Creado en: agosto 25, 2022 a las 09:18 am.

Palabras de agradecimiento del Premio Internacional Miguel Matamoros 2022

LICENCIADO LUIS MORLOTE RIVAS

Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

DOCTOR MIGUEL BARNET LANZA

Presidente de Honor de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

LICENCIADO MIGUEL DÍAZ REYNOSO

Embajador de México en Cuba

MUSICÓLOGA MARTA BONET

Vicepresidenta Primera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

DOCTOR JESÚS GÓMEZ CAIRO

Director del Museo de la Música Cubana

Distinguidos invitados y miembros de la UNEAC

Como mexicano estudioso de los valores de nuestra música popular, considerada el mejor vínculo de unión espiritual con los pueblos del mundo y especialmente con la América continental y el Caribe, y como yucateco apasionado por la música de nuestra región, con la que Cuba guarda ancestrales  lazos de identidad, es un honor para su servidor Luis Pérez Sabido, investigador emérito de la Escuela Superior de Artes de Yucatán y presidente vitalicio de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín, comparecer ante esta benemérita institución intelectual cubana, convocado por su Presidencia, para recibir el Premio Miguel Matamoros que se me otorga por los trabajos de investigación y difusión que he realizado sobre la música popular del sureste de nuestro país, hermanada históricamente al desarrollo cultural de la República de Cuba. Distinción que agradezco en nombre propio y de mi país, en memoria de quienes han propiciado a lo largo de nuestra historia los ancestrales vínculos musicales entre ambas naciones.

Las raíces musicales afrocubanas de esta generosa tierra caribeña, trasplantadas con amor por notables artistas cubanos y mexicanos a la planicie yucateca y asimiladas en las cálidas noches troveras de Mérida, donde se impregnó del aroma de la cultura maya, dio como resultado el florecimiento musical de esta región de México, considerada como bastión de importantes géneros de la música popular de nuestra Patria.

Por esa razón es muy importante recordar que en 1878, en la ciudad de México, estrecharon vínculos de hermandad dos grandes personajes de Cuba y Yucatán, el héroe nacional cubano José Martí y el escritor, novelista y poeta José Peón Contreras. El primero había llegado a nuestro país con tan sólo 22 años de edad a ejercer el periodismo liberal y crítico, y el segundo -médico, novelista y poeta-, estrenaba ese año diez obras dramáticas en el Teatro Principal de México; entre ellas, La Hija del Rey, por la que recibió las palmas académicas y el reconocimiento del joven Martí, quien se refería a él como “El enorme Peón”. Dos años después Peón Contreras escribiría los versos de la canción-danza Despedida, musicalizada por Cirilo Baqueiro Preve y reconocida como la primera canción de la trova yucateca.

En 1881 la compañía naviera cubano-americana Warr Line establece la ruta marítima Nueva York-La Habana- Puerto Progreso-Veracruz y por ese medio entran y salen en las últimas décadas del siglo XIX y en las tres primeras del siglo XX numerosos artistas cubanos y mexicanos en un intercambio musical cada vez mayor.

En 1883, en Santiago de Cuba, el trovador Pepe Sánchez compone el primer bolero Tristezas; género romántico por excelencia que pronto arraiga en el corazón del pueblo cubano y luego se difunde a otros países de nuestra América.  Al respecto, el notable investigador musical cubano Argeliers León asienta: que al finalizar el siglo XIX el bolero había asimilado la forma de canción amorosa en sus dos secciones tradicionales y que el acompañamiento guitarrístico, “mezcla de rasgueado y punteado, llegaba nuevamente [a Cuba] por el camino de renovados contactos con sones yucatecos”.  He aquí un elocuente testimonio de los vínculos ancestrales que nuestras trovas.

En julio de 1908, Mérida recibe en el Circo Teatro Yucateco a dos célebres trovadores cubanos, Sindo Garay y Alberto Villalón, y al director musical Luis Casas Romero, que formaban parte de la compañía de variedades musicales de Raúl del Monte. Antes de regresar a La Habana, los artistas cubanos actúan en el Teatro Ocampo del puerto de Progreso y allí escuchan al Quinteto Progreso interpretar la primera clave de autores yucatecos, La noche llegó, de Antonio Serrano y Rodrigo Milán, cuya rítmica mantiene gran semejanza con la criolla cubana, género creado dos años después, en 1910, en La Habana, por el compositor Luis Casas Romero.

En enero de 1918 llega a Mérida para actuar en una larga y exitosa temporada en el Teatro Olimpia, la Gran Compañía de Zarzuela Cubana del actor, cantante, bailarín y empresario cienfueguero Arquímedes Pous, con magnífico elenco, orquesta propia, cuerpo de baile y deslumbrante vestuario y decoraciones. Poseedor de una cautivadora voz de barítono, Pous participó con su orquesta en el carnaval meridano de 1918 y allí difundió los más conocidos boleros cubanos compuestos hasta entonces.  Después del carnaval, Pous reanudó su larga temporada en Mérida.

En los entreactos de su espectáculo, Arquímedes Pous y su esposa Conchita Llauradó recreaban los enredos coloquiales de los solares habaneros en un ocurrente diálogo que concluía con una canción festiva. El éxito del dueto Pous-Llauradó influyó en la creación de la pareja cómica del teatro regional yucateco en 1919.

A mediados de 1918 el compositor yucateco Enrique Galaz Chacón y el poeta Carlos R. Menéndez, hijo de profesores cubanos, crean el primer bolero yucateco Madrigal, estrenado en la Hacienda Cacao, Yucatán, en agosto de 1918.

Un siglo después del estreno del primer bolero yucateco Madrigal, y en base a las documentadas investigaciones de su servidor, Yucatán es reconocido como la cuna del primer bolero mexicano, en una ceremonia efectuada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, el 8 de agosto de 2018.

En 1919, en una segunda gira a la capital yucateca, Pous estrena su más grande éxito, Mérida carnaval, al que le siguió Yucatán Souvenir que, junto con De México vengo, repite con éxito en el Teatro Payret de La Habana.

Y la historia continúa. En noviembre de 1929 el Teatro Principal de Mérida recibe al notable trovador y compositor santiaguero artífice del son cubano, Miguel Matamoros, cuyo ilustre nombre lleva el prestigiado premio que esta tarde se me ha conferido. Iba con sus inseparables compañeros Rafael Cueto y Siro Rodríguez, del Trío Matamoros.

La revista ilustrada meridana Púrpura y Oro publicó la siguiente nota sobre su visita: “Un rotundo y clamoroso triunfo constituyó en esta ciudad el debut del Trío Matamoros, el cual se llevó a cabo en nuestro Teatro Principal la noche del miércoles 14 de los corrientes”.

“A decir verdad, este notable conjunto de trovadores es indiscutiblemente lo mejor y más perfecto que hasta hoy hemos tenido oportunidad de escuchar y admirar aquí y dada la aureola de triunfos con que vienen precedidos, las noches del Principal han resultado la nota más sobresaliente del mes por lo verdaderamente brillantes y concurridas”.

A partir de esa visita, el gusto por el son se incrementa en Mérida. Tanto, que en 1937 el compositor yucateco Wello Rivas escribió el bolero-son Quisiera ser golondrina que alcanzó altos índices de popularidad en México y otros paises de América al ser grabado por su autor con la orquesta de Rafael “El Jibarito” Hernández.

Otro vinculo más. En 1930, en su último viaje a Cuba, el compositor yucateco Guty Cárdenas estrechó una amistad fraternal con el reconocido poeta nacional cubano Nicolás Guillén, en un día de farra en que departieron en La Zaragozana y otros sitios y bares del puerto.

Poco después, en 1931, Guty compuso en México su Canto Negro, en estilo ñáñigo, con letra del poeta de Los motivos del son, cuya partitura estuvo perdida durante muchos años y finalmente apareció en los archivos que heredaron los sobrinos de compositor.

En mi viaje anterior a esta bella ciudad tuve el gusto de entregarle una copia de esa valiosa obra al director del Museo de la Música Cubana, doctor Jesús Gómez Cairo, que hoy me ha honrado hablando generosamente de mi persona.

Todo lo anterior confirma la continuidad de los vínculos musicales que nos han unido a Cuba a través del tiempo.

A los que hay que añadir:

Que la notable cantante cubana de opereta y zarzuela, Maruja González, hija de padres españoles exiliados, nació en Mérida, el 6 de septiembre de 1904.

Y que la poeta yucateca Rosario Sansores vivió en La Habana, escribió en la revista Bohemia y es autora del poema Palomita blanca, musicalizado como bolero, hacia 1924, por el fecundo creador Ernesto Lecuona.                                         

Y, más recientemente, el 16 de julio de 2018, en el malecón de La Habana, la notable cantante cubana Omara Portuondo y el gran compositor mexicano Armando Manzanero, cantando juntos refrendaron los viejos lazos de entrañable musicalidad entre nuestros dos países.

Por eso tiene tanta significación el premio que generosamente se me otorga el día de hoy, como corolario de las históricas acciones realizadas para mantener vigentes los vínculos musicales entre Cuba y México.

Gracias doctor Barnet, gracias licenciado Morlote, gracias doctor Gómez Cairo y gracias señor embajador Díaz Reynoso, que hoy nos acompaña como testigo de honor, en este solemne acto en el que recibo con gran emoción y humildad el valioso premio que se me confiere, con el compromiso de mi parte de seguir coadyuvando para que los ideales de José Martí y José Peón Contreras, continúen vigentes. Muchas Gracias.

La Habana, martes 23 de agosto de 2022.

(Palabras del profesor Luis Pérez Sabido

en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

al recibir el Premio Miguel Matamoros)

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