Creado en: diciembre 27, 2021 a las 10:23 am.

El arte cubano respira y vive

Obra de Roberto Diago, perteneciente a la exposición Homenaje./Foto: Tomada del Periódico Granma

(Artículo tomado del Periódico Granma)

La vitalidad de las artes visuales cubanas está fuera de toda duda. El año que concluye reservó para sus últimos momentos el relanzamiento del evento más importante del país en ese campo: la Bienal de La Habana, cuya decimo-cuarta convocatoria se prolongará durante el primer cuatrimestre del año entrante, con el añadido de que no solo ocupará la capital del país, sino algunas otras ciudades de la Isla.

Si bien el foro es internacional y no debe obviar su centro en la potenciación de las realidades y novedades del Tercer Mundo, tanto en la etapa inicial (Preámbulo) como en la que actualmente transcurre (La Habana de la Bienal), la respuesta de los creadores cubanos ha sido decisiva, como para demostrar su identificación plena con los principios del evento, lo mucho que tienen que decir en cuanto a descolonización y visiones contrahegemónicas, la voluntad por llevarlo adelante contra los vientos de aviesas manipulaciones y odios sin sentido, la confianza en sus instituciones culturales, y la creatividad intacta de sus capacidades de hacer y soñar.

Como se ha hecho habitual en las últimas ediciones, la Bienal rebasa los espacios convencionales, donde el que señala el vórtice de la intención curatorial en el centro Wifredo Lam bajo el título Caminos que no conducen a Roma y con el tema de colonialidad, descolonización y contemporaneidad, y se expande hacia la calle, como son los casos de la Quinta Avenida con las esculturas de Kcho, la Explanada de la Punta, primer momento de Detrás del muro, y la experiencia de Felipe Dulzaides en el ultramarino municipio de Regla.

De igual manera fue importante el evento teórico en el Museo Nacional de Bellas Artes, donde confluyeron expertos de varios países e intercambiaron diversos saberes, desde la historia del arte hasta la ciencia ecológica.

Este fue un año en el que, como se sabe, la pandemia impidió que se cumpliera el cronograma previsto de exposiciones, por lo que hubo que acudir al escenario digital, modalidad que llegó para quedarse, aunque nada sustituye la experiencia de apreciar físicamente las realizaciones de las artes plásticas. Afortunadamente el paulatino control de la epidemia posibilitó que el Museo saldara su deuda expositiva con el Premio Nacional de Artes Plásticas 2019, Lesbia Vent Dumois, y rindiera pleitesía al Premio Nacional 2020, Rafael Zarza.

La promoción y el estímulo a las nuevas generaciones se anotó otro tanto con la convocatoria a Post It 8, que seleccionó 27 proyectos de creadores de diez provincias entre los 158 presentados.

Un suceso nacional fue la circulación por varios territorios de la exposición Carteles, colección de obras gráficas pertenecientes a los fondos de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional José Martí y los atesorados por el diseñador Pepe Menéndez.

José Villa Soberón enriqueció la galería escultórica a cielo abierto en La Habana con el emplazamiento de las figuras de Eusebio Leal y Dante Alighieri. Villa es quien cierra con la muestra La espiral eterna el programa de la galería Villa Manuela, de la Uneac, luego de meses sin actividad tras el cierre en febrero de la formidable exposición Homenaje, de Roberto Diago.

En el plano internacional destaca la muestra acogida por el Museo Centro Reina Sofía, de Madrid, con las colografías de la siempre recordada pintora y grabadora Belkis Ayón. Y el empuje del humor gráfico, con un Arístides Hernández Guerrero (Ares) que sigue sumando lauros de primera magnitud en diversas latitudes.

Pieza de la expo La espiral eterna, de Villa Soberón./Foto: Tomada del Periódico Granma

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