Creado en: agosto 31, 2022 a las 08:46 am.

Pancho el Bravo: gloria olvidada de la música popular cubana

El olvido es la miseria del espíritu

Mercedes Santos Moray

El maestro Alberto Cruz Torres (1928-2009) («Pancho el Bravo», su nombre artístico), director fundador de la Orquesta Pancho el Bravo y sus candelas del «tira-tira», era uno de los flautistas más populares en Cuba, cuya excelencia profesional en el pentagrama sonoro caribeño y universal podía compararse con la de los maestros Richard Egües (1923-2006), flautista insigne de la octogenaria Orquesta Aragón, y José Antonio Fajardo (1919-2001), director fundador de la Orquesta Fajardo y sus Estrellas.

«Pancho el Bravo» nació en Quiebra Hacha, Pinar del Río. Su inclinación por la música se manifestó muy temprano, por lo que su progenitor, don Tomás Cruz Martínez, quien era clarinetista, no tuvo que insistir mucho en ese sentido ni con él ni con sus hermanos menores Antonio y Luis, quienes aprendieron a tocar, el primero piano y pailas y contrabajo el segundo.

Estudió teoría, solfeo y clarinete con el padre. Cuando tenía 14 años, la familia se trasladó para La Habana y don Tomás comenzó a trabajar en la Banda Municipal de Marianao —como uno de sus cofundadores— ocupación que le posibilitó hacer contactos con otros músicos, quienes contribuyeron con la formación musical recibida por Alberto y sus hermanos. El propio progenitor le puso una flauta de cinco llaves (de sistema) en las manos, y como dato curioso, habría que señalar que fue el primero de los flautistas de charanga que la empleó en una agrupación con ese formato.

Estudió flauta con los maestros Leocadio Urrutia, quien tocaba en la misma banda que el padre (y le enseñó a hacer notas tenidas, escalas…), Vitelio Valdés Villafuerte, también integrante de la banda, Julio Pedroso (abuelo de «Puppy» Pedroso) y Juan Cuello. Después aprendió a tocar el piano.

«Pancho el Bravo» se inició profesionalmente con la orquesta del maestro Joaquín González, aunque antes con el padre ya había tocado ante el público en algunas fiestas en Pinar del Río, su tierra natal.

Después, el progenitor formó la agrupación Ritmo Juvenil, donde tocaban los tres hermanos. Tocaron en Matanzas, Coliseo, Jovellanos, Isla de Pinos, Pinar del Río, San Miguel de los Pinos, así como en otros lugares del occidente del país.

En una etapa posterior, perfeccionó la técnica del instrumento con los maestros Roberto Ondina, Manuel Duchesne Domenech y Alfredo Portela.

Sustituyó al flautista José Antonio Díaz en la orquesta del maestro Luís González Valdés, más conocida por Orquesta «Neno» González. Su primera presentación con dicha agrupación fue durante una transmisión por Radio Cadena Habana del programa «Patria Guajira» y ese día adquirió el nombre artístico por el que se le conoció: «Pancho El Bravo» al interpretar magistralmente ese danzón del músico matancero Pedrito Ramos.

Estuvo entre 4 ó 5 años con la orquesta de «Neno González», y posteriormente, el 22 de noviembre de 1959, fundó su propia orquesta, la cual hizo su debut en el Cabaret «Tropicana», donde alcanzó los primeros planos de la popularidad entre los bailadores, ya que —además de su indiscutible calidad como agrupación musical— en aquel momento las orquestas con formato charanguero estaban en el clímax de la preferencia popular, y no solo en la mayor isla de las Antillas, sino también en muchos otros países, sobre todo del área del Caribe (como Venezuela y Colombia) y de África Occidental, donde la troupe de «Pancho el Bravo» era muy admirada y respetada.

Según expresara «Pancho El Bravo», su orquesta «estaba [integrada] por trece músicos —bajo, paila, flauta, piano, congas y tres violines— quienes se entregaban con mucho amor en cada pieza que tocaban». Entre sus conciertos más memorables, recordó los que realizaron para los combatientes internacionalistas en Angola: «actuamos varias veces para ellos. Nunca olvidaré las extraordinarias muestras de admiración que nos profesaron», aseguró entonces, ya herido de muerte y muy anciano, en la última entrevista que le concedió, en julio del 2009, pocos meses antes de fallecer, al colega Jorge Rivas Rodríguez, jefe de la Redacción Cultural del periódico Trabajadores,

Pancho estuvo dirigiendo esa orquesta hasta que se jubiló en 1987 y le entregó la dirección al flautista Armando Echevarría, aunque siguió asesorándola hasta el año 2000, fecha en que la agrupación lamentablemente se desintegró, para poco después ser reorganizada con la dirección del violinista Pablo Águila, de quien «Pancho El Bravo» afirmó: «Pablo ha logrado revivir el estilo de nuestra agrupación, y así devolver a la cultura cubana el legado que dejamos en la música popular [cubana]».

En dicha entrevista, el célebre instrumentista expresó, además, que «mi mayor anhelo no es vivir mejor, sino poder ver reanimada a mi orquesta, como en sus mejores años, para eso está en manos de Pablo Águila, un buen músico con mucho conocimiento y experiencia en la dirección orquestal. Hace poco los escuché por vez primera, y puedo asegurar [agregó] que tienen la misma sonoridad de aquella charanga-charanga que fundé hace 50 años».

Recuerdo, con mucho afecto, las veces en que la Orquesta de Pancho el Bravo y sus candelas del «tira-tira» participaban en el estelar espacio humorístico musical Alegrías de sobremesa, así como en La Discoteca del Ayer y La Discoteca Popular de la nonagenaria Radio Progreso, la Onda de la Alegría.

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