Creado en: agosto 28, 2022 a las 09:55 am.

El Teatro Principal habanero de 1803

Maqueta del Principal; en la esquina inferior derecha, la bahía/ Tomada de Internet

En la crónica titulada La crisis de 1788 en el teatro de la Cuba colonial describí las vicisitudes de los cómicos, del público amante del teatro y de los sucesivos gobiernos luego del desplome del Coliseo que se había inaugurado en 1775. Apunté también que la actividad escénica comenzó a renacer con la loable fundación de la Compañía de Cómicos del País y la inauguración de los teatros del Circo en 1800 y provisional de la Alameda en 1801.

Ya en esos años se reedificaba totalmente un gran teatro, en el mismo sitio que ocupaba el anterior, frente a la entrada norte de la Alameda de Paula.

Un “Aviso” del 27 de febrero de 1803 confirmarevela que el Principal estaba listo: “Debiendo darse principio a las representaciones dramáticas en la Pascua de Resurrección por cuenta del contratista del Coliseo, se da este aviso para que los aficionados que deseen tomar partido según sus respectivas habilidades, se presenten al dicho contratista en toda la semana próxima, respecto a que en el día 6, Domingo, del próximo mes de marzo ha de quedar formada completamente la compañía…”

Otro “Aviso” del 31 de marzo: “Las personas que gusten tomar luneta por temporada, acudan al nuevo Coliseo, donde estará el Contratista, desde mañana último del presente Marzo, con quienes tratarán de los precios y demás circunstancias precisas”.

En este mismo mes se publicó el folleto Exhortación que en la apertura del Nuevo Teatro construido en la Ciudad de La Habana, siendo Gobernador el Señor Marqués de Someruelos, Presidente de la Real Academia y Capitán General de la Isla de Cuba hace a los actores de él, por Un amante de la felicidad pública: Entre otras recomendaciones, el incógnito autor expresa: “El celo, la autoridad y los mayores desvelos del Gobierno en formar del Teatro una escuela de buena educación serán vanos e infructuosos si vosotros en vez de ser vivos ejemplos de las virtudes que recomendáis al Pueblo en el Teatro, os presentáis a su vista manchados de los feos y torpes vicios que le reprendéis. La fuerza del ejemplo es infinitamente superior a la de la palabra […] No nos engañemos. Sólo el atraso, rudeza y falta de policía en que hasta ahora ha estado el Teatro entre nosotros, y el descuido y abandono con que han sido elegidos nuestros Comediantes, han podido influir en el desprecio con que se ha visto y ejercitado esta profesión tan difícil, útil y ventajosa…”.

Y continuaba: “El Poeta finge o elige a su arbitrio la acción, dispone las Escenas y situaciones, y sólo hace hablar a sus personajes: más el Actor habla, gesticula, acciona, viste; y en suma, dejando de ser el que es por sí mismo, vivifica los mismos personajes. Toda la vida de un hombre, dicen los célebres Poetas, quizá no basta para componer un drama arreglado y perfecto en todas sus partes: y un miserable Actor está obligado a representar cada día una Comedia. Reconocidos los Poetas hijos de Apolo y acreedores a nuestro aprecio, respeto y veneración; condenamos a los Actores del Teatro a la miseria, al desprecio, y aún a la ignominia ¡Miserable contradicción! ¡Torpe ignorancia! ¡Terrible injusticia! […] Conoced pues, bien a fondo, los deberes de vuestro instituto: redoblad vuestra aplicación y vuestros desvelos […] Contribuid, en fin, cuanto esté de vuestra parte, a las benéficas intenciones y suspirados deseos del Rey, del Gobierno y de la Patria, hasta desmentir la vana jactancia de ciertos genios sombríos e insociables que creen y vociferan altivos y arrogantes, que un Teatro arreglado y perfecto en todas sus partes, siempre será una belleza ideal, que exista sólo en la fogosa y creadora imaginación de los Filósofos pensadores.

Lástima que no se ha podido descifrar la identidad de este pensador.

El Principal desde el suroeste. Al fondo, derecha, la bahía

Como estaba dispuesto, el 10 de abril, Domingo de Resurrección, se inauguró el teatro. En el Papel Periódico de la Havana se publican dos avisos. El primero:

Noticia de lo que deben pagar los espectadores en el Coliseo, que se anuncia al público por orden del Superior Gobierno.

Entrada, a cualquier lugar de él, 3 rs [reales]. La que aumentará en funciones extraordinarias de óperas, zarzuelas, baile, iluminación u otras.

Asientos: Luneta, 5 rs. por función. Por mes, 9 ps [pesos].

Palcos bajos y primer piso, 5 ps. y 307 ps. por temporada.

Palcos segundo piso, 3 ps. 6 rs. por función y 230 ps. por temporada.

Palcos tercer piso, 3 ps. por función y 184 ps. por temporada.

Tertulia del tercer piso sólo para hombres, un real.

Cazuela, sólo se paga la entrada.

Cuatro funciones por semana.
El otro es sobre el programa inaugural, que se componía de:
Loa nueva, intermediada de música y canto, alusiva a la apertura del teatro; enseguida se cantará el drama joco-serio en dos actos titulado Cesarino o El amor y la naturaleza, y se dará fin con un divertido baile compuesto por el Sr. Francisqui. Todas las decoraciones son nuevas, pintadas por el Sr. Perovani y el Sr. Audin. Los tres días de Pascua se iluminará el Teatro y se principiará media hora después de las oraciones. Los boletines estarán de venta en el despacho principal del Teatro, desde las nueve por la mañana, y desde las dos por la tarde. La entrada será doble de la ordinaria, esto es, seis reales.

Giuseppe Perovani era un pintor y escenógrafo italiano. Su auxiliar fue el francés Adrian Audin, de las mismas profesiones. El arquitecto y constructor del Principal fue Étienne-Sulpice Hallet, nacido en Francia y nacionalizado en Estados Unidosuntal Monsieur Halet 21 de enero al 271 y 272.
Sob. Hallet hará otras obras en Cuba, como el Cementerio Espada. Sobre el edificioel teatro, escribe Antonio Bachiller y Morales: “…“su severa y desgraciada construcción cuyo conjunto le da bastante semejanza con un buque con la quilla al cielo […] es bastante su amplitud para que pueda figurar entre los más extensos de segundo orden. Se halla pintado con gusto en lo interior y en la parte superior del escenario se leen las palabras lo siguientes: ‘Instruye y amonesta deleitando”.

Otra descripción la da un viajero francés en sus memorias, veinte años después: “…por sus formas exteriores tiene el aspecto de un gran sepulcro […] los angloamericanos me han confesado que el teatro de La Habana es con mucho superior a todos los de los Estados Unidos, tanto por el edificio, cuyo interior está muy bien distribuido, como por los actores y la música”.

La compañía que se integra en esta inauguración es internacional. La componen, al principio, Joseph Latorre, director principal y primer galán, recién llegado; un grupo de fundadores de la Compañía de Cómicos del País en 1800: Francisco Covarrubias, director de sainetes y primer gracioso, María Agustina Pereyyra, primera dama y cantante, Juan Cabello, primer tenor y actor, Juan Joseph García, primer barba, cantante y bailarín; Ramón Granados, segundo galán, Pedro Poveda, segundo barba, Juan Nieva, tercer galán y cantante, Francisco Pereyyra, actor y cantante, Francisco HeEnríquez, actor y bailarín. La completan María de Sierra, quien había estado en la compañía en 1801, ahora primera dama después de la Pereyra; una Sra. Polanco, segunda dama y cantante, Bibiana Monteagudo, tercera dama y cantante; el coreógrafo, bailarín, músico y barítono Juan Bautista Francisqui, procedente de Estados Unidos y los franceses Josepha Titi y Jorge Labottery, ambos actores, cantantes y bailarines que habían actuado en La Habana entre 1800 y 1801, como integrantes de la compañía de Monsieur Lavalette; el coreógrafo, bailarín, músico y barítono Juan Bautista Francisqui, quien procedente de Estados Unidos, debe de haberse incorporado al elenco desde fines del año anterior.

Durante el resto del año cómico ingresarán Victoria y Loreto Emilia Fleury, actrices y cantantes, compañeras de Titi y Labottery en el elenco francés de 1800-1801; Joseph Falconión, -viene de Veracruz en la Nueva España-; Pedro Bermúdez -de la isla de Santo Domingo-, Gertrudis Barreto, actriz y tonadillera peninsular, un Sr. Hita, actor y bailarín, la gaditana Antonia Rodríguez, cantante y graciosa, y su pequeña hija, ya bailarina; Mariana Vandi y Carlos Ervias, también bailarines.

El relevante pintor italiano Giuseppe Perovani está en la compañía desde 1800; dediqué unos párrafos a su inestimable quehacer en la viñeta La escenografía en el neoclásico habanero (I), dada a luz en esta Web UNEAC el pasado 27 de febrero; Adrian Audin, francés, acaba de ingresar como su auxiliar. El destacado violinista negro Juan de la Peña -personaje central de una crónica anterior- se mantiene como director de la orquesta, de la que conoceremos a un nuevo integrante, el clarinetista y compositor Juan Vázquez. Un maquinista y pirotécnico también será mencionado por primera vez: Mr. Ambrose o Sr. Ambrosio.

No podríamos afirmar que es una compañía de primer orden en el mundo hispánico, pero sin dudas, cuenta con los elementos indispensables para encarar la más exigente cartelera de la época: un teatro nuevo y bien equipado; actores de experiencia, músicos y diseñadores excelentes. Y un público que ha demostrado, a pesar de años menos propicios, su avidez por el arte de la representación.

La mayoría de los habaneros continuará llamando Coliseo al nuevo Principal, hasta bien entrada la década del veinte. Se convertirá en los treinta en sede del mejor canto operático de la América Central. En 1846, es destrozado por un violento huracán.

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