Creado en: mayo 25, 2021 a las 07:58 am.

África, para no olvidar

Por Heriberto Feraudy Espino

Desafortunadamente a África casi no se le conoce por ser la gran madre de la Humanidad sino por la madre de la esclavitud.  Hasta la propia Naciones Unidas tiene instituido el proyecto Ruta del Esclavo.

Y todo gracias a la violencia, la gran partera de la historia. En este caso engendrada por eso monstruo de mil cabezas llamado el colonialismo.

Hay que decir que el mayor genocidio de la humanidad se consumó en África.

En África fue donde se consumó la primera gran violación de los derechos humanos.

Si el capitalismo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros de pie a cabeza, sin lugar a dudas esa sangre fue africana.

En ocasión del Día de África no me canso de repetir que la humanidad toda tiene una deuda impagable con ese continente. Deuda que, en mi opinión, en cierta medida, solo ha sido saldada por Cuba.

Por otra parte, no debemos olvidar nunca que fue ese continente donde florecieron los grandes reinos como los de Ghana, el Congo, Mali, Benín, Etiopía o el imperio Yoruba, todos gobernados por su propia gente.

Fue allí donde nacieron las grandes culturas como las de Tombuctú y grandes universidades que agruparon a notables intelectuales (escritores, jurisconsultos, teólogos, poetas, gramáticos, quienes escribieron importantes obras para la humanidad; que la primera universidad del mundo fue fundada en Fez, Marruecos en el 859; que la civilización mandinga brilló con vivo esplendor y su literatura oral fue de las más luminosa.

No debemos olvidar o ignorar que en África fue donde tuvieron lugar las formas artísticas más antiguas de la humanidad como las pinturas y grabados en piedra de Tassili y Ennide, en el Sahara (6000 A.C y siglo 1 D.C); las esculturas modeladas en arcilla de los artistas de la cultura Nok de Nigeria; los decorativos trabajos en bronce de los Igbo-Ukwu y las magníficas esculturas en bronce y terracota de Ifé.

Debemos revisar reflexivamente el arsenal conceptual y las prenociones a partir de los cuales se construyen los discursos referidos al África y estar atentos para evitar ser víctimas de interpretaciones que no hacen más que reproducir el discurso del poder hegemónico. “Descolonizar los esquemas mentales imbuidos de la violencia epistemológica colonial europea pasa también por “Dejar de mirar a una Europa que habla simultáneamente del hombre a la vez que lo asesina en todas partes”. (Fanon, 1987)

De tierras africanas fueron arrancados 100 millones de sus hombres y mujeres (los más jóvenes y productivos).

Se ha llegado a afirmar que la esclavitud no fue el fruto de la inferioridad de los negros, ni de la perversidad de los blancos sino producto de las ganancias que producía, pero lo cierto es que ser negro constituyó para muchos el peor escalón de la escala humana. “Intelectuales como Montesquieu, uno de los líderes del pensamiento europeo, llegó a manifestar que “era impensable que Dios haya puesto un alma en el cuerpo negro”. Otro filósofo, Enmanuel Kant, afirmaba que “los negros de África carecen por naturaleza de sensibilidad que se eleve por encima de lo insignificante”.[1]

Las mismas ideas que impulsaron al hombre blanco a destruir y lacerar para siempre a pueblos africanos fueron las que los llevaron a América a acometer el otro genocidio, el genocidio americano. Con la espada y con la cruz lograron exterminar el 80 % de la población aborigen.

Algunos historiadores calculan en cerca de 40 millones los esclavos africanos conducidos a América durante los casi cuatro siglos que duró el infame comercio. De ellos, más de un millón fueron trasladados a Cuba. A partir de esa masa se construyó la base de la economía cubana. Decían que sin azúcar no hay país. Sin el esclavo africano no había azúcar. Las construcciones de ciudades como La Habana, Santiago, Trinidad, por solo citar unas pocas, se realizaron con “madera de ébano”. Para lo más jóvenes: con ese eufemismo denominaban los negreros a los negros esclavos, por la riqueza que significaban.

A partir de esa masa de africanos se construyó la base de la independencia de Cuba. A partir de ellos y sus descendientes surgieron las primeras rebeliones y conspiraciones con ese fin. A partir de ellos se constituyeron los barracones, palenques, cabildos y cofradías que fueron centros formadores de conciencia y focos de rebeldía. En las contiendas por la independencia se estima que entre el 70 y un 75% de los mambises eran africanos o descendientes de estos; el 40% de la oficialidad estaba compuesto por negros y mulatos. Solamente de la capital de las provincias orientales procedían 23 generales negros; hombres que llegaron a ese grado militar a fuerza de cargas al machete y no por estudios de ningún tipo. Se ha dicho que 83.000 hijos de africanos cayeron en las guerras por nuestra independencia.

Y qué decir de la cultura, largo sería este artículo, solo me limito a expresar lo que para mí constituye uno de sus mayores legados: nos dejó una cultura de resistencia, una cultura cimarrona.


[1] Silvio Castro, Afrodescendientes. La impronta afro en ibero América y el Caribe. Pendiente de edición. 

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