Creado en: abril 16, 2023 a las 08:08 am.

El incomparable gracioso Francisco Covarrubias (I)

Covarrubias, fundador del teatro cubano

Se trata del actor cubano más afamado del siglo XIX. Nacido en La Habana el 5 de octubre de 1775 y fallecido en la misma ciudad el 22 de junio de 1850, trabajó en los mejores escenarios del occidente de la Isla e integró casi ininterrumpidamente el elenco de la principal compañía habanera durante cuarenta y ocho años. Es también autor de un buen número de sainetes. Su debut profesional fue el domingo 19 de octubre de 1800 en el legendario Teatro del Circo del Campo de Marte: se presentó con dos piezas unipersonales, Guzmán el bueno y Aníbal, como integrante de la recién fundada Compañía de Cómicos del País. En 1793, cuando estudiaba anatomía descriptiva y cirugía en el Seminario de San Ambrosio, actuaba y dirigía pequeñas escenas y sainetes con sus compañeros de aula; esa afición se fue intensificando hasta que decide abandonar su empleo como cirujano para entregarse totalmente al teatro. Pertenecía a una familia acomodada; antes había estudiado Gramática Latina en el convento de San Isidro y filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo.  

Su intensa vida y excelente desempeño artístico le valieron para la publicación de una biografía –de autor desconocido- en 1841, cuando aún le quedaban arrestos para subir a escena. Su amigo José Agustín Millán, dramaturgo y periodista, da a luz otra a pocos meses de su deceso. En el siglo XX, un libretista de la naciente radio, Enrique Larrondo, le dedica un programa que sale como folleto en 1928. Y nuestra contemporánea, la crítico e investigadora Rosa Ileana Boudet, publica en 2017 el más completo estudio sobre el justamente llamado Caricato habanero: La chimenea encantada.

En Covarrubias se da la conjunción autor-intérprete: escribió, refundió y llevó a escena veinticinco títulos, tres de estos no confirmados documentalmente: un “diálogo de negritos”, que interpretó con el peninsular Manuel Prieto en 1812, el sainete El milagro de un santo catalán –al menos un “arreglo-” y la comedia La chimenea encantada, propuesta luego de su feliz hallazgo por la investigadora Boudet. Solo uno de sus textos fue publicado, en 1812: Continuación del diálogo entre dos amigos, firmado por “El tierradentro amigo del taquígrafo”. Nuestro primer gracioso, consciente de sus limitaciones como dramaturgo, los escribía para la escenificación y no se preocupó por darlos a la imprenta.

Ofrezco una relación de aquellas inquietudes dramatúrgicas:

El diablo predicador (1803)

Desbarros de Covarrubias y Feria de Candelaria (1804)

El peón de tierra adentro (1808)

–  El chasco de la sambumbiería de San Lázaro ((1811)

–  Un diálogo de negritos (1812)

Continuación del diálogo entre dos amigos (1812)

Las tertulias de La Habana (1814)

La feria de Carraguao (1815)

Este sí es chasco (1816)

Los velorios de La Habana (1818)

Una valla de gallos en los baños de San Antonio (1819)

Tío Bartolo y tía Catana (1820)

El milagro de un santo catalán (1821)

Las virtudes del Zurriago, periódico de Madrid (1822)

El gracioso nuevo de La Habana (1825)

El forro de catre (1825)

No hay amor si no hay dinero o Doña Juana y el limeño (1826)

Los paquetes y el moribundo (1827)

Un montero en el teatro o El cómico de Ceiba Mocha (1829)

¿Quién reirá el último? o ¿Cuál más emprendedor? (1829)

–  El gracioso sofocado (1830)

La carreta de las cañas (1831)

El mundo acaba en San Juan o El aura blanca (1839)

Los dos graciosos (1841)

La chimenea encantada (?)

Sobre El diablo predicador y mayor contrario amigo, el Papel Periódico de la Havana del 17 de febrero de 1803 anuncia, en el Teatro de La Alameda “a beneficio de su autor, el Sr. Francisco Covarrubias, la famosa comedia, corregida, en tres actos, titulada El diablo predicador. El original es de Luis de Belmonte Bermúdez, autor del s. XVII. Puesta por primera vez en La Habana en 1777 y luego en 1791, la obra había sido varias veces censurada en la península. Para poder llevar a cabo esta puesta, Covarrubias arregló lo que pudo y finalmente se autorizó; es su debut como escritor. El 17 de febrero de 1803 se ofrece su primer beneficio; interpreta a Fray Antolín, personaje principal de esta comedia. Todas las escenificaciones posteriores -unas quince hasta 1825- se deben a la versión del Caricato habanero

Retomo su quehacer principal: Después de su debut en aquellos monólogos “serios”, descubre, gracias a los aplausos del público, que posee natural talento para lo jocoso; se le adjudican entonces los papeles de gracioso y figurón, tanto en comedias como en sainetes. En aquellas primeras temporadas obtiene incluso favorables opiniones de críticos tan severos como Ventura Pascual Ferrer y su sustituto José Antonio de la Osa   -los conocidos Regañones-, acerca de una comedia como Más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, de José Concha, donde interpreta a Canuto, y sobre el papel de Perico en el sainete La hija embustera y la madre más que ella o Madre e hija embusteras, roles que representó decenas de veces hasta el fin de su carrera.

En una primera etapa que me atrevo a concluir en la Cuaresma de 1803, antes de la inauguración del gran teatro Principal, se documenta que asume el rol de Polidoro en la tragedia El mayor monstruo los celos y el de Cosme, el gracioso de la comedia La dama duende, ambas de Calderón de la Barca; además, figura en los elencos de la comedia de figurón El hechizado por fuerza, de Antonio de Zamora, Un montañés sabe bien dónde el zapato le aprieta, de Luis Moncín y lacomedia heroica No hay contra la patria venganza y Temístocles en Persia, de José de Cañizares. Quizás interpreta a Polilla en El desdén con el desdén, de Moreto, uno de sus éxitos posteriores y al criado Lamparón en la comedia cubana más antigua que se ha conservado, El príncipe jardinero y fingido Cloridano, del habanero Santiago de Pita. Yprotagoniza, entre otros, los sainetes Los cortejos burlados y El zapatero Crispín, de Ramón de la Cruz, Perico el Empedrador o Los ciegos hipócritas y embusteros, de Sebastián Vázquez, Lo palos deseados, de Juan Ignacio González del Castilloy los anónimos La casa de locos de Sevilla y Los pichones o El Tirulito. En enero de 1803 se atreve, sin ser cantante, con una tonadilla: El antojito, junto a la primera dama Agustina Pereyra.

Advierto a los interesados que la prensa de la época publicaba en contados casos los nombres de los intérpretes. Entre 1800 y el fin de la temporada 1802-1803, se estrenaron decenas de comedias, entremeses y sainetes sin mención de intérprete alguno, pero muchas de estas obras, en años posteriores, aparecen protagonizadas por nuestro Caricato. Relaciono, por la obligada brevedad de estas viñetas, unas pocas de las reseñadas en la prensa de esos dos primeros años: las comedias El criado de dos amos, de Carlo Goldoni, El delincuente honrado, de Jovellanos, El encanto por los celos y fuente de la judía, de Cristóbal de Monroy, No puede ser el guardar a una mujer, de Moreto ylos sainetes El señorito enamorado, Manolo, Amo y criado en la casa de vinos generosos, El dormilón y El cochero y Mr. Corneta.

Pero la noticia más interesante la extraigo de un revelador párrafo del historiador Rine Leal: “…cerrado el Teatro del Circo, concluido el contrato y disuelta la compañía, muchos de sus miembros piensan trasladarse a México, que parece ser el destino de los actores sin trabajo en Cuba. Es el propio Covarrubias quien los reúne para ofrecer representaciones en el teatro provisional de la Alameda de Paula, mientras se termina la reedificación del Coliseo”. Esto ocurrió en las semanas anteriores al 6 de junio de 1802, cuando tardíamente comienza la temporada de ese año. Será la primera ocasión en que Covarrubias se pone al frente de la Compañía.  

Hasta aquí mi primera entrega sobre esta luminaria de nuestro teatro.

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