Creado en: noviembre 8, 2020 a las 08:07 am.

Eduardo Ávila: La visión cultural de la Revolución está impregnada en la Casa de Iberoamérica

«Fundar una institución como la Casa de Iberoamérica en el oriente cubano, tan cercana a un polo turístico que empezaba a desarrollarse, es una visión de futuro y de política cultural estratégica de defensa de la identidad, de proyección de la cultura cubana hacia el mundo», asegura el Dr.C. Eduardo Ávila Rumayor, director de la Casa, institución que celebró su aniversario 27, y anfitriona de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana.

El 23 de octubre de 1993, teniendo como antecedente inmediato las celebraciones por el V Centenario del Encuentro de las dos Culturas, el Dr. Armando Hart Dávalos, entonces Ministro de Cultura, y el investigador José Manuel Guarch Delmonte, fundaron la Casa de Iberoamérica con el objetivo de profundizar, a partir del estudio y promoción de la cultura nacional y regional, en las relaciones histórico-culturales que conforman la cultura en la región. Poco después nace la Fiesta de la Cultura Iberoamericana como evento integrador donde confluyen espacios teóricos, artísticos, comunitarios y de animación sociocultural que propicia el diálogo, el intercambio y la solidaridad.

Veintisiete años después de la fecha fundacional, la Casa de Iberoamérica consolida sus intereses fundacionales y se proyecta «en diálogo continuo con la región», añade Ávila Rumayor, director desde hace nueve años de esta importante institución de la cultura cubana, y con quien conversamos a propósito de su aniversario 27 y la XXVI Fiesta.

La cultura como factor de resiliencia

Este es un concepto que expresa la capacidad que tienen los individuos de sobreponerse a cualquier necesidad, inclemencia o cuestión que atente contra su tranquilidad. Y lo que hemos vivido en los últimos ocho meses simplemente nos ha hecho, además de todo lo que ha tenido que ver con la protección, con el hecho de resistir, ver un importante número de oportunidades, de capacidades, que teníamos a nivel institucional y que la cultura tiene en función de lo que estamos viviendo en el mundo hoy.

La resiliencia no solo implica la resistencia, sino la capacidad de reincorporarse sin perder. Estamos, incluso, dando una visión distinta de lo que significan estos procesos de la identidad, de resistencia, en un mundo contemporáneo. La pandemia nos ha obligado a hacer una mirada a la identidad que implica los procesos culturales, económicos, sociales, de índole productivo, que en ese nicho que ha resistido tantos embates por más de 500 años, que estén hoy en día y que sirvan para enfrentar la nueva realidad, nos pone de cara a un concepto de identidad que está marcado no solo por la resistencia, sino por la capacidad de insertarse en la dinámica de desarrollo de futuro.

La Covid-19, un antes y un después

La Casa ha entendido siempre la capacidad de anticiparnos. Permanentemente vamos a estar bajo el escollo de los ciclones, por lo que tenemos esquemas diseñados para enfrentar situaciones de ese tipo. La Covid-19 no la teníamos prevista, claro; sin embargo, sí intuimos que la variante tenía que ser defender la Fiesta, que existiera, que no se parara, pues la cultura debe ser un proceso que acompañe socialmente el momento que se estaba viviendo, y así diseñamos un proyecto de realización de la Fiesta.

La Covid-19 va a marcar un antes y un después incluso desde el punto de vista de la civilización. Hay una mirada distinta no solo a los aspectos de la vida cotidiana, sino política, económica, que en muchos casos van a ser rediseñados por completos, y en el caso de la cultura, su capacidad de acompañar los procesos de resistencia, reconvención, reinvención del propio individuo. Aplicar este concepto, que nos hizo aplazar el que teníamos para este año, nos ha dado no solo la oportunidad de crear espacios, sino también de pensar la capacidad que podemos tener y, sobre todo, defender un principio valedero para todo el país como baluarte de la Revolución, que es que la cultura salva. Y en ese sentido, haberlo rápidamente captado y planteado como diseño de la Fiesta, viene a reforzar ese principio que estamos defendiendo, que la cultura puede acompañar todo ese proceso de reconversión que nos ha obligado la vida actual.

Enfrentando retos cada día

La capacidad de readaptarse está entre los temas más significativos para una institución cultural. La Casa ha ido moviéndose sin perder la capacidad de nuclear al resto de las instituciones. Y por supuesto, la existencia de personas vitales para la Casa, desde su primer director, José Manuel Guarch Delmonte –que incorporó no solo su pensamiento sino hasta su familia, en el proceso de creación de la Casa, marca una impronta–, José Novoa, un eminente historiador, Jesús Téllez, Tatiana Zúñiga… La propia existencia de la Fiesta, que ha tenido también que reacomodarse, porque el contexto político de Latinoamérica así lo ha exigido; ha sido muy variable, pues hubo un acompañamiento desde las políticas de los gobiernos que favorecían el diálogo con Cuba, pero hace tres años, después del retroceso de las izquierdas en Latinoamérica, que ha sido muy difícil. La Casa ha ido reacomodándose y enfrentando los restos cada día.

La Casa y la Fiesta, baluartes de la política cultural cubana

La Casa defiende una serie de principios y valores que se basan en el pensamiento cultural de la Revolución Cubana, que viene con Hart, Fidel, Guarch, Retamar y otras personalidades que nos han acompañado, como Pablo Armando Fernández, Abel Prieto, María Dolores Ortiz, José Luis Moreno del Toro… La visión cultural de la Revolución está impregnada en la Casa. Si bien es cierto que no se puede olvidar lo que significó el encuentro en 1492, desde el punto de vista científico, político, cultural, tampoco nos podemos olvidar de la existencia de una marcada intención de proyectar esa colonización, ese hecho concreto, con un acto todavía de neocolonización hoy en día. Para eso estamos también rescatando y publicando la obra de Guarch, que está en revistas, inédita o lleva tiempo de publicada. Hay mucha literatura que queremos poner a disposición de las personas, entre ellas Los cemíes olvidados. Mitología aborigen en Cuba, que presentaremos en esta edición del Congreso de Pensamiento online.

Desde unos 20 países nos han llegado productos culturales de alta calidad para la Fiesta. Así logramos dinamizar el evento, salirnos de las fronteras de la institución y tener un Congreso online con la participación de varios países. Esa posibilidad nos la dio el reto de la Covid-19. Han sido más de un millón de usuarios en más de 40 transmisiones que hemos hecho, con impacto en un importante número de países; y hemos descubierto que no necesitábamos tanto, sino que teníamos que organizar de otra forma los procesos. Esas posibilidades llegaron para quedarse. Se ha creado mucho, los artistas nos han apoyado y están muy satisfechos; eso nos da mucho regocijo.

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