Creado en: octubre 9, 2023 a las 07:59 pm.

Alexis Ayala Wilson: Un guantanamero como yo y Komotú

Por Sandra D. Bory Castellanos

Alexis Ayala Wilson es sencillo y educado. Su sinceridad es abrumadora y, en ocasiones, sus palabras e ideas parecen interminables, pero es la alegría de su mirada, la vivacidad de sus expresiones y lo espontáneo de sus ocurrencias los rasgos que lo delatan como el talentoso humorista que es.

Director del grupo Komotú, artista reconocido e informático dedicado, su historia es la impronta de un hombre que ha sabido cargar con el peso de mantenerse a la vanguardia del humorismo en Guantánamo y en Cuba durante casi tres décadas.

Cuenta que, desde muy joven, empezó a hacer humor. Estudiaba aún en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas José Maceo cuando la necesidad de escribir y de actuar lo impulsó a crear su primer grupo con compañeros de escuela, pero no fue hasta el cuarto año de la universidad que decidió lanzarse a la aventura de las artes escénicas. Así nace Katarsis, que pese a su condición de agrupación aficionada, llegó a tener reconocimiento nacional.

“Me gradué en 1994, en el mismo año del surgimiento de Komotú. Un conocido de un amigo mío me había visto actuar en una fiesta y se interesó en mí. Me vio con la inquietud y el talento, y me contactó. Nosotros, junto con otros compañeros, fuimos los fundadores del grupo”, recuerda.

En 1996 fue escogido para participar en el Primer Curso de Verano para Humoristas, desarrollado en el entonces Instituto Superior de Arte, en La Habana. “Ahí estaba gran parte de los artistas destacados en la década de los 90 en nuestro país. Muchos de ellos ya no se dedican al humor, otros viven en el exterior, pero sin duda, la calidad era evidente. Tanto de alumnos como de profesores”, rememora.

A pesar de su consagrada labor como humorista, nunca ha abandonado su profesión universitaria. “Soy ingeniero electrónico, y también artista. Me he dedicado a ambas, aunque ha sido agotador y extenuante en ocasiones. Hay momentos en los que solo la actuación es avasalladora. Lidiar con viajes, presentaciones y ensayos, de conjunto con mis demás responsabilidades es todo un reto”, confiesa, pero todo ha sido posible gracias a la ayuda constante de sus allegados.

“Nunca me he sentido abandonado por mis compañeros. Jamás han puesto objeción alguna cuando no estoy, a pesar de que les ha tocado asumir parte de mis responsabilidades. Ellos me han facilitado todo el proceso, y se los agradezco infinitamente”, reconoce.

Alexis tiene su propia concepción del humor: “No comparto el término de humor inteligente. No soy un especialista para decir que el término está mal empleado, pero es mi criterio, porque al humorista no le puede faltar la inteligencia.

“En las artes, una cosa es lo risible y cómico, y otra el humor. En este, interviene la inteligencia desde que lo creas y lo proyectas. En cada punto debe sobresalir la inteligencia humana. Es indispensable para cada humorista, además de la vis cómica”, asegura.

No sorprende cómo, después de tantos años dedicados al arte de hacer reír a los demás, esta práctica forma parte de su cotidianidad. “El humor influye en mi manera de apreciar las cosas. Se va convirtiendo en un modo de vida y ayuda a cambiar la perspectiva de todo. Reírse de los problemas es sufrir menos. Funciona la risa, entonces, como coraza para lidiar con las preocupaciones”, expresa.

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Miguel, Yasnai y Ana Chelys (de izquierda a derecha) son los otros integrantes del grupo humorístico.

Veintinueve años de ser Komotú

“Al comienzo éramos un grupo de personas, algo experimental, pero nos dimos cuenta de que ese formato tan grande no era viable para el tipo de espectáculos que hacíamos. Por eso, en 1996 decidimos separarnos. Éramos amigos, pero lo necesitábamos, y nos quedamos cuatro”, recuerda.

Los primero pasos de Komotú en el mundo de la comedia fueron certeros. “La participación en nuestro primer Festival Aquelarre del Centro Promotor del Humor, fue sorprendente. No es común que de nuestra tierra florezca tanto el humor, como la danza y otras manifestaciones. Por eso asombramos a muchos, por ser guantanameros. La competencia era muy fuerte. Llegar nuevos y, además, resultar premiados fue simplemente increíble”, evoca.

Del curioso nombre comenta que “surge de la unión de las palabras como y tú. La K es heredada de Katarsis, mi antigua agrupación, y como nos dedicábamos al humor, parecía perfecto. No siempre fui su director. Hemos tenido varios integrantes a lo largo de los años, hasta los actuales: Miguel, Yasnai, Ana Chelys y yo”.

La versatilidad, además del ingenio, es otra de las características de Komotú. “Hemos tenido programas en la televisión y la radio. Esta última supuso un gran reto para mí. Estoy acostumbrado a actuar en teatros y normalmente exploto mi parte gestual como una ventaja, pero en la radio es necesario narrar, contar, para lograr la comprensión de ese nuevo público. Esa es su magia”, admite.

La única agrupación guantanamera cuyos integrantes son todos miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, realiza una labor integral, desde la puesta en escena hasta cada uno de los procesos colaterales. “En mi condición de informático me dedico al trabajo en redes sociales, a personalizarlas y hacerlas cada vez más a nuestra imagen. Miguel, por su parte, se dedica a escribir los guiones, aprovechando las potencialidades de cada cual. En ese sentido, siempre digo que soy el director administrativo y Miguel el artístico. Por eso, él siempre se lleva el premio por su talento y yo, los palazos”, bromea.

Recrear el escenario social actual, con todos sus matices, sin dejar de lado el humor es otra de sus premisas. “El público no perdona que, haciendo sátira social, no tratemos temáticas actuales y que los identifiquen. Martí decía que el humor es un látigo con cascabeles en la punta, y de eso va un poco, de denunciar y representar la realidad tal cual, tocando la llaga, pero sin olvidar la diversión como verdadero propósito.

“El grupo, con sus 29 años recién cumplidos -expone Alexis-, sigue tratando de adaptarse, sin perder la sutileza y la sugerencia, de renovarse y reinventarse, ya que el público juzga, cuestiona, distingue, opina. Adaptarnos al contexto sin perder la frescura”.

Profetas en su propia tierra

“Me siento orgulloso de ser guantanamero”, dice, y más que cualquier rastro de emoción visible en su rostro, lo confirman sus acciones, sus palabras, sus principios. El contacto directo con el pueblo que lo vio surgir, crecer y convertirse en su actual versión, es lo que más valora de su tierra natal.

“Cuando vienen humoristas de otras provincias, notan la calidad del público guantanamero para consumir el humor, la rapidez y agilidad para captar chistes. Eso se debe al tipo de humor que hace Komotú, y es un honor inmenso”, reconoce.

Esa confianza que el pueblo deposita no solo en él, sino en sus compañeros, es un incentivo para mejorar. “Aquí es donde reconocen nuestro trabajo de tantos años. Este público tiene esa magia. De ahí el compromiso a siempre elevar el nivel del producto artístico para mantenernos en el lugar que hemos alcanzado, que nos hemos ganado.

“Guantánamo constituye la sabia de donde nos nutrimos para salir al mundo, lo que nos ha dado la proyección en el arte que hacemos, la posibilidad del trabajo constante, de un público fiel, y de ganarnos su aplauso. Mi mayor satisfacción es sentir la aprobación del público. Hacer reír a la gente en situaciones tan difíciles me hace sentir pleno, satisfecho, y más cuando tienes la certeza de que es sincera, genuina. Te sientes realizado, y es el único mérito que importa”, concluye.

(Tomado de Venceremos)

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