Creado en: agosto 22, 2022 a las 09:16 am.

Cien años de radio

Varias generaciones de cubanas y cubanos conocieron los cuentos infantiles, las obras de teatro, las obras de música clásica gracias a la radio.

Además de las seducciones cuestionables de las llamadas radio novelas, de las series  policiacas protagonizadas por un detective chino, siempre hubo espacios de propósitos culturales, históricos, políticos, polémicos como aquel concurso de dibujos para los pequeños en el cual, de niña, la heroína Celia Sánchez Manduley ganó su primer reconocimiento a sus inquietudes artísticas o aquel programa de Eduardo Chivás, donde el líder ortodoxo arremetía contra  la corrupción gubernamental bajo el principio de vergüenza contra dinero.

Fue en la radio rebelde de la Sierra Maestra que buena parte de los cubanas y cubanos escucharon por primera vez a Fidel Castro y fueron confirmando la continuidad de las luchas mambisas por la libertad.

Y después de 1959 la radio siguió acompañando las transformaciones que se iban verificando porque, aunque Fidel usó de inmediato la televisión como plataforma comunicacional, los aparatos receptores de esa señal fueron minoritarios en el país hasta que comenzaron a venderse a plazos con el apoyo de los sindicatos en los años 70.

Tampoco en todas las casas había aparatos de radio, pero era notable su número por todo el país, donde tampoco había electricidad, pero los receptores radiales de baterías, conocidas como pilas permitieron la ampliación del uso hasta en zonas rurales y tanto en ellas, como en los poblados, e incluso, ciudades se compartía la audición con quienes carecían del aparato, al estilo de las viejas tertulias conversacionales, cuando familiares y vecinos se reunían para conversar.

En los campamentos agrícolas de voluntarios de los años 60, en los de la Columna Juvenil del Centenario, luego de las arduas jornadas la amplificación de la radio, las radios bases, fueron medios para informarse, disfrutar de la música y escuchar de los programas surgidos para ponderar la labor que realizaban a favor del país.

Por otra parte, espacios de gran audiencia, como las novelas radiales comenzaron a recurrir a nuevos recursos expresivos, a contar nuevas historias hasta lograr ejemplos notables de lenguaje renovado en manos de radialistas como Abelardo Rodríguez y Joaquín Cuartas, sin perder el atractivo de la progresión dramática.

Crecieron las adaptaciones de obras literarias para series históricas, policiacas y aventuras para beneficio de difusión de las mismas y las programaciones para niños y jóvenes están presentes en todas las emisoras del país.

Muchos notables radialistas permanecieron en el medio, no emigraron del país, ni a la televisión y eso permitió sumar a la experiencia consagrada a los nuevos aires culturales y estéticos Alberto Luberta, Isabel Aida Rodríguez, Caiñas Sierra, Carmen Solar son algunos ejemplos del nutrido grupo de maestros fieles de nuevas generaciones de radialistas.

Cierto que algunos elementos del concebido sistema nacional de la radio cubana tendieron a homogenizar formas y estilos noticiosos, que las limitaciones económicas propiciaron empresas para producir contenidos que se reproducen en las emisoras y limitan márgenes creativos, pero a pesar de ello se encuentra diferencias de tonos y matices en concordancia con las capacidades de los realizadores, como muestra “Haciendo radio”, una gran revista informativa paradigmática del buen hacer comunicacional.

La polémica, las valoraciones críticas, tanto en el ámbito cultural como social no ocupan los amplios espacios de revistas variadas, la participación popular como ejercicio ciudadano podría ampliarse mucho más, como analizó el coloquio por el centenario, pero es muy  loable el servicio a favor de la educación de los oyentes en los más diversos ámbitos de la sociedad, desde la salud al medioambiante, y, a la vez, la difusión musical propicia mantener vivo el gran patrimonio de la nación en ese terreno.

Se ha producido una evolución palpable desde los inicios de la radio cubana, que ha hecho “audible” las distintas etapas de la nación, ha sido un factor cultural y ha permanecido como utilidad para sus oyentes a pesar de las nuevas plataformas tecnológicas que obligan a nuevas dinámicas, nuevas propuestas, renovados lenguajes.

Cien años de servicios merecen gratitud y reconocimiento sin conformarse con lo conseguido, porque los tiempos exigen más a este medio ejemplo de resistencia creativa.

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