Creado en: diciembre 12, 2023 a las 10:12 am.

Cine y literatura en Cuba: dos hitos memorables

Foto: Fotograma de Memorias del subdesarrollo.

El cine y la literatura son artes bien singulares y fraternas. Únicas, por utilizar lenguajes distintos y muy complejos. Entrañables, porque intercambian historias, recursos y técnicas. Este es el caso de Memorias del subdesarrollo (1965), novela del escritor, guionista y periodista cubano recién fallecido, Edmundo Desnoes (La Habana, 1930-Nueva York, 2023). Vinculado por la edad a la generación del 50, escribió su obra narrativa, fundamental,  después de 1959. Aunque dio vida a otras novelas, Desnoes fue reconocido en Cuba y en el extranjero, sobre todo por Memorias…, historia reflexiva de un pequeño burgués y escritor, cuyo drama consiste en haber permanecido en la Isla tras el triunfo de la Revolución, pero sin asumir tampoco los intensos cambios en curso durante la Crisis de Octubre.

 Memorias… obtuvo mayor resonancia internacional a partir de que Tomás Gutiérrez Alea (Titón) descubrió en ella la riqueza caracterológica del protagonista, la sobriedad discursiva del texto, la exquisitez técnica y el poder visual y contextual de sus imágenes, elementos efectivos para llevarla al celuloide bajo el rótulo original. Él y Desnoes redactaron el guion en 1967, y en 1968 el filme se convirtió en una de las grandes cintas del cine cubano, con la interpretación de Sergio Corrieri, Daisy Granados y Eslinda Núñez, entre otros importantes actores. Sin duda, este filme devino testimonio perdurable de la sensibilidad de Titón, artista que logra captar con suprema fineza el drama del personaje –imagen de un sector social en retroceso– en momentos de transformaciones revolucionarias, acudiendo a situaciones contrastantes, con tomas formidables y juegos irónicos y humorísticos.

Desgajado para siempre de la novela a la que iba a pertenecer, el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo (1991), de Senel Paz, recibió en 1990 el prestigioso Premio Internacional Juan Rulfo. Con exquisita desenvoltura dramática, este relato abrió una nueva etapa en la narrativa insular al captar, con signos literarios renovadores, los cambios en marcha en la sociedad cubana de los años 90, desde una óptica universal.

Su historia sugiere múltiples aperturas: la necesidad de abrirnos al mundo, de derrumbar compartimentos estancos, de fomentar el diálogo respetuoso entre visiones diferentes, entre inclinaciones sexuales distintas, el desterrar tabúes y discriminaciones, el luchar contra la doble moral, y ver en la cultura una fuerza real de liberación humana.

No es casual que Gutiérrez Alea viera en El lobo… cualidades cinematográficas per se (por cierto, cercanas a Memorias del subdesarrollo en algunos rasgos discursivos y en las ideas de cambio) y pidiera a Senel Paz escribir con él el guion del filme que, con el título de Fresa y chocolate, se rodara y exhibiera en 1993. El cineasta Juan Carlos Tabío acompañó a Titón en la dirección del largometraje. Su éxito rotundo, en Cuba y en otras latitudes, todos lo recordamos aún. Contó con actuaciones excelentes de Jorge Perugorría (Diego), Vladimir Cruz (David), Mirtha Ibarra (Nancy) y Francisco Gattorno (Miguel). Notables fueron también las vistas de La Habana y de los nuevos espacios descritos por el relato. Fresa y chocolate estuvo nominada, en 1994, al Premio Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera. Estas cuatro creaciones muestran la altura estética alcanzada por la narrativa y el cine cubanos contemporáneos, así como su continuo diálogo enriquecedor.

(Tomado de Granma)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *