Creado en: junio 16, 2024 a las 10:50 am.
Teatro Nacional de Cuba: 65 años en la escena cultural
Desde su surgimiento, el Teatro Nacional de Cuba (TNC) fue sede de innumerables proyectos que contribuyeron al desarrollo del acontecer artístico de la Isla. Manifestaciones como la música, la danza, el teatro y las artes plásticas, encontrarían nuevos derroteros como consecuencia de la búsqueda de un quehacer distinto y una manera de decir propias desde nuestra identidad y los nuevos procesos sociales que experimentaba el país; además del registro artístico del orbe.
Creado el 16 de junio de 1959 por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz –después de ya contar en el país con otras instituciones como el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la Casa de las Américas y la Imprenta Nacional–, acogería innumerable actividades encaminadas a la forja de una cultura tan viva y diversa como el proceso mismo que se desarrollaba en el orden político y social.
Tendría varios departamentos desde sus inicios, el de Danza Moderna, con el bailarín y maestro Ramiro Guerra; el de Artes Dramáticas con Fermín Borges, el de Folclore con Argeliers León; el de Música con Carlos Fariñas, además del enfocado en la Extensión Teatral. La convocatoria a artistas de Cuba y el mundo, sobre todo, bailarines, fue amplia. Lorna Burdsall fue una de esas figuras primigenias que llegó a Cuba.
Dentro de su perímetro se pueden encontrar varias instalaciones con espacios de referencia como lo son el Delirio Habanero y el Café Cantante, en ambos se suceden eventos y peñas regulares de gran aceptación popular. Más que famosas sus dos salas: la Avellaneda y la Covarrubias, cuenta, asimismo, con el Centro de Información María Lastayo y las galerías de arte René Portocarrero y Avellaneda.
Cuna de instituciones, vitral de nuestra cultura y plaza nacional e internacional
Esta instalación vio surgir varias instituciones hoy significativas. Aquí nació y ha sido su sede por 65 años, Danza Contemporánea de Cuba, orgullo de la nación y de reconocido prestigio internacional, fundada por Ramiro Guerra y dirigida actualmente por el bailarín y también maestro Miguel Iglesias.
Con esta compañía, se abrió las puertas a la danza moderna cubana. Si hoy es posible que en casi todas las provincias del país existan escuelas de danza, agrupaciones danzarias y coreógrafos, se debe en gran medida a la réplica de la labor de esta compañía surgida en El Nacional.
Otras agrupaciones germinaron en este edifico, llamado también El elefante blanco. El Coro Nacional de Cuba, dirigido por la maestra Digna Guerra; la Orquesta Sinfónica Nacional, la Brigada de Instructores de Arte, el Movimiento de Artistas Aficionados y el Conjunto Folclórico Nacional.
El Folclórico, surge a instancias de Argeliers, quien propuso su creación en 1961 y formula que el investigador y poeta Rogelio Martínez Furé fuera su asesor y el mexicano Rodolfo Reyes, su coreógrafo y director artístico.
El TNC también promovió los talleres de apreciación que despertaron el interés y acercamiento a las artes de muchas personas, como es el caso de la recién desparecida actriz cubana Isabel Moreno, quienes se consagraron en este lugar emblemático de la cultura.
Otros dejaron sus huellas trascendentes. Es el caso del ya mencionado musicólogo e investigador Argeliers León y su par en la vida y la profesión, la Dra. María Teresa Linares. Gracias al primero y a Ramiro Guerra, la cultura popular cubana fue dignificada. Sus empeños sembraron la semilla para que años después se gestaran las agrupaciones referidas.
Varios de los portadores de esa cultura autóctona, descubiertos y develados por Don Fernando Ortiz en la famosa conferencia realizada en la Universidad de La Habana en 1936, encontraron bitácora para su quehacer y se presentaron por primera vez en el Nacional.
Como institución tuvo también una gran responsabilidad en el desarrollo del teatro dramático. El actor y dramaturgo Vicente Revuelta, ícono del arte de las tablas en el país y uno de sus más novedosos renovadores, tuvo cuartel general en las instalaciones del teatro. También lo hizo la actriz Gilda Hernández, uno de los puntales de este teatro, directora del mismo en algún momento, madre del reconocido y siempre recordado actor Sergio Corrieri.
Aquí se ha preservado el patrimonio de las artes escénicas de Cuba, importante también su colección de obras de arte. Cuadros de René Portocarrero, Raúl Martínez, Rita Longa, Flavio Garciandía, Pedro de Oraá, Alfredo Sosabravo, entre otros, son atesorados en sus arcas patrimoniales.
Igualmente, El Nacional fue sede de encuentros memorables. Dentro de estos magnos eventos, por citar solo algunos, figuran los festivales internacionales Jazz Plaza y de Ballet, el Mayo Teatral y el Cubadisco.
Ha sido escenario de visitas relevantes y acontecimientos culturales en estos 65 años de trabajo e inigualable impronta. Se recuerda la visita de Jean- Paul Sartre, quien, junto a Fidel Castro, Isabel Monal y Simone de Beauvoir, asistieron al estreno de La Ramera respetuosa, dirigida por Francisco Morín, traducida del francés por la Dra. Graziella Pogolotti y obra que marcó un hito en la historia teatral cubana más reciente.
Destacada también su égida comunitaria con el entorno, desarrollando un programa intenso de actividades en comunidades del barrio La Timba y otros circundantes con visitas a Hogares de niños sin amparo filial, Casas de Abuelos y otras. Fueron los vecinos de La Timba la mayoría de los asistentes el Decálogo del Apocalipsis, obra danzaria de Ramiro Guerra realizada en los jardines del Nacional.
En estos 65 años de fragua cultural, el Teatro Nacional de Cuba ha superado con creces su alcance y encomienda sociocultural, ubicándose en el pináculo de nuestra cultura.