Creado en: julio 26, 2023 a las 11:29 am.
En la UNEAC el centinela de Artemisa
Bajo el nombre Centinela vigilante, la galería de la sede del Comité Provincial de la Uneac en Artemisa exhibe por estos días una exposición de imágenes y documentos a través de los cuales se puede acceder a parte de la historia del Mausoleo a los Mártires de Artemisa, Monumento Nacional declarado.
El recinto que guarda los restos mortales de los caídos en la gesta del Moncada, algunos de ellos salidos del barrio de La Matilde en esta ciudad, tiene cuarenta y seis años de fundado por el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz y ha sido testigo de numerosos actos, ceremonias, eventos, entregas de reconocimientos, homenajes y visitas, convirtiéndose en un lugar imprescindible para la vida de los pobladores.
La muestra, que estará expuesta durante todo el verano con el propósito de rendir homenaje a los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y al aniversario del natalicio del Hombre de Verde olivo, contiene instantáneas que ilustran los inicios de la construcción del mausoleo, las visitas de distinguidas personalidades de la ciencia, la cultura, el arte y la política. Destacan los rostros de Alicia Alonso, Armando Hart, Eusebio Leal Spengler, Aleida Guevara, Miguel Díaz Canel Bermúdez y el propio Fidel que visitó la instalación en tres ocasiones.
Centinela vigilante es una propuesta que intenta abarcar una historia enjundiosa y con muchas dimensiones. El mausoleo artemiseño es más que un monumento. Desde su diseño está concebido para que quienes reposan en este lugar sagrado de la Patria, lo hagan en total armonía con el entorno, con la ciudad, con su gente. De esa forma hasta los nichos llegan la luz del sol, la lluvia, el viento y las voces cotidianas del barrio. Así mismo, el mausoleo trasciende su ubicación geográfica a través de la extensión sociocultural.
Círculos de interés, convenios de colaboración y trabajo con las instituciones educativas, charlas, visitas guiadas, un guión museográfico de cuidada factura y la convicción de que los jóvenes moncadistas viven en el imaginario cotidiano de Artemisa son algunas de las motivaciones del colectivo del Mausoleo a los Mártires de Artemisa.
Una exposición no es capaz de abarcar cuarenta y seis años de historia. No puede apresarse en poco más de dos decenas de instantáneas la riqueza cultural del mausoleo, devenido albacea de la declaración de Fidel cuando dijo que mis compañeros, además, no están ni olvidados ni muertos.
El espacio de la Uneac abrió sus puertas para recibir las oras, los documentos, las instantáneas, las noticias casi medio siglo de atestiguar el avance de la obra colectiva por la que tantos abonaron sus vidas. Más allá de la intención curatorial, la exposición discursa sobre la artemiseñidad del recinto mortuorio. Es Artemisa mimetizada a la edificación. Es la evidencia de cómo el tributo deja huellas profundas en un pueblo cuando sale del corazón, cuando en el corazón viven sus héroes, sus paradigmas.
Al mausoleo se le canta, se le declama, se le representa en el escenario. También la plástica lo reverencia. Y cuando se celebran setenta años de la gesta, cuando exhibe sus mejores galas después de un proceso de mantenimiento, se desborda más allá de La Matilde. Entre las imágenes expuestas la dedicatoria del barbudo el veinticinco de noviembre de 2001: Con infinita emoción y gratitud. ¿Al mausoleo? ¿Al pueblo de Artemisa? ¿A sus compañeros?
No se puede decir quién es el centinela, quién el que vigila. A veces parece que el panteón es el protagonista de la defensa, es un soldado más. Otras veces al pueblo encabeza la marcha. Uno se para ante los cuadros de la pared, se distancia lo justo para juzgar la historia desde otra perspectiva y se da cuenta: Son pueblo y mausoleo la misma esencia. Son uno solo y es grata su vigilia porque, con los ojos de un pasado que nos llena de orgullo, es el futuro lo que cuidan.