Creado en: diciembre 12, 2021 a las 08:49 am.

Contribución de las fiestas patronales al quehacer escénico

Santiago Apóstol, patrono de Santiago de Cuba

Ya nadie duda de que en la concreción del espíritu teatrero de nuestro pueblo se han fundido la cultura española y diversas tradiciones culturales africanas; en el mismo sentido, podría hablarse también de un origen y un sello netamente caribeños. Tanto lo religioso como lo popular están presentes en nuestro ser actual.  Lo cierto es que desde el siglo XVI hasta hoy podemos rastrear, estudiar las enrevesadas huellas que múltiples ingredientes mezclados han dejado en lo que conocemos por identidad, algo que afortunadamente palpita también en nuestra música, literatura, artes plásticas y otras expresiones artísticas de suprema elaboración. Complejo proceso. Pero como mi pasión es el teatro, hoy me referiré a algo aparentemente más sencillo: las fiestas patronales.

Desde la fundación de las primeras villas en Cuba, comenzaron a efectuarse procesiones y otras manifestaciones reli­giosas conmemorativas de los santos patronos de cada una: San Cristóbal (La Habana); Santiago Apóstol (Santiago de Cuba); la Asunción (Baracoa); San Salvador (Bayamo); la Trinidad (Trinidad); el Espíritu Santo (Sancti Spíritus); la Purificación de María (Puerto Príncipe); San Juan (Remedios); y de nuevo la Asunción (Guanabacoa).

En estas celebraciones generalmente se presentaban expresiones danzarías, loas, autos sacramentales y otros géneros cercanos o concurrentes al arte escénico.

Las festividades de los santos patronos fueron evolucionando de manera diferente en cada villa, en dependencia de su mayor o menor arraigo popular, acentos más o menos laicos, y factores económicos y socioculturales.

En La Habana aún en el siglo XXI se celebra el San Cristóbal el 16 de noviembre, pero se circunscribe al municipio Habana Vieja y tiene poca repercusión. Nunca tuvo arraigo en el pueblo. Las fiestas religiosas más populares de la capital fueron siempre las de San Rafael -24 de octubre-, sobre todo en el barrio del Ángel, y la de San Miguel -29 de septiembre-. En el reino de lo profano, los carnavales de la capital han sufrido en los últimos cien años muchos cambios de fecha. Todos esperamos que puedan consolidarse con el esplendor que alcanzaron en la década de los sesenta del pasado siglo.

En Baracoa y Guanabacoa tuvieron cierto apogeo en momentos diversos las fiestas de su patrona, la Asunción, el 15 de agosto. Pero también se celebran las de la patrona de las ciudades portuarias, la Virgen del Carmen, el 16 de julio, que asimismo tiene cierto arraigo en el municipio habanero de Regla y en la sureña Cienfuegos.

Santiago de Cuba tejió desde fecha temprana hermosas leyendas sobre su patrono, Santiago Apóstol (25 de julio): esperar ese día es un válido pretexto para los carnavales más famosos del país. También la Ciudad Héroe desarrolló en el cercano poblado minero de El Cobre la celebración religiosa de la Virgen de la Caridad, el 8 de septiembre, aunque desde 1916 esta se convirtió en la Patrona de Cuba y es venerada en toda la Isla, como por ejemplo, en Camagüey, donde se celebra con bastante esplendor la Feria de La Caridad.

En esa otrora Puerto Príncipe fue perdiendo popularidad la fiesta patronal, día de la Purificación de María, el 2 de febrero, a favor de los días de las vírgenes del Pilar -12 de octubre- y de las Mer­cedes -24 de septiembre. También se celebra la Santa Ana -26 de julio. Sin dejar de mencionar que los camagüeyanos convirtieron una fiesta no patronal en su más emotiva expresión popular de la actualidad: el San Juan.

Para San Juan de los Remedios del Cayo aún es un festejo popular ese mismo 24 de junio, también Fiesta de los siete Juanes. Otra ciudad que festeja el San Juan casi desde su fundación a mediados del s. XVIII es la joya del Guacanayabo, Manzanillo.

Sancti Spíritus, al tener fecha móvil el día del Espíritu Santo -Pascua de Pentecostés-, se inclinó por celebrar el Santiago; hasta hoy es su jubileo más señalado. En Trinidad tampoco arraigó la patronal correspondiente del 5 de junio -Santísima Trini­dad-, y sí la pasión por la celebración sanjuanera. 

Bayamo ha convertido en sus carnavales el día de la transfiguración del Señor -San Salvador, 6 de agosto.

Santa Clara el 12 de agosto, por Santa Clara de Asís, no asentó una tradición popular como la que celebraba por La Candelaria, el 2 de febrero. Esta festividad, también conocida como Fiesta de los Cardenales, es recordada en Sancti Spíritus y cobra especial significación en Trinidad, Guanabacoa y Matanzas. Se trata de una costumbre traída por inmigrantes canarios. La Candelaria es la patrona de todo asentamiento canario, sobre todo de los que existen en el centro del país.

En Matanzas apenas hallé alguna referencia a la celebración del San Carlos -4 de noviembre. Pero sí acerca de las celebraciones de la Colla de Montserrate -8 de diciembre.

San Isidoro, patrón de Holguín, guarda menos significación para sus habitantes que la fiesta de los Altares de Cruz, que aún se celebra con mucha fuerza como las Romerías de Mayo, el día 3 de ese mes.

Cienfuegos celebra el 19 de marzo la efeméride de San José de la Montaña, aunque también es ciudad sanjuanera y, como ya apunté, devota de Nuestra Señora del Carmen.

En Guantánamo tampoco ha logrado una repercusión popular el día de Santa Catalina de Ricci, 13 de febrero. Han repercutido más sus carnavales, que se llevan a cabo en agosto, con características similares en su concepción a los de Santiago de Cuba.

Volviendo a La Habana, cada parroquia celebraba su patrono; así, el Santo Cristo de la Salud, el Santo Cristo del Buen Viaje, la de Jesús María… Y también se conmemoraban los patronos de cofradías, como Santa Catalina Mártir, de los batallones de pardos, en el siglo XIX.

Lo que no podemos olvidar es la contribución que tales festividades hicieron en la forja de la tradición teatral y danzaría de nuestra Cuba actual.

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