Creado en: diciembre 7, 2023 a las 09:35 am.
El cartel de cine es un emblema cultural cubano
Quienes pertenecemos a la generación de los 70 crecimos yendo a cines en los que las películas cubanas e internacionales, eran promocionadas por carteles que, en muchos casos, poseían un alto valor específico –no como mero resorte acompañante de las obras fílmicas–, en virtud de su alcance artístico/cultural y riqueza comunicativa. Forman parte del imaginario colectivo de la nación.
Son íconos inolvidables que fijamos a nuestras retinas, remisivos a clásicos de Humberto Solás, Tomás Gutiérrez Alea, Manuel Octavio Gómez, Santiago Álvarez, o a filmes de otros cineastas.
Desde los mismos albores de la Revolución, a partir de la creación del Icaic y de la labor de convocatoria de talentos y de desarrollo de este campo, emprendida por Saúl Yelín, la cartelística comenzó a marcar nuevas señas de identidad, desmarcándose lo mismo de la línea estética que de las técnicas de impresión observadas durante la época neocolonial, cuando se tendía a soslayar la obra artística, para priorizar la promoción del filme solo como producto comercial.
Para mediados de los años 60, la expresión creadora asumía nuevas corrientes artísticas como el pop art, el arte óptico, la sicodelia, el arte cinético, en medio de una labor febril por parte de talentos que se permitían la búsqueda de soluciones, determinadas tanto por estas u otras influencias como por el tránsito a través de derroteros estéticos personales. Eso configuró un tipo de creación audaz, novedosa, surgida de la experimentación formal y conceptual.
Tras los 60 y los también próvidos 70, un periodo de evolución de la gráfica en este sector, el afiche cinematográfico insular ya ha estampado una huella a escala continental y mundial. Igual destaca la obra del decenio posterior. Parte de los 90 están marcados por la crisis del periodo especial, con sus limitaciones.
El cartel de cine, Patrimonio Cultural de la Nación Cubana, se asocia a nombres paradigmáticos como Eduardo Muñoz Bachs, Julio Eloy Mesa, René Azcuy, Rafael Morante Boyerizo, Raúl Martínez, Alfredo Rostgaard, Antonio Pérez González, Antonio Fernández Reboiro, y a varios otros que cimentaron un camino o definieron los rumbos estéticos de exponentes alabados en el mundo y conocidos internacionalmente como «los afiches del Icaic». Jóvenes seguidores prosiguieron la labor a finales de los 90 y en el nuevo siglo.
La Unesco declaró Patrimonio Documental de la Humanidad, categoría Memoria del mundo, a la colección de carteles de cine cubano que posee el Icaic. A tenor de ello, el día 12 habrá un momento especial en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, que instituyó el Coral al Mejor Cartel desde su tercera edición, en 1981. Ya Cuba había obtenido, para 1974, el primer premio en el concurso internacional de carteles de cine del Festival de Cannes, entre otros disímiles agasajos otorgados a la manifestación artística.
Mucho extrañamos hoy la fuerza, la presencia de aquellos afiches que acompañaron nuestros recuerdos desde inicios de la Revolución, la impronta de los materiales que engalanaban los cines. Pero el tema rebasa este comentario.
(Tomado de Granma)