Creado en: mayo 13, 2022 a las 08:02 am.

Homofobia: una interpretación psicoanalítica

Foto de Stavrialena Gontzou / Tomada de Umplash

La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí.

Mariela Castro Espín

Con esa frase antológica de la Dra. Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), quiero evocar la XV Jornada Cubana de Lucha contra la Homofobia y la Transfobia, que tiene lugar en la mayor isla de las Antillas sin ningún tipo de actividad festiva, en solidaridad con el profundo dolor que embarga a la población insular, y particularmente, a la población habanera, como consecuencia del trágico accidente ocurrido en el capitalino hotel Saratoga, que dejara más de cuarenta víctimas fatales.

No es posible, en modo alguno, explicar qué es la homofobia sin antes conceptuar los vocablos homosexualidad y fobia. La literatura especializada define la homosexualidad como la preferencia o atracción sexual por personas del mismo sexo, mientras que la fobia la describe como miedo intenso y persistente hacia un objeto, situación o actividad específica.

La homofobia, como motivación superficial de la conducta del sujeto, es el miedo a la homosexualidad, pero desde lo más hondo de la subjetividad humana no es otra cosa que el miedo a los impulsos homoeróticos que emergen del componente instintivo del inconsciente freudiano. 1

La homofobia se manifiesta a través de actitudes intolerantes hacia aquellos individuos con conducta homosexual; actitudes que van desde el desprecio hasta la agresión física o verbal y son expresión de un mecanismo inconsciente que Sigmund Freud, 2 el Padre del Psicoanálisis, denominara «proyección» (atribuir a personas, situaciones o cosas sentimientos hostiles que embargan al sujeto).

Para la persona con homofobia, el sujeto con orientación sexual homoerótica es un «apestado» o «enfermo incurable», cuya proximidad puede contagiar «al individuo supuestamente individuo individuo supuestamente iduo supuestamente sano», y cuando —por una u otra razón— las circunstancias le exigen interactuar con ese «otro diferente», no sólo se descompensa desde el punto de vista psicológico, sino también se le bloquea la inteligencia emocional, 3-4  entendida como el difícil arte de poner nuestros sentimientos y emociones en función de optimizar la relación con el prójimo, de situarnos en el lugar del «otro» o «no yo».    

Un porcentaje nada despreciable de las personas con homofobia presentan un conflicto intrapsíquico, que se revela por medio de una lucha entre el «ello»(inconsciente) y el «yo» (conciencia) o bien entre el «yo»y el «súper-yo»  (censor ético-moral que regula el comportamiento psicosocial del sujeto, y que responde a los intereses de la familia, la religión, la escuela, la cultura, la sociedad patriarcal, machista y homofóbica). 5

Con otras palabras, son personas que reprimen esa variante del comportamiento sexual humano; tendencia que se agazapa en el componente instintivo del inconsciente freudiano, y en respuesta a la represión 6 se expresa a través de actos fallidos o sueños eróticos con sujetos del mismo sexo. 7 O son individuos, que luego de una «batalla campal» que los desgasta física, psíquica y espiritualmente han interiorizado su homosexualidad, pero por presiones socio-familiares o de otra índole se resisten a incorporar esa orientación homoerótica a su comportamiento sexual, y por extensión, a su personalidad; resistencia que lleva al sujeto a un nuevo enfrentamiento consigo mismo, que desencadena un conflicto psicológico de nivel neurótico. 8

No obstante, hay individuos que si bien no presentan esos conflictos inconscientes no pueden desembarazarse de la homofobia, porque sospechan o han descubierto la homosexualidad en sus hijos, padres, hermanos…, y para «cubrir» las supuestas faltas de sus seres queridos se dedican a perseguir, estigmatizar o destruir psicológica, social, moral y espiritualmente a las personas que en su relación íntima prefieren al «otro» de su mismo sexo.

No creo necesario insistir sobre el particular, porque «hay verdades tan evidentes, que tratar de demostrarlas es un insulto a la razón». 9

Por último, quisiera destacar la actitud inteligente que adopta una persona sana de cuerpo, mente y espíritu hacia los hombres y mujeres con conducta homosexual:

El individuo sin homofobia percibe al «otro diferente» como una persona que vale no por su orientación sexual, sino por lo que es: un ser inacabado e inacabable, imperfecto pero perfectible, que integra en una unidad viviente todas y cada una de sus dimensiones biopsicosocioculturales y espirituales, que lo convierten en una persona única, especial e irrepetible, que merece amor y respeto a su inviolable dignidad humana.

Una vez que el soberano de la creación interiorice e incorpore a su estilo de afrontamiento esa actitud eminentemente ético-humanista no cabe duda alguna de que estaremos viviendo en ese mundo mejor… que sí es posible.         

Notas

1.  Octavio Mannoni. Freud. El descubrimiento del inconsciente. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1984.

2. Sigmund Freud. Obras completas. Barcelona: Editorial Biblioteca Nueva, 1948, 3 Vols.

3. Daniel Goleman. Inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairus, 1996.

4 Jesús Dueñas Becerra. «Inteligencia, inteligencia emocional y espiritualidad». Revista Cubana de Psicología. 2003; Supl. 1: 54-6.

5 «Freud. El yo y el ello». Op. Cit. Vol. 1: pp. 1213-29.

6) —–. «Metapsicología».  Ibídem: pp. 1057-62,

7 —–. «Psicopatología de la vida cotidiana». Ibídem: pp. 751-4.

8 —–. «Ensayos sobre la vida sexual y la teoría de las neurosis». Ibídem: pp.: 1030-5.

9. Rolando Pérez Betancourt. «Marlon Brando en pos del tiempo». Granma. 2004; 40 (159): p. 6 (culturales).

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