Creado en: julio 5, 2021 a las 07:52 am.

Humberto Black Metropolis del Río Hole Screws ¿o un anagrama emocional?

En apenas un año con siete meses, la vida del diseñador y fotógrafo Humberto del Río, tocó dos cimas (simas) de su estado emocional-social-artístico, ambas contempladas en la galería nexus de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Ciego de Ávila, una bajo el título Black Hole (agujero negro) y como Metropolis Screws (metrópolis de tornillos) la segunda.

Su obra hasta ese momento, tenía como centro el paisaje urbano, la cotidianidad de su gente y el reflejo de ellos mismo, o su modo de vida, en los charcos que deja la lluvia en los baches de las calles; representados como reflejos de lo que hemos construido o bien, contraponiendo quizás el sol respecto a las manchas.

En abril de 2019, del Río fue invitado por el miembro de honor, artista de la plástica y escritor José Rolando Rivero, a su peña “zona cero” en la tarde del viernes 29. Por esa ocasión, cubrió las paredes una serie de cubos negros que contenían en sus centros, obras fotográficas impresas; la mayoría, tratadas con la técnica popularmente conocida como “ojo de pez”. Cada cubo emergido como agujeros negros sobre los muros blancos, aludía a la mirada a través de una cerradura o la recientemente descubierta avería de la vieja casa en restauración –comúnmente usados como elementos fílmicos–.

Esos espirales, donde claramente se sumergían las miradas a algún pasado quizá conocido, encontraban el viejo reloj –roto por el tiempo– donde yacían los ideales y las horas de vida del padre o quizás, el último minuto del abuelo, cuando la bala lo tiró al suelo en alguna guerra. Tras el cerrojo, vislumbraban fotografías familiares y artículos que una vez adornaron la casa de papá y mamá, el mueble que pudo ser la vieja estantería que aún guarda la antigua vajilla o el librero empolbado en el cuarto de desahogo.

Con el empleo de cámaras fotográficas de distintas décadas del siglo 20 -muchas con corrosión, hongos o quebraduras en el lente– se logró un efecto de antigüedad, aprovechándose tales defectos a favor de la añoranza a un interior poco visible que bien fuera los escondrijos de la casa familiar o almacenes de recuerdos que el corazón y el alma prefieren mirar de lejos, sobre todo, por el espesor negro que le rodea y el color sepia que destiñe cada ilusión al fondo, que puede ser más dañino que beneficioso.

A pesar de esta situación, Humberto hurga en su pasado con la intención de encontrar en su interior, a sí mismo en lo heredado de otras generaciones, intentando ser el hombre nuevo.

Antes que pasase un año de tal suceso, la vida de todos dio un giro inesperado, del Río se vio resumido –sin alguna alternativa–, a las cuatro paredes de su casa, varado en un tiempo de ocio, con su yo interior y sus propios monstruos. Fue el momento inicial del estado pandémico en Cuba, bajo el establecimiento de la cuarentena general.

Cuando muchos fueron retraídos al interior de sus hogares, entonces las carencias fueron de un exterior imposible de tocar. La creatividad afloró, pero esta vez, el SARS-CoV-2 invirtió la dirección del vector de búsqueda.

Mientras que en la serie Black Hole, el artista avileño buscó profundo en su pasado, el legado de sus padres y su propia niñez, Metropolis Screws se expuso como una ambición hacia el mundo exterior que se le negó al artista en el estado de confinamiento al que se vió obligado.

La noche del sábado 8 de agosto de 2020, la nueva serie fotográfica de Humberto del Río fue la primicia que extrenó la filial avileña en conmemoración a la jornada 13 de agosto por la muerte de los hermanos Sergio y Luis Saíz Montes de Oca.

Bajo la presión del aislamiento, Humberto comenzó a reinventarse el mundo con tornillos, tuercas y blister de presillas, y entre otras pequeñas herramientas de oficina y mecánica, intervinieron encendedores. Una postapocalíptica distopía. Algo sí se evidenció en esta nueva metrópolis de tornillos: era una ciudad reluciente pero vacía, con más de una de las nuevas imágenes a esperas del nuevo resurgir del sol (una nueva esperanza) y no pocas alusiones a la ciudad que conoce como ninguna, ciudad que usó en ocasiones como base de la obra a construir, la que nunca ha abandonado y dice que cree, no abandonará ya.

La imagen del reloj se repite entre la obsolecencia y lo renobado, lo cual denota que para Humberto y su creación, el tiempo representa un factor importante, para mirar tanto hacia el pasado como al futuro.

Mientras que para crear agujeros retrotemporales en su alma, usa la obsolecencia programada de sus herramientas de trabajo, en esta nueva añoranza proyecta una exuberante nitidez de un mundo virgen, lustrado e intacto por la obra humana.

Si analizásemos cuán desmedidas serían las diferencias de las partes opuestas que componen un todo, sería una perfecta muestra el punto de inflexión que fue para Humberto del Río, el SARS-CoV-2, desde abril a julio de 2020; separando por completo las necesidades físico espirituales de un hombre a los 50 años que intenta bien construir su propio hogar.

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