Creado en: octubre 16, 2020 a las 09:29 am.

Cortázar convoca el interés y la pasión en lectores de una diversidad muy difícil de igualar

Por Astrid Barnet

“Cada escritor tiene un relato mítico de los orígenes; el mío es la puesta en sentido de una vida a través de la narración, en eso consiste el género autobiográfico. Las huellas que emergen aquí y allá permiten reconstruir una trama que contribuya a diseñar una escena en la que se alcance un acuerdo entre la rememoración de lo que era y el presente de la escritura. La escena que figura el comienzo, la atribución mítica a un momento único e inicial, por una parte, y por otra, la caracterización de un presente más o menos extendido que abarque la época de escritura de los ensayos críticos en torno a la literatura de nuestro continente”.

Con su actitud siempre profesoral, que enamora al alumnado e incita a acercarnos a la literatura Latinoamericana, el doctor en Letras de la Universidad de Buenos Aires, Roberto Ferro –quien fuera jurado, en fecha reciente, del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar— accedió a ofrecer esta entrevista exclusiva para el sitio web de la UNEAC, donde cuenta su incursión en el mundo de la letras y específicamente el estudio de la obra de Cortázar y la literatura desarrollada en nuestro continente. Con la premura que el profesor partió de Cuba luego de entregar el premio dado en la Isla y la promesa de responder nuestras preguntas le ofrecemos a usted lector la conversación.

¿Cómo y cuándo parte su interés hacia las letras, en especial, hacia la literatura?

“Toda la historia que desea usted saber va a parar al barrio de Sáenz Peña, en los bordes mismos de la gran capital, a una puerta enrejada que permitía ver la entrada de la casa de enfrente, a un muchachito de unos diez años, demasiado alto para su edad y, consecuentemente, extremadamente delgado, que espera ansioso que su vecino salga hacia su trabajo para que le pase subrepticiamente, el número semanal de la revista Patoruzitoel operativo debía ser discreto porque sus padres seguían apegados al Billikenignorando que Roberto ya estaba cansado de las reiteraciones de los héroes nacionales, que año tras año cumplían con su rutina de epopeyas.

“La lectura a escondidas tenía un favorito, el detective Vito Nervio con guión de Leonardo Wadel y dibujada por el gran Alberto Breccia. Esa escena explica de alguna manera, la perseverancia con que los años siguientes fue acumulando en su biblioteca los ejemplares del Sétimo Círculo primero y de los policiales de la serie negra después. Ahora, en el otro extremo de la trama de ese relato autobiográfico, cuando el narrador-protagonista en un gesto retórico se pregunta por la raíz de su obsesión por la crítica y la teoría literaria, suele recurrir a una correspondencia: aquel pibe se inició como lector bajo el amparo de un género popular en el que nunca se declina la pasión por la búsqueda de sentido de los enigmas que nos asedian”.

¿Qué observaciones/críticas hacerle a la Literatura latinoamericana actual?

“La pregunta es muy amplia, la acoto, el concepto de Latinoamérica está en constante transformación, no es lo mismo en la época del Boom que ahora, lo que es notorio es cierta segmentación de los intereses, un desplazamiento del modo de circulación de los textos por la editoriales hegemónicas situadas en España que tienen sus casas en cada país, lo que dificulta la circulación. Han aparecido otros factores: la situación de la mujer, las luchas por el cambio climático, que arman una nueva agenda”.

Autores de su preferencia (Argentinos y de otros países)

“Para evitar una lista interminable diré solo algunos: Macedonio Fernández, Julio Cortázar, Fernando Pessoa, Salvador Elizondo, Lezama Lima, Cesare Pavese. Y de allí las ramificaciones”.

¿Cuándo y por qué surge su interés hacia la obra de Julio Cortázar?

“La respuesta debe considerar la metáfora de las capas geológicas. Fui lector de la primera edición de Rayuela, que trasformó mis seguridades en vértigo y desmesura. Señalo esa reacción porque la novela de Cortázar, que se podía leer de tantas maneras diferentes, era para muchos de nosotros, además, una suerte de apertura al porvenir, a la innovación, a la ruptura con las convenciones, a la posibilidad de concebir horizontes sin clausura. Después comenzó a generarse en mí una relación de intensidad no sólo con los textos de Cortázar que iban apareciendo, sino también con su participación en la trágica sucesión de acontecimientos que atravesaron América Latina.

“La siguiente capa geológica está situada en el período de retorno de la democracia formal en la Argentina; cuando aún no eran los años de las ilusiones perdidas, dicté una serie de cursos sobre literatura en el Centro Cultural San Martín; dos de ellos estuvieron dedicados a Cortázar, en 1986 a los cuentos y en 1987 a las novelas; durante ese lapso pude constatar cómo su obra había marcado y seguía marcando los territorios imaginarios de innumerables lectores de las más variadas formaciones y procedencias.

“Ese período coincide con la gestación de la siguiente capa geológica de mi errar por el mundo literario, puesto que se entrelaza con la iniciación de vínculos con el mundo universitario que llegan hasta el presente. Artículos de crítica literaria en publicaciones académicas, libros, proyectos de investigación, cursos, seminarios y conferencias, que abarcan una dilatada cartografía que atraviesa América Latina y Europa, son el sucinto inventario de una creciente variedad de intervenciones sobre su obra. Alguna vez he comparado el trabajo de profesor y crítico literario con el de los cómicos de la lengua: ir de un escenario a otro re-presentando sus lecturas; de esa trashumancia me ha quedado una experiencia trabajada por el paso del tiempo: los textos de Julio Cortázar convocan el interés y la pasión en grupos de lectores de una diversidad muy difícil de igualar.

“En ese trayecto fui acumulando infinidad de notas y apuntes; los libros de Cortázar de mi biblioteca exhiben la tenacidad de mis lecturas, las marcas se superponen, cambian de trazo, de instrumento, los cuadernos y las libretas se fueron llenando de esquemas, cuadros y resúmenes; junto con esa insistencia iba atesorando cajas de recortes de diarios y revistas, fotocopias de artículos aparecidos en las más diversas publicaciones, más tarde se sumaron los archivos con trabajos digitalizados y, mientras tanto, los estantes de mi biblioteca se poblaban de libros dedicados a su obra, a tal punto que en algún momento pensé que mi actividad había mutado de crítico y profesor a coleccionista. Pero con los años ese gesto se trasformó en libros, artículos y conferencias”.

¿Se considera un escritor de enfoque progresista?

“Me considero un trabajador intelectual que participa de los objetivos políticos y sociales de la izquierda latinoamericana”.

En relación con el pensamiento político de la intelectualidad argentina actual, ¿está en contraposición a una cultura de la vanguardia de la izquierda? ¿Existe un renacer, si tenemos en cuenta todo lo que ha pesado y pesa el Kirchneanismo?

“El triunfo de la fórmula Fernández-Fernández en las últimas elecciones abre un campo de expectativas notable para el horizonte geopolítico de Latinoamérica y exige una participación de todos los sectores que formamos parte del Frente de todos. La tarea será ardua, pero considero que las posibilidades exigen la entrega a un trabajo sin pausas y con firmeza”.

Según el criterio del poeta, ensayista y profesor cubano Juan Nicolás Padrón “después de la invasión de Europa en 1492, el racismo de los colonialistas españoles trajo consigo tres variantes a América: la aplicación de “la limpieza de sangre”, para los súbditos de la Corona, la discusión de si los indígenas americanos poseían o no alma, y una oprobiosa discriminación racial hacia los esclavos africanos. Partiendo de estas tres variantes, ¿cuál es su criterio?

“En cada región la operatoria del Imperio funcionó de modo diverso, aunque es posible establecer ciertos parámetros comunes que distinguen al imperialismo colonial que desembocará el capitalismo del siglo XVIII y XIX. En la Argentina a fines del siglo XIX se llevó a cabo un brutal genocidio de los pueblos originario, lo que se llamó la campaña al desierto, que es una falacia porque se materializó con armas de fuego de repetición y telégrafo. Eso tuvo como consecuencia el reparto de grandes extensiones del territorio nacional en años de unos pocos terratenientes, que aún siguen siendo un factor de poder en mi país. La metáfora de “limpieza” como tantas otras nos releva de mayores precisiones, se limpia lo que está sucio, por lo tanto, esa ideología se identifica con un cierto hingienismo brutal”.

¿Cómo se atempera el pensamiento y la obra de Domingo F. Sarmiento en los jóvenes argentinos de estos tiempos? ¿Qué influencia les ha dejado?

“La consigna sarmientina de “civilización y barbarie” sigue siendo potente, y se la ha debatido muchísimo en el pensamiento argentino. Me resulta complicado responder una pregunta tan amplia, porque Sarmiento también es considerado en el ámbito de los estudios literarios como el más grande escritor del siglo XIX en la Argentina y el concepto de influencia me resulta insuficiente porque connota contagio mecanicista y no especulación reflexiva”.

¿Algún otro estudio/investigación inmediato?     “En la actualidad trabajo con la idea de ficción crítica y con asuntos vinculados al género policial”.

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