Creado en: julio 5, 2022 a las 09:22 am.

Ramiro Guerra: padre de la danza moderna

Foto: Tomada de Juventud Rebelde

El maestro Ramiro Guerra (1922-2019), Premio Nacional de Danza 2000, cumpliría 100 años de fecunda existencia terrenal.

A la sagrada memoria del también primer bailarín, coreógrafo, crítico y padre de la danza moderna insular dedico esta crónica, que recoge —en parte— las principales incidencias acaecidas durante el cálido homenaje que —hace algo más de tres años— se le tributara en la sala «Villena» de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC); actividad que cubrí para la prensa nacional.

Ramiro Guerra era doctor en Derecho por la Universidad de La Habana (1949); profesión que delegó a un plano secundario para consagrarse en cuerpo, mente y alma al arte danzario, el cual revolucionó y llevó a planos extraordinarios, no solo en el archipiélago cubano, sino también fuera de nuestras fronteras geográfico-culturales.

Fue un infatigable creador, ya que la poética y la estética que lo identifican, en el orbe danzario caribeño y universal, estuvieron condicionadas —fundamentalmente— por una extensa fusión —«ancha y lejana como la pampa argentina»— de técnicas y estudios académicos, que oscilan entre el ballet clásico y los principios básicos esenciales de la danza moderna estadounidense.

En la patria de Washington y Lincoln recibió clases de los maestros Doris Humphrey (1895-1958) y José Limón (1908-1972). No obstante, admitía que su mayor influencia procedía de la impecable técnica aportada a la danza por la maestra Martha Graham (1894-1991)

A su retorno a la Ciudad de las Columnas, se dedicó al estudio teórico del folclor cubano, y fundó, en 1959, el Conjunto Nacional de Danza Moderna, compañía que —en la actualidad— se conoce con el nombre de Danza Contemporánea de Cuba (DCC), y en la que —de manera inédita para mediados de la anterior centuria— incluyó a hombres y mujeres de todas las razas que configuran el «ajiaco» multi.-étnico-cultural que, según el sabio, don Fernando Ortiz (1881-1969), deviene principal nutriente de la personalidad básica de la población cubana..

También fundó el Conjunto Folklórico Nacional, en una época en la que no existía ni tradición danzaria, ni público, ni cantera de bailarines en la Perla del Caribe, y se atrevió a llevar a esa disciplina artística los temas cubanos, y a investigar y escribir obras sobre arte, que publicó en varias revistas especializadas o se convirtieron en libros.

Entre sus textos, habría que destacar Apreciación de la danza (1968), Teatralización de la danza y otros ensayos (1988), Una metodología para la enseñanza de la danza (1989), Calibán danzante (1998),Coordenadas danzarias (2000) yEros baila. Danza y sexualidad (2001).

Desde la vertiente coreográfica, creó obras trascendentales que constituyen parte de su herencia intelectual y espiritual a la cultura cubana y universal. Entre otras obras no menos relevantes, podrían citarse Impromptu galante, Mambí, El decálogo del apocalipsis, El milagro de Anaquillé, Medea y los negreros, Orfeo antillano, Tiempo de quimera y Suite yoruba.

El eminente maestro e investigador fue condecorado con la Medalla «Alejo Carpentier», la Orden «Félix Varela», y el Premio «Alejo Carpentier» en ensayo. Recibió, además, el doctorado Honoris Causa por la Universidad de las Artes (ISA), así como la categoría de miembro fundador y emérito de la UNEAC.

En el centenario de su natalicio, puede dormir en paz el sueño de los justos, maestro Ramiro Guerra, ya que usted cumplió —al decir del genio martiano— «la obra de la vida», la cual puede mostrar al cielo con legítimo orgullo.

Por otra parte, las sabias enseñanzas legadas por usted a la humanidad permanecerán por siempre en la memoria poética de los discípulos, colegas y fieles seguidores de sus originalísimas contribuciones al desarrollo del arte danzario en general, y de la danza clásica, contemporánea y folclórica, en particular. ¡Qué así sea!

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