Creado en: abril 8, 2024 a las 11:51 am.

Alberto Méndez: desbordante imaginación creativa

Es imposible referirse a la historia de la danza en Cuba sin dedicar un capítulo aparte a las huellas dejadas en esta por Alberto Méndez (San Luis, Pinar del Río, 8 de abril de 1939), Premio Nacional de Danza 2004, creador de cerca de un centenar de coreografías para el Ballet Nacional de Cuba (BNC), de las cuales casi una veintena fueron concebidas, entre los años 1971 y 1995, para ser interpretadas por la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, amén de sus numerosas obras especialmente diseñadas para prestigiosas compañías de diferentes países.

También Primer Bailarín del BNC desde 1967; como intérprete, Méndez se había integrado siete años antes al elenco de esa gloriosa agrupación donde tuvo como profesores a Alicia y Fernando Alonso, así como al gran bailarín, coreógrafo y maestro de ballet ruso Azari Plisetski, entre otros. Al inicio interpretó pequeños roles hasta asumir a los clásicos y destacarse como partenaire de relevantes figuras como la propia Alonso, Josefina Méndez, Loipa Araújo y Martha García; además de otras estrellas mundiales de la talla de Ekaterina Maxímova y Carla Fracci. Asimismo, el público amante de la danza y la crítica especializada encomiaron sus extraordinarias aptitudes como bailarín demi-caractère, en el que sobresalía la exuberancia de una técnica impecable que descolló en sus recordables interpretaciones de la Mamá Simona, de La fille mal gardée; el Hilarión, de Giselle; Carabosse, de La bella durmiente del bosque; y el doctor Coppélius, de Coppélia.

De San Luis al García Lorca

La niñez y los primeros años de la adolescencia de Alberto Méndez trascendieron en el entonces apacible entorno de San Luis, un pequeño poblado rural ubicado en el centro-sur de la más occidental de las provincias cubanas, fundamentalmente agrícola con énfasis en el cultivo del tabaco, donde en 1959 la población ascendía a un poco más de 23 mil habitantes (hoy cerca de 34 mil). Alegre y decidido a hacer realidad sus sueños, anhelaba dedicarse al baile, vocación que no siempre era bien vista por la mayoría de los pobladores de aquella pobre y mínima instruida comunidad que muy poco, o nada, conocía sobre la danza y, tal vez para emular con la admirable complexión física —que luego tanto le ayudó a desempeñarse como bailarín— que había notado en los bailarines profesionales, practicaba ejercicios con la sorprendente disciplina que posteriormente caracterizaría su desempeño.

Tras concluir sus estudios preuniversitarios, matriculó Arquitectura en la Universidad de La Habana e, instalado ya en la capital, se convirtió en acérrimo seguidor de los espectáculos danzarios, hasta que comenzó a formular maneras de integrarse a estos y en 1959 conoció sobre una convocatoria para integrar el Departamento de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba —luego Conjunto Nacional de Danza Moderna y en la actualidad Danza Contemporánea de Cuba— dirigido por Ramiro Guerra, y con esa tenacidad persistente abandonó su carrera y convenció a este último que no lo defraudaría, y el gallardo joven pinareño prontamente se vio sobre el escenario en la interpretación protagónica de varias obras, como Mulato y Mambí, ambas de Ramiro, en tanto consolidaba su formación como bailarín.

Poco después, con 21 años de edad, pasó al BNC, donde su ascendente carrera fue coronada con sus interpretaciones, en la suntuosa sala García Lorca (hoy parte del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso), donde fue recurrentemente ovacionado, como primer bailarín, en los papeles protagónicos de numerosos ballets como el príncipe Siegfried, de El lago de los cisnes; Albrecht,de Giselle; Colin,de La fille mal gardée; Franz, de Coppélia; yEl Poeta, de La sílfides; además de Basilio, en el pas de deux de Don Quijote; Escamillo, en Carmen (donde varias veces fue partenaire de Alicia Alonso); el pas de deux de La bayadera y el Grand pas classique.

Hasta 1999 —con breve tiempo en el Ballet de Camagüey, donde montó varias coreografías del repertorio tradicional— también se destacó en los roles centrales de La bella durmiente del bosque, Tema y variaciones, Las sílfides, Bach X 11 = 4 X A, y Mascarada, entre otras piezas memorables del BNC.

Coreógrafo brillante

Como coreógrafo, Alberto Méndez dio su primer paso hacia la fama tras el rotundo éxito de su Ópera prima Plásmasis, estrenada el primero de mayo de 1970 en el Teatro Sauto, de Matanzas, con la que se alzó con el primer premio en el V Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria. A partir de entonces fueron recurrentes sus títulos en la programación de la sala Lorca y en muchos otros coliseos de cuba y otros países, obras entre las que se recuerdan Tarde en la siesta, El río y el bosque, Rara avis, Después del diluvio, Del XVI al XX, Paso a tres, Doña Rosita, A escena, Pas In Excelsis Deux, Mal de ángeles, Des-ahogo barroco, Yurisleidi o La muchacha de los ojos color del sueño, Romeo y Julieta, El humo y la gloria, y Muñecos, esta última presentada, 45 años después de su creación, en la gala por el aniversario 75 del BNC, donde fue magistralmente interpretada por  Anette Delgado y Dani Hernández, ambos primeros bailarines de esa compañía.

Asimismo encumbran su carrera las piezas que creó para Alicia Alonso, entre las que vale mencionar algunas que hicieron época en el García Lorca, como Nos veremos ayer noche, Margarita; Mujer; La Péri; Canción para la extraña flor; Ad Limitum, con música Sergio Vitier, esta últimas concebida para el encuentro en la escena de la prima ballerina assoluta y el brillante bailarín, coreógrafo y director de flamenco y clásico español Antonio Gades; además de  Roberto el diablo, Lucrecia Borgia, La diva, La saeta dorada, La viuda alegre, Azor, Las cuatro estaciones, In the middle of the subset (con música de Ernesto Lecuona)y Poema del amor y del mar, coreografía realizada para Alicia y  el gran bailarín clásico, de Rusia, Rudolf Nureyev, considerado por la crítica como uno de los mejores del siglo XX.​​​​

Este connotado artífice de la danza, reconocido como uno de los creadores más importantes de la Escuela Cubana de Ballet y del Ballet contemporáneo a nivel internacional, dejó  su impronta mundial en obras como La dama de las camelias, para Carla Fracci y el Teatro San Carlo de Nápoles (1982); Suite generis, Intermezzo per l’amore, La Calinda y El fantasma de la ópera, para el Ballet Concierto de Puerto Rico; Memorias de la señora de las camelias, para Carla Fracci y el Teatro Sixtina de Roma; Cristóforo Colombo, para el Teatro de la Scala de Milán; Sueño de una noche de verano, para el Ballet del Teatro Romano de Verona; Cartas, para el Teatro Nacional de Santiago de los Caballeros, en República Dominicana; así como Cascanueces, para la escuela de Ballet de Norma García y la Escuela de Mme. M. Corbett, las dos últimas en Santo Domingo, también en Dominicana.

Igualmente acometió el montajes de sus piezas en importantes compañías extranjeras como la Ópera de Roma, en Italia; el Ballet del Rhin, en Francia; el Ballet Nacional de España; el Ballet del Gran Teatro de Varsovia; y en otras compañías danzarias de Estados Unidos, México, Venezuela, Panamá, Colombia  y Puerto Rico.

Méndez combinó esa extraordinaria labor con las de profesor y coreógrafo de la Escuela Nacional de Ballet, además de realizar numerosas coreografías de piezas teatrales, musicales, filmes y actos políticos.

Calificado, junto con Gustavo Herrera, Iván Tenorio y Alberto Alonso como uno de los coreógrafos más importantes del siglo XX en Cuba, Alberto Méndez también obtuvo los primeros premios de Coreografía Moderna en el VII Concurso Internacional de Ballet de Varna en el año 1973 con El río y el bosque, y en el Concurso Internacional de Ballet de Tokio de 1978 con Muñecos. Obtuvo, además, el Premio Anual del Gran Teatro de La Habana, la Distinción por la Cultura Nacional, la Orden Félix Varela de Primer Grado, y varios primeros premios de coreografía de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), entre otros lauros.

El prestigioso investigador y crítico Pedro Simón, sentenció que “en Alberto Méndez encontramos, sin dudas, la imaginación creativa más desbordante entre los coreógrafos cubanos actuales.”

En ocasión de su cumpleaños 85, llegue hasta este gran maestro del arte danzario, las más cálidas muestras de admiración y respeto de los miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *