Creado en: julio 5, 2024 a las 09:00 am.

Arte coral cubano, vitalidad y fortaleza

La maestra Digna Guerra ha sido un referente en cuanto a la educación coral en el país. Foto: José Manuel Correa

Por Oni Acosta Llerena

Ha finalizado Corhabana 2024 y lo ha hecho con una gran enseñanza: a pesar de escollos y dificultades de orden logístico, una vez más nuestra música y la voluntad institucional de respaldarla se yerguen como horcones, porque la tradición coral en Cuba bien lo merece.

El evento, auspiciado por el Centro Nacional de Música de Concierto y el Instituto Cubano de la Música, nos propuso una vez más colocar al arte coral dentro de un escenario variopinto, signado no solo por presentaciones memorables, sino también acompañado de una muy interesante dramaturgia, en la cual pudieron converger maestros y nuevas generaciones de cantores, directores y compositores.

La maestra Digna Guerra, directora del Coro Nacional de Cuba y fundadora de Corhabana, ha sido un referente en cuanto a la educación coral en el país, y su empeño le ha permitido desarrollar no solo una gran cantidad de proyectos didácticos al respecto, sino también aglutinar en esta y en ediciones anteriores, al más amplio espectro coral cubano.

Aun cuando algunos coros invitados lamentablemente no pudieron llegar hasta La Habana, sí pudimos apreciar la confluencia de estilos y maestría de Corávila, Cantores Claudio Monteverdi, el Coro de Cámara de Matanzas y el Orfeón Santiago con sus atractivos programas, y la dirección de los maestros Jorge Rivero, Aníbal Ramos, José Antonio Méndez y Sonia García Colombat, respectivamente.

Confraternizar, pero también saber qué se hace y cómo se aborda el maridaje coral en todo el país en esa línea, ha sido una de las mayores preocupaciones y retos de Corhabana y de Digna, desde la creación del evento.

Aunque todo ello pueda asimilarse desde el prisma obviamente académico, resulta muy importante también que podamos disfrutar de extraordinarios coros que, por razones diversas, no vienen mucho a la capital, porque tampoco les favorecen giras nacionales ni determinadas presentaciones en esta parte del país.

En esa línea deben destacarse, dentro del evento, las clases magistrales ofrecidas por el carismático compositor y arreglista Conrado Monier, cátedra indiscutible para el movimiento coral cubano durante más de 30 años, y al que le debemos inexorablemente la presencia del Son contemporáneo en los repertorios de todo el país, así como también las conferencias del contratenor Ubail Zamora, con amplísima experiencia nacional e internacional en el –muchas veces desconocido y difícil– manejo de la técnica vocal para hombres con esas aptitudes.

La invitación a coros como Vocal Luna, Exaudi, Coralina, Vocal Leo, el Coro Folklórico Nacional, la Coral Universitaria, Entrevoces, Sine Nomine, Nacional, Vox Cordis, Coro de Comunicaciones, Coro de Cámara ena, Sampling, Diminuto, Festival Singers Choir (Estados Unidos), Orquesta del Lyceum de La Habana, Banda Nacional de Conciertos, Sinfonietta Duchesne Cuzán, además de disímiles cantorías infantiles, colmaron durante varios días los diferentes espacios sonoros de la ciudad, donde también se rindió homenaje a tres grandes compositores cubanos con honda producción de música coral: los maestros Frank Fernández, Roberto Valera y Guido López-Gavilán.

Fue Corhabana sin dudas una verdadera muestra de la vitalidad y la fortaleza del arte coral cubano, que no solo llegó a las mejores salas de concierto de la capital, sino también a comunidades y lugares que desde hace tiempo integran una atractiva propuesta de acercar la música de concierto al público en sus propios espacios.

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