Creado en: agosto 26, 2022 a las 09:11 am.

Donde se salva la cultura

El teatro La Caridad recibe una reparación capital. / Foto: del autor

Si algo demuestra la restauración capital que en estos momentos se lleva a cabo en el teatro La Caridad, de Santa Clara, es el valor que se le da a la cultura en Cuba, la cual, como bien dijera Fidel, constituye espada y escudo de la nación.

Fundada el 8 de septiembre de 1885, la institución posee notables valores patrimoniales, ambientales y arquitectónicos que la hicieron merecedora de la condición de Monumento Nacional, en 1982.

El vetusto coliseo villaclareño debe su existencia a la excelsa patriota Marta Abreu de Estévez, quien tuvo la feliz idea de levantar un teatro en el mismo espacio que antes ocupara La Ermita de la Candelaria, primer templo construido en la villa, en 1696.

Marta Abreu, considerada como la benefactora de Santa Clara, a partir de las múltiples obras donadas a su ciudad, financió, con la venia y bolsa de su esposo, el doctor Luis Estévez Romero, la construcción del coliseo, cuyos recaudos se destinarían a labores humanitarias y caritativas.

La obra, que fue concebida por el ingeniero Herminio Leiva y Aguilera, tiene un estilo neoclásico, cuyos espacios fueron ambientados por renombrados artistas cubanos y extranjeros de la época como Miguel Melero, destacado pintor y profesor de la Escuela de San Alejandro, y el pintor Filipino Camilo Salaya, quien tuvo a su cargo los laterales de la parte superior de la boca y la decoración del cielo raso, con la representación alegórica de la aurora, y tres mujeres que simbolizan el genio, la fama y la historia.

La apertura del teatro La Caridad significó un importante giro para la vida cultural de la urbe. A partir de aquel momento, comenzaron a pasar por allí los artistas más prestigiosos del patio y de otras latitudes.

UNA OBRA COMPLEJA Y NECESARIA

Para que la principal institución cultural de Villa Clara vuelva a cobrar el esplendor que siempre la ha caracterizado, fue necesario un fuerte proceso investigativo previo, en el que participaron especialistas del Centro Provincial de Patrimonio, historiadores, proyectistas y otros reconocidos expertos en la materia.

Ellos han tenido en cuenta desde la concepción original del teatro, hasta las distintas intervenciones realizadas allí, en especial, las llevadas a cabo en 1980 y a finales de la primera década del siglo XXI; que, a pesar de resultar importantes para poder mantener su vitalidad, fueron incompletas, al decir de Domingo Ravelo Rodríguez, inversionista principal de la obra.

En la primera gran reparación realizada se hizo un profundo proceso, que incluyó la rehabilitación de las pinturas murales por parte de la pintora Aida Ida Morales, aunque quedaron pendientes varias tareas, lo que hizo necesaria otra restitución entre 2008 y 2009, explica Ravelo Rodríguez.

«Ante el deterioro acumulado durante estos años se hizo un levantamiento general del estado de la instalación, y se detectaron serios problemas constructivos y estructurales, que hacían necesario acometer una reparación capital del coliseo», reconoce el experto.

Entre esas dificultades, Ravelo Rodríguez menciona la existencia de decenas de vigas deterioradas; mucha madera con comején; mal estado del techo, lo cual laceró la calidad de las pinturas murales; además de problemas en el mobiliario y otros objetos patrimoniales con que cuenta la instalación.

Al respecto, explica que el trabajo se dividió en tres partes, la primera incluye la sala Marta Abreu, el lugar de ensayo, el lobby, la cafetería y la tienda de Artex, entre otros sitios en los que se avanzó de manera considerable, lo cual precede a las labores más complejas en el llamado corazón del teatro, es decir, los palcos, la platea, la tertulia, el techo, el escenario y las pinturas murales, tarea esta última que será acometida por restauradores de la Oficina del Historiador de La Habana, de acuerdo con la explicación brindada por Ernesto Alejo, director de la institución.

Hasta el momento, se ha laborado en el piso de la sala de ensayo, en la cual había varias vigas colapsadas que fueron sustituidas; en las escaleras principales y secundarias; en los falsos techos de todos los niveles; además de intervenir en el lobby y los portones de la instalación, explica el Director, quien precisó, además, que especialistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales laboran en la restitución del mobiliario del escenario, en la carpintería, las pinturas murales del lobby, los espejos y las lámparas patrimoniales ubicadas en ese sitio, así como los vitrales.

Significativo también es el enmasillado de las paredes del teatro, la reparación de las cerchas y de la fachada, a la cual se le devuelven sus elementos originales, destaca la licenciada en Restauración Lizbeth Sánchez León, quien atribuye un gran mérito a la labor de investigación histórica llevada a cabo por parte de Patrimonio.

Sobre el tema, el Director del teatro reconoce que este es el trabajo más completo de restauración que se le ha realizado al edificio, teniendo en cuenta la magnitud de los distintos proyectos acometidos y la calidad mostrada en todo lo que se ha hecho.

Pendientes están aún varios objetos de obra de mucha envergadura, como la reparación de las instalaciones hidrosanitarias y del sistema eléctrico, el montaje de la climatización, así como la impermeabilización de la cubierta, todo lo cual demanda de recursos y de mucho esfuerzo para poder concluir la rehabilitación en el plazo más breve posible.

A pesar de las dificultades, la voluntad de los propios trabajadores del teatro, quienes en un esfuerzo digno de admirar, mantienen viva la programación con actividades para niños y adultos los fines de semana; de los especialistas que participan en la restauración y de las autoridades del territorio y del país, es sacar adelante la obra, conscientes del valor del teatro La Caridad para la cultura cubana y villaclareña, señaló Ernesto Alejo.

(Tomado de Granma)

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