionista”, El País, 2 de junio, p. 2.

[42] [42] V. “Plenaria Obrera Revolucionaria del 13 de marzo”, El País, 24 de octubre, p. 9. (Esta plenaria fue celebrada los días 24 y 25 de octubre de 1959).

[43] [43] V. “Depuración de sociedades”, El País, 10 de septiembre, p. 3.

[44] [44] V. “Intervención de sociedades”, El País, 19 de noviembre, p. 6.

[45] [45] V. Guillermo Portuondo Calá: “Perspectivas”, El País, 29 de agosto, p. 2.

[46] [46] V. “Reunión de sociedades”, El País, 18 de diciembre, p. 2.

[47] [47] Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto de apertura de la primera Plenaria Revolucionaria de la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros en el Palacio de los Trabajadores el 15 de diciembre de 1959. (Versión taquigráfica de las oficinas del primer ministro).

[48] [48] Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del Gobierno Revolucionario, a los empleados del Comercio, el 20 de diciembre de 1959. (Versiones taquigráficas-Consejo de Estado).

[49] [49] V. “Unidad cubana sin discriminaciones”, El País, 24 de septiembre, p. 7.

[50] [50] José L. Fernández: “Alegres; pero en guardia”, Diario Libre, 23 de diciembre, primera plana-p. 8.

Tomado del Caimán Barbudo: https://medium.com/el-caim%C3%A1n-barbudo/1959-un-contexto-diferente-14c380ba266a

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