Creado en: abril 25, 2023 a las 10:34 am.

La poesía no es mercancía, aunque existan poetas que venden su alma

El escritor venezolano Gustavo Pereira. /Foto: La Ventana

Un marcado sentido de la responsabilidad intelectual y de la necesidad de luchar contra la hegemonía cultural que pretende imponerse a nuestros pueblos vertebró las palabras inaugurales, a cargo del escritor venezolano Gustavo Pereira, de la edición 63 del Premio Literario Casa de las Américas, con las que quedó oficialmente constituido el jurado del certamen.

La alusión a un juicio emitido en una carta por el escritor Julio Cortázar a Roberto Fernández Retamar, escrita meses antes del asesinato del Che, abrió el discurso: «En última instancia, tú y yo sabemos de sobra que el compromiso del intelectual contemporáneo es uno solo, el de la paz fundada en la justicia social». Y se refirió, después, a la encrucijada que se les presenta a los seres de «razón sensible», fundamentalmente a «los intelectuales, los poetas y los artistas de nuestro tiempo», la que propone escoger entre «vivir, someterse o perecer ante las pretensiones hegemónicas y agresiones demenciales de los poderes imperiales».

Contempló al Che, a Retamar y a Cortázar entre los que apostaron por la vida, razón por la que siguen vivos «en esta Casa y en millones de casas y millones de personas en el mundo». Y validó que justo en esa casa «se inició hace 64 años una contienda empecinada contra el olvido y la indiferencia, otra guerra de independencia que no esgrime otras armas que las de la razón y la sensibilidad», y que contribuye «a no ser indiferentes ante el sufrimiento» de los humillados y los desposeídos.

El autor de Sobre salvajes consideró que el vasallaje cultural es posiblemente el más indigno de todos los que hoy persisten.  Luego, citando a Sartre, refirió que no solo se trata de someter a los conquistados, sino además se procura destruir sus culturas y lenguas, «para luego domesticarlos y convertirlos en satisfechos vasallos». Los planes y pautas de la dominación no se han detenido, sino que adquieren nuevas modalidades, tales como la propaganda falaz, «la más sutilmente perversa», y los mass media, denunció.

Sobre la literatura y la historia, dijo que «viven unidas por un cordón nutriente llamado realidad», y aseguró que es la poesía «el único bien que el mercado no ha podido convertir en mercancía, aunque existan poetas que lo intentan vendiendo el alma».

Además de para enaltecer los «pasadizos secretos de la realidad», la poesía también surgió «para enseñar a la sensibilidad a sublevarse ante la sordidez, la deshumanización y la injusticia», comentó, y defendió la idea de que, si bien no busca «arreglar lo desarreglado del mundo ni de nadie», sí tiene entre sus aspiraciones «hacer más humana la condición humana».

Hacia el final, se refirió a la situación concreta de Venezuela: «Vengo de un país bloqueado –como Cuba desde hace más de 60 años, o como Nicaragua después– por los poderes supremacistas que pretenden resubordinar a nuestros pueblos bajo la despiadada férula de los cercos y las privaciones».  Y apuntó que los poderosos olvidan que «las patrias de Bolívar, de Martí, de Sandino y de tantos otros héroes conocidos y anónimos, insubordinadas desde siempre a toda iniquidad, nunca se han rendido ni van a rendirse ante ningún imperio ni poder despreciable».

El poema Por los nuestros, con franca alusión a Chávez y a Fidel, y con el que además agradeció el honor de estar en Casa y compartir el sugestivo momento, cerró sus palabras y, con ellas, la primera jornada del Premio que han merecido tantos autores de la región, grandes defensores de los justos argumentos sostenidos por el insigne visitante.

(Tomado de Granma)

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