Creado en: julio 6, 2024 a las 11:19 am.

Las famosas Tertulias de Carilda Oliver Labra

Seres dotados de sabiduría en el universo de la intelectualidad; seres nacidos cerca del martillo y el fogón; matanceros, cubanos y forasteros de diversas partes del mundo, han confesado que las tertulias de la poetisa Carilda Oliver Labra, en su casona de Tirry 81 o en el salón ceremonial del museo Palacio de Junco, se tornaban incomparables, al punto de no poder ser igualadas, aun cuando la versátil escritora no está presente.

En este arribo al aniversario 102 de su nacimiento, se siente en el aire yumurino su poder seductor, ese mismo que hacía esperar con admiración y anhelo su aparición en escena, pues como diosa de las letras y el encanto, llegaba de última,  envuelta en los aplausos de sus fieles seguidores.

Y comenzaba la ronda de versos e invitados, personalidades de las artes, la literatura, las ciencias; historiadores de la urbe de ríos y puentes; la música en el piano o la guitarra; las voces de los más importantes cantantes citadinos.

En estudios recientes de investigadores del museo, se conoció que la idea de la tertulia en ese emblemático lugar, provino de Urbano Martínez Carmenate, Raúl Ruíz y Gonzalo Domínguez, a finales de la década del 80 del pasado siglo, para lograr un espacio único con la prestigiosa escritora.

Así surgió un día jueves, a petición de Carilda, pues era el que le gustaba de la semana para hacer este encuentro. En esa primera, con fecha 31 de marzo de 1987, en ocasión de Día del Libro Cubano.

Los invitados fueron el matancero Romualdo Suárez y su incondicional colega Miguel Barnet, Premio Nacional de Literatura, asiduo a sus citas en Tirry 81 desde la década del 70, quien se considera el intelectual que más tiempo ha estado presente en las tertulias de la autora de “Al sur de mi garganta”.

“…Guárdame el tiempo.

Guárdamelo.

Estoy segura de que puedes.

Así no ha de caer la luna

ni tendrás que morirte en la mañana

y el jueves será eterno

y te besaré siempre como el veinticuatro

de septiembre

de mil novecientos ochenta y uno.

Guárdame el tiempo,

guárdamelo…”

Carilda, Premio Nacional de Literatura 1996, con sus versos y emociones, simboliza ese pajarillo que trina en las mañanas despertando al sol en la bahía; Carilda, con sus versos de pasión y entrega a la Patria,  representa el rayo de luz que se asienta en la tierra matancera, para iluminar los espacios oscuros y despertar sentimientos de amor y esperanza en los corazones de todos los románticos.

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