Creado en: diciembre 14, 2021 a las 07:13 am.

Poco antes del «Manifiesto», Kcho se confiesa

El artista ofrece detalles sobre la obra Quemando las naves, al final. / Foto del autor.

Horas antes de inaugurar Manifiesto, proyecto monumentario de gran envergadura y nueva dimensión estética-discursiva, el artista de la plástica Alexis Leyva Machado, Kcho, ofreció primicias a la prensa cultural de lo que, tal vez, y al decir del artista, será el comienzo de una etapa distinta desde lo creativo y lo personal.

La obra se inscribe dentro de las acciones de la XIV Bienal de La Habana, territorio alternativo contra esos circuitos hegemónicos y excluyentes de la plástica. Se extiende desde la intersección de 5ta Avenida y 110 hasta la salida del túnel.

Llama la atención que este megaproyecto llega en momentos en que, otra megaexposición antológica del artista, reverbera en el imaginario de la plástica nacional: En ningún lugar como en casa, en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), Edificio Cubano. Es la más grande que ha realizado el artista y de obligada referencia en las artes visuales cubanas, por derecho propio, lo será de todos los tiempos.

Manifiesto, a primera vista y para quien no repare más allá de una rápida mirada, es más de lo mismo en la estética de Kcho. Pero no es así. Si bien el tema de la migración, del viaje en todo su entramado –incluye el espacio físico, mental y espiritual, así como el social— ha devenido ícono de su extensa obra plástica y su persona máxima exponente de ese fenómeno social a nivel global, esta muestra a lo largo de la 5ta Avenida, en la capital habanera, impone una novedad en el quehacer del artista.

Estas once esculturas de gran formato han sido traídas del ideario de Kcho desde otra angulación: la monumental-lúdica dentro de un espacio social en el que el individuo interviene como ser social en aristas diversas. La 5ta Avenida es espacio de solaz esparcimiento, pero también refugio espiritual, vía de comunicación; válvula de escape, sobre todo, en este tiempo pandémico.

De ahí que las obras a exponer a lo largo de la vía potencien los elementos contemplativo y ornamental, lo lúdico; a la vez, implícito también lo reflexivo desde la representación simbólica de la realidad, tan maleable y resolutiva para los creadores.

Kcho apeló al acero. Sus ya tradicionales botes y remos han sido fabricado de acero oxidado. No están aquí las balsas rústicas de los más variados materiales –poliespuma, corcho, cámaras de neumáticos, bidones de acero, etc.—, los remos de madera o metal con sus más inusuales amarres; tampoco los avíos característicos de los emigrantes tales como recipientes plásticos, etc, elementos, ya comunes, en sus esculturas; respaldados, además por el discurso social y ontológico que el artista muy bien ha sabido utilizar desde su tribuna creativa, de inobjetable repercusión social.

Ahora, los botes y remos, desde el óxido de sus superficies, la composición de cada una de sus piezas, el conjunto propio y su disposición y vinculación con las diversas intersecciones de la vía y el entorno, dialogan de otra manera. Invitan a la contemplación, a la parada curiosa para ser observados y ya allí, desatar las más variadas interpretaciones sin dejar de ser palpados. De manera que Kcho crea otro tipo de textura visual y discurso ideotemático con estas piezas, sin despojarla de su esencia conceptual.

Todas las estructuras tienen su nombre en el pavimento, no portan los famosos statement. Desea el artista que el recorrido sea agradable para la gente, sin la pomposa y, en ocasiones, inentendible alusión escrita que algunos artistas realizan. Fueron elaboradas en España.

Advierte que todas las obras están en Cuba para quedarse eternamente y formar un patrimonio colectivo, “estoy trabajando en otro proyecto parecido y van a haber obras en otros muchos lugares de Cuba, serán propiedades de todos los cubanos y parte de la cultura”, aseguró.

En aras de ver y palpar, en carácter de premier, este conjunto escultórico, un grupo de escribidores, fotógrafos y camarógrafos, nos damos cita en el Estudio Kcho Romerillo, bien temprano. Desperfectos de última hora en el transporte planificado, no impiden el largo recorrido por los fragmentos de kilómetros de 5ta Avenida para tener la primicia en voz del artista.

“Me gustaría mucho que 5ta Avenida se quede con esta energía para siempre”

La nueva puerta, otra de las esculturas de Manifiesto. /Foto del autor.

Este conjunto monumental nació casi de la casualidad. Revela Kcho que cierta persona de pueblo, un jardinero de esa calle, le comentó en una ocasión el por qué no realizaba varias obras que pudiesen ser contempladas en esa calle. Y de veras Alexis se lo cuestionó, tenía el reto de que ese lugar tiene un alto valor patrimonial arquitectónico.

Echó a manos papel, acuarela y carboncillo y dibujó de un tirón todas las esculturas. “El dibujo para mí s importante. Todo lo que hago, lo pienso, lo analizo, dibujando”, señala. Luego vino el arduo trabajo de elaboración gracias a un amigo coleccionista en España. Ya están las piezas para que la gente común puedan tocarla, sentirla y hacer de ellas, lúdica y socialmente, un deseo.

Admite que una estocada sentimental lo lía a esta calle y su entorno: el municipio Playa, lugar donde está enclavada la avenida, fue su primera “acampada” al salir de su terruño natal, Isla de la Juventud, “aquí viví cuando vine por primera vez a La Habana”, comentó.

Dentro del nuevo imaginario que el artista desea con estas monumentales obras, está el que los espectadores “puedan ir generando y creando historias en ese popular paseo. El cómo se relaciona la obra de arte contemporánea con el patrimonio arquitectónico de esa arteria vial”, según expresó.

“Me gustó la idea de realizar esta exposición en 5ta Avenida. De alguna forma va vincular lo que pasa en mi Estudio Kcho Romerillo, donde trabajamos intensamente todos los días para el bienestar colectivo con ese camino que lleva a mi exposición antológica en MNBA”.

“Inicialmente no era mi intención sacar las piezas a la calle, quería que permanecieran en el entorno de mi estudio, donde creo. Algunas personas cercanas me recomendaron mostrarlas en la calle. Ha llegado el momento de que Manifiesto salga a la calle. No hay mejor escenario que la Bienal de La Habana y este sitio de 5ta Avenida”, dijo.

Comenta que el montaje fue intenso y este han sido acompañado por los vecinos del lugar, “hemos tenido diálogos con los transeúntes y vecinos que nos han acompañado hasta largas horas de la noche. Ha sido muy bonito cómo han estado al tanto del proceso y, de hecho, nos hemos hecho amigos”.

“Me gustaría mucho que Quinta Avenida se quede con esta energía para siempre, que se convierta en un espacio para este tipo de acciones. ¿Por qué no hacer arte vinculado a este patrimonio arquitectónico? Eso es Manifiesto, habla de nuestros logros inquietudes, errores, de todo, de nuestra vida compleja”.  

“El hombre viaja, no importa lo que pase”

La última historia, otra de las piezas que integran
la exposición Manifiesto. /Foto del autor.

La primera pieza que contemplamos se titula Rescate. La componen una figura en forma de avioneta que descansa sobre diecisiete botes pequeños agrupados en bote mayor. Es clara la alusión al viaje, al diario que ha identificado al cubano por largos años.

Kcho nos dice que ha tratado en mucho tiempo el tema del viaje, la búsqueda de la libertad personal, la independencia en ese periplo, incierto en muchas ocasiones, que la humanidad practica. Puntualiza el porqué del uso del acero, vinculado según su opinión, a esa idea de perdurabilidad en el tiempo, como el hecho propio del viaje.

“El hombre viaja, no importa lo que pase. En medio del coronavirus había más de un millón de personas viajando de África a Europa. Es indetenible. Están y estarán siempre las emigraciones. Por eso es importante el uso de estos materiales, es la forma de canalizar varias ideas en el tiempo. Cualquier sugerencia en Rescate, es la distancia”.

Luego llegamos a El Pensador, ubicada en 5ta y 92. Es un hombre cuyo cuerpo lo componen veintidós botes de acero. Esta sentado sobre el muro del Malecón en forma pensativa. Mira hacia el suelo.

Indago si esta pieza es émula de una idéntica, pero, de otro material, ubicada en la muestra antológica del MNBA. “No, para nada, aquella está hecha de otro material. Aquél pensador está construido del material real de la vida. Piensa que mucho de los elementos de mi trabajo no son componentes de viajeros o emigrantes, son partes que integran la vida cotidiana de mucha gente que extraen del mar su sustento. Es un homenaje a esa capacidad creativa y tan poderosa de esos seres”.

Le pregunto por la ubicación de las piezas, en una posible curaduría. Si están pensadas para que narren, de manera presuntuosa, una historia general, independientemente que cada una tengan su narrativa.

“Narran, pero, de forma aleatoria, no hay nada preconcebido. He tenido en cuenta para la creación de estas obras, el hecho de la forma en que las personas utilizan esta arteria. Las he ubicado espaciadamente narrando historias en los sentidos de orientación, es decir, en ambas direcciones de circulación y como lo quieran interpretar”, asegura.

Comenta como un transeúnte leía esta pieza: hombre de espaldas al mar y de frente al banco ubicado en esa intersección. La risa general emerge y expresa Kcho: “lo más importante que tiene el arte es que cada mente lo enriquece. En el caso del cubano, es una persona demasiada creativa y reinterpreta de varias maneras. Para eso es importante la libertad expresiva de las obras y la interacción espontánea del público”.

Saltos, quemar las naves, concordia

Más adelante, 5ta y 86, el espectador se encuentra con una escultura titulada El salto. El creador ha realizado dos piezas más con igual nombre, pero, diferentes conceptos. Están compuesta por tres botes en forma de arco. Una de ellas es cinética, a manera de balancín. Confiesa el creador que ha querido jugar con las formas, dígase botes, que han acompañado su discurso durante largo tiempo. 

La colectividad es un rasgo de constante florecimiento en la producción artística de Kcho. Desde esa famosa instalación que deslumbró a los espectadores y avizoró la oleada migratoria cubana de 1994, La regata, hasta esa espectacular instalación nombrada Lo mejor del verano, ahora como parte de su antológica exposición en Bellas Artes.

En este sentido, la intersección de 5ta y 74 reserva la escultura Quemando las naves. Vincula esa colectividad referida. La integran ocho botes de acero cuyas proas coinciden en un solo punto, un remo. Dan la sensación de un pequeño gran iglú esquimal, en donde más de una familia se reúne en torno al fuego. Tal vez, de una gran fogata a la que todos asistimos para darnos calor. Quemando… es un poco de eso, un compromiso con lo plural para el artista.

“Cada vez que asumo un proyecto, sé que estoy quemando las naves. Por eso esta fogata es refugio, casa, faro, señal. Me gusta muchísimo quemar las naves todos los días por los cubanos”, subraya.

En su nombre, es una escultura pensada para la espiritualidad. Cuatro botes de acero, a los que se le han adosado varios remos con símbolos que discursan desde concepciones diversas de religiosidad: la cruz católica, la estrella judaica de David, etc. De manera que cada bote y sus remos representando una filosofía no se enfrentan ni se imponen, tienen su propio discurso como pieza y uno como grupo, donde la concordia, la aceptación, es meta.  

La última historia, es versión también de otra de sus piezas conocidas: La columna infinita. Botes, sillas, bidones, una mesa, rectángulo y una hélice de bronce, integran un balaustre. Los elementos conforman una mirada particular.

La complejidad para conforman estas piezas requiere de un equipo asistente. Kcho tiene su staff creativo: soldadores y otras especialidades. Ya se convierte en un artista cooperativo. Le pregunto si acepta propuestas de estos sobre la elaboración de las esculturas: “Soy a rajatablas en eso. Bastante he pensado la obra para llegar a lo que deseo”, enfatiza.

Rectificar el curso: nueva puerta

El que diga que a veces en la vida no necesitamos rectificar el curso, es un mentiroso, según Leyva Machado. Tanto en lo personal como en lo colectivo se hace necesario. Se expresa así respecto a la escultura Rectificando el curso, un bote de acero de forma sinuosa, ondulada, parecido al movimiento de un gusano. Es expresionista y en parte cinética, según el ángulo en que se mire parece moverse.

Próxima a la boca de entrada del túnel se alza una obra de incalculable valor semiótico. De lejos puede mirarse como un rostro sin definiciones. Pero el creador le dio en llamar La nueva puerta. ¿Qué trae esta nueva portezuela anclada en medio del paseo? Lo develará el público desde las propias experiencias individuales.

Por lo pronto tres botes de acero, nueve remos y una enorme propela intentan una apertura o cierre hacia o desde un punto, o varios, hacia iguales. El espacio de entrada o salida está tapiado con los remos, ubicados paralelos a la vertical.  

Sin embargo, Kcho confiesa que según las profecías bíblicas cuando llegue el nuevo Mesías tendrá una nueva puerta. Es una mirada al futuro, al cambio, la realización de todos nuestros sueños. Se mantiene cerrada y solo abierta en nuestros corazones. Somos nuestros propios Mesías…hay un pensamiento social, emancipador de lo que está por ocurrir en esta pieza”, puntualiza.

Coda

Alexis Leyva se propone una mayor estancia en Cuba. Confesó las intenciones de mantenerse y crear intensamente en la patria que lo vio nacer. “Mientras más viejo me ido poniendo más deseo tengo de estar en Cuba. Estando en Cuba, mi país, mi Ciudad de la Habana, en mi Patria, puedo estar al tanto de muchas cosas. Pude, por ejemplo, convertir mi Estudio en un vacunatorio. Si hubiese estado en otro lugar no lo hubiera podido hacer”, concluye.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *