Creado en: marzo 14, 2024 a las 10:08 am.

José Martí: fundador del periódico Patria

Para evocar —cum dignitate— el aniversario 132 de la fundación del periódico Patria en Nueva York, por José Julián Martí Pérez (1853-1895), quisiera destacar la serie de valores éticos, patrióticos, humanos y espirituales, que identifican el ejercicio periodístico desarrollado por el Apóstol.

El periodismo deviene disciplina humanística, en las que —al igual que en la poesía y la literatura— se percibe, con meridiana claridad, el genio de una «estrella viajera que, deseosa de hacer un viaje por la tierra, decidió alojarse en el cuerpo y en el alma de un hermoso niño»: el primogénito de la familia Martí-Pérez.  

Para nadie constituye un secreto el interés creciente que suscita conocer la vida y la obra del más universal de los cubanos. El Apóstol resulta referencia obligada, sobre todo para los colegas de la prensa, quienes utilizan —sistemáticamente— las citas martianas relacionadas con nuestra profesión.

Por lo tanto,  la inmensidad del Héroe de Dos Ríos ha invadido — ¡y de qué forma!— el universo intelectual y espiritual de la humanidad.

Los balbuceos periodísticos de José Julián comenzaron en plena adolescencia, pero no fue hasta que llegó a México, donde verdaderamente entró de lleno en el ejercicio de nuestra noble profesión, percibida por él como fuente nutricia de ética, humanismo, patriotismo y espiritualidad.

A partir del momento en que comienza a colaborar con la Revista Universal, el Maestro integra la intelectualidad mexicana de la época socio-histórica que le tocó vivir en la patria del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez (1806-1872).

De ahí, que sus contemporáneos conocieran de cerca al Martí periodista, ya que escribía no solo para esa publicación periódica, sino, posteriormente, para los medios estadounidenses e hispanoamericanos más importantes einfluyentes del siglo XIX.

Los lectores de las crónicas, artículos y críticas artístico-literarias que escribía el joven periodista habanero apreciaban lo que le brotaba de la mente y el alma, y consecuentemente, expresaba a través de su prosa poética, que los cautivaba.

No hubo rama del saber humano que escapara a la sagacidad periodística de Martí. Por consiguiente, llevaba al lector —con la ayuda de la prensa plana— al conocimiento de las disímiles culturas que configuran el legado material y espiritual dejado como herencia a la sociedad decimonónica.

Ahora bien, el fundador del Partido Revolucionario Cubano alcanzó la plena madurez periodística en Nueva York, donde residió por espacio de tres lustros, y colaboró con varias publicaciones periódicas. Esa urbe estadounidense marcaba el desarrollo del periodismo —sobre todo de tipo mercantilista (¿cuál otro podía ser?)— en toda la Unión.

Las escenas norteamericanas devienen su graduación como el gigantesco profesional de la prensa que fuera, es y será. Tanto es así, que él le otorgaba una fuerza insospechada al poder ejercido por la imagen, como genuina expresión de su pensamiento filosófico-antropogénico y ético-humanista.

Leer esas crónicas era percibir, a través de la letra impresa, los hechos que acontecían en aquella sociedad, donde el hombre vale no por lo que es, sino por lo que tiene, sabe o sirve.   

Tenía una gran capacidad de síntesis y de receptividad para captar todo cuanto acontecía a su alrededor. En todo momento, ejerció un periodismo de opinión, caracterizado —fundamentalmente— por la ética, ese «sol del mundo moral», que según el laureado poeta y ensayista Cintio Vitier (1921-2009), iluminara su efímera, pero fecunda existencia terrenal.

Por otra parte, no cabe duda alguna de que el poeta mayor de la patria grande latinoamericana maduró como periodista durante su estancia en Estados Unidos, donde con su pluma —utilizada cual afilado bisturí— diseccionó las entrañas del naciente imperialismo norteamericano.

En el vecino país norteño, nuestro Héroe Nacional descubrió el periodismo moderno, escrito en la lengua shakesperiana, la cual llegó a dominar al pie de la letra, pero no por ello dejó de ser un eterno enamorado y gran estudioso del idioma cervantino. La crítica especializada lo considera un lingüista consumado.

El periódico Patria constituye su obra cumbre, no solo desde el punto de vista periodístico, sino también desde la vertiente político-ideológica. Su discurso periodístico estaba dirigido al intelectual, al profesional, al tabaquero, al combatiente revolucionario en la manigua redentora, o a la ama de casa.

Para él, la honradez es la premisa esencial que identifica a un verdadero periodista, mientras que el profesional de la prensa que no lo sea, no puede ostentar tan digno título.

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