Creado en: diciembre 27, 2021 a las 10:12 am.

Hojas amarillas y valiosas con Georgina Herrera

Hubo un tiempo impreciso antes de la muerte de Georgina Herrera que dejé de llamarla como un impulso inconsciente, indeseado, hacia un final. Anterior a ello, y en los momentos difíciles de la pandemia me llamaba ella o la llamaba yo, cobijado todo en un rico intercambio de mensajes por correo electrónico que tenía entre sus centros, la celebración de la vida de mi nietecita Havana, de tan solo dos años, a veces interrumpido por la rotura de su computadora. Cuando supo de su venida al mundo y de mi insondable preocupación, pues era fruto de una relación efímera que mi hija tuvo que terminar durante el embarazo propiamente, me daba ánimos con sus mensajes, pensando en la compañía perfecta y amorosa que conformarían tres generaciones abrazadas. Ver fotos de la bebé era para ella entrar en éxtasis, y vivir la felicidad que yo apenas apreciaba, y que era la felicidad que ella había perdido en los muchos años de su vida. Estos eran mundos construidos en el encaje de su soledad, con límites angustiosos en la pérdida de su hija adolescente en un accidente, y en la partida del hijo definitivamente al extranjero:

Cary muy querida, lo primero es agradecerte esto de que me tengas incluida en el grupo de quienes tú sabes que estamos al tanto de tus seres queridos más cercanos.

  Yo tengo la mala costumbre de que se me agüen los ojos ante lo que me impresione con ternura, pero…al parecer los años me van cambiando. Abrir el correo y encontrarme con tu nieta solamente me deja sorprendida, callada y pensando que debo de estar muy vieja para que esa criatura esté así.

   Deseo que ella sea un poderoso resumen de las cosas buenas que te has deseado y merecido. Todo mi cariño para las tres. Georgina.

       Felicidades y éxitos continuados para Rito, con todas las ganas del mundo y que se apriete el cinturón  bien fuerte con esa trilogía femenina que la vida le da como un regalo de lujo. Con cariño para el familión. Georgina.

Tierna, entrañable, me escribía:

Cary, tú ni te imaginas remotamente las ganas que yo tengo de conocer personalmente a esa criatura deliciosa. Ya me la había imaginado, dado el ambiente de amor que la rodea y protege, pero la veo en fotos, la imagino guardando todo eso, porque ya, lo que no sabe lo intuye, para que le sea útil en un mundo que da volteretas como un payaso maligno.

  No soy fanática de la santería, pero por si acaso existe en verdad,- quien sabe- le pido a Yemayá que nos la conserva así: preciosa y feliz.

  Ah, y gracias por entender como me ayuda tenerla, aunque como se usa ahora en casi todo: “virtualmente. Con cariños, Georgina.

Cary queridísima, ¿Para qué sitio va esa preciosa criatura cuando despierte?

Foto: Cortesía de la Autora

Con lazo y todo. Con sus ojitos cerrados no va a estar mucho tiempo así. Son muchas las cosas que tendrá que ver, pásale tu inteligencia, tu paciencia, en fin, todo lo que va a necesitar para disfrutar la vida que merece. Un abrazo tibio para las tres. Georgina.

Cary, me he asustado al abrir el correo y toparme con esos dos así, conspirando ya con la expresión del rostro a favor de la vida plena, de la felicidad. Que esa foto no se pierda nunca por ningún motivo, Cary, es lo más convincente que me ha llegado sobre lo que dibujo en mi imaginación. Me encanta. Georgina.

Oye Cary, ¿esa bebita no grita, no patalea, no cierra la boquita para no tragar? ¿Solo sabe reír? Claro, eso es felicidad a plenitud. Pero, con la sabiduría de mis negras viejas de antes, te sugiero que se la dosifiques, para que nunca le falte. No sé si me explico. Todo mi cariño. Yoya.

   PD. Ah, papá y abuelo incluidos, claro. Esto no es feminismo.

Cary, tú anda cazándole los gestos a esa criatura o tú sabes cuál me refresca el alma? Todo mi cariño. Georgina.

Nos sugería cómo cuidarnos y curarnos con la pandemia, e intuía la posibilidad de su muerte:

El amor es un buen medicamento en todos los tiempos, en este, tan raro, más. Así que a cuidarse ese equipo femenino de la bebita, la mamá, la abuela y abuelo incluido. Con cariño. Yoya.

Cary, mucho cariño para la Niña, para ti y para el abuelo, eh. Y qué bueno que me tengas presente en este tiempo interminable aquí, en esta cueva de la que, al parecer, por los años que tengo, no voy a salir viva. Georgina.

Su alegría y sincero regocijo era tanto, que hasta escribió un poema sobre la imagen de mi hija embarazada, y con esta nota, me lo envió:

Cary querida, un poco más y la bebita nace antes de que el poema llegara. Con cariño. Yoya.

UNA MUCHACHA CON SU VIENTRE A CUESTAS

                                              (PARA CARY, LOU Y LA BEBITA)

A cuestas, si, porque si el vientre lleva

una vida empezando sus latidos,

la muchacha ha ganado ese derecho.

Puede llevarlo donde quiera:

a su espalda, sobre

los hombros

o, cual corona de amor en su cabeza.

Una muchacha así

resulta ser un lujo, una promesa,

una familia nueva mirando hacia lo alto.

A una muchacha con un hijo dentro 

hay que mirarla como

la última esperanza que nos queda.

                                Con mucho cariño. Yoya.

Mi primera impresión de G.H era la de una persona callada, contenida, algo lejana y esquiva al trato hacia los otros. Después de muchos años supe que quizás – manifestación de su personalidad aparte – era una de las maneras de proteger su gran corazón. Coincidimos en el 2002 en una Jornada Nacional de la Poesía en Sancti Spíritus. Yo viajaba con mi hija aún niña, y fuimos alojadas en la misma habitación. Ella luchaba con su asma, complicada por incesantes lluvias que en aquella ocasión nos acompañaron. Entonces comencé a notarle su ternura, su gran alma de madre.

Además de fotos de la pequeña le enviaba selecciones de importantes poetas que buscaba en internet y compartía con amigos en los más duros momentos de la pandemia. De un desgarrador poema de Eavan Boland, poeta irlandesa, reflexionó:

CONTRA LA POESÍA DEL AMOR

Nos casamos en verano, hace treinta años. Te he amado profundamente
desde entonces hasta ahora. He amado otras cosas también. Entre ellas
la idea de la libertad de la mujer. ¿Por qué pongo estas palabras
juntas? Porque soy una mujer. Porque el matrimonio no es libertad.

Por lo tanto, cada palabra aquí está escrita contra la poesía del amor. La
poesía del amor no hace justicia a esto. Aquí, en cambio, hay una
historia recordada desde tiempos pasados: Un gran rey perdió una
guerra y fue exhibido en cadenas por la ciudad de su enemigo. Se
mofaron de él. Le trajeron a su mujer y a sus hijos -él no mostró
emoción alguna. Le trajeron a sus antiguos cortesanos -él no mostró
emoción alguna. Le trajeron a su viejo sirviente -sólo entonces él se
derrumbó y rompió a llorar. Yo no encontré mi femineidad en las
servidumbres de la tradición. Pero sí vi que mi humanidad me miraba
desde allí. Es para señalar las contradicciones de un amor cotidiano
por lo que he escrito esto. Contra la poesía del amor.

Hola Cary, qué bueno encontrarme contigo en lo que envías. Siempre es así, pero en esta ocasión, que estoy en el peor tiempo de mi vida y no por la edad cumplida, sino por la pandemia, la oportunidad de leer a esta mujer le da un sentido más sólido a la vida, siempre que te mires en ella como en un espejo y estés a tiempo de saber qué quitas de ti, qué dejas, qué incorporas. Nunca he sido buena como crítica, pero sé lo que me gusta y por qué. A esta mujer que nos presentas la disfruto, la reconozco, me abrazo a ella y a ti te lo agradezco. Georgina…Un beso para Havanita.

De un ensayo de Eduardo Milán que le envié apuntó estas ideas que tienen que ver con su poética y su método de escribir:

Cary muy querida, tu dirás que yo no sé decir otra cosa que gracias. Pero, es que las mereces.

  Esta mañana, antes de levantarme, cosa que me cuesta mucho trabajo y la demoro pensando, te tenía en el pensamiento, y a la bebita, por supuesto, y me propuse escribirte. Cuando abrí la máquina veo tus dos correos y me pareció algo mágico. Los leí y me encantaron, me parece que están llenos de asuntos sobre la poesía que mucha gente debe tener en cuenta, entre esa gente, yo, claro. He llegado a conclusiones que no tenía tan en cuenta al escribir. Siempre he escrito para que la gente me entienda, pero cuando Eduardo Milán escribe sobre la relación del poeta con el lector y dice cosas como esa de que lo hace como  quien le habla a un amigo o algo así, me conmovió. Muchas veces he leído poesía y me da la sensación de que quien escribe, se está diciendo: “Mira, lee, lee y entiende, porque todo está claro, lo que sucede es que no tienes modo de llegar a mi altura. Y por si acaso es cierto, para no cansarme inútilmente, he dejado de leer y ya.

   Escribo mucho, leo mucho, con una porción de diccionarios junto al sillón, porque también hay que ver la tele y oír lo que dicen y entonces acudo a los diccionarios, para tratar de entender el lenguaje guerrero que se emplea para explicar algunas cosas que suceden y no tienen explicación.

 Del hecho de haber logrado publicar la antología Sin mordaza, poemas cubanos y brasileños contra la violencia de género, me comentó profundamente emocionada:

Cristina, Cary, gracias a las dos por esa fuerza nueva y legítima que han logrado uniendo a un grupo de mujeres que estamos en perenne lucha por una misma causa.

  Soy la más vieja del grupo, otras son muy jóvenes, pero somos eso que titula el libro. Mujeres, si, pero ya con voz que andará por el mundo entero. Mujeres al fin, sin mordaza. Un abrazo grande y…seguimos. Georgina Herrera

Ay, Cary, tengo la costumbre de al levantarme ir directo al correo para ver si entran buenas noticias. Algunas veces sí y otras no. Pero la de hoy, para mí, para mi modo de ver la vida y entenderla, ha sido un día especial, como si tuviera muchos años menos, fuera día de reyes magos y ellos me hubieran dejado todo lo que pedí. Aún estoy medio dormida pero sé que esto no es sueño sino una realidad como debe ser. Los sueños no me han hecho nunca tan feliz.

    Esto te lo debo a ti que me tuviste en cuenta. Gracias y un abrazo para la bebita. Georgina.

Cuando le dije que merecía el Premio Nacional de Literatura hace tiempo, me contestó:

Oye Cary, lo del premio Nacional conmigo parece que es un castigo como se hace a los niños desobedientes, solo que con una vieja que sabe lo que quiere y lo que se trae entre el corazón y la memoria es distinto. Yo sé historias de al menos tres veces que he sido propuesta y esta última es un cuento más largo. Ya casi para qué, no quiero que me hagan lo que le han hecho a algunos, un día o dos antes de su muerte. Si me lo dieran, y esto no es despecho, no lo pudiera disfrutar y alguien o algunos, que no sé quiénes son,  serían felices. Una manera moderna y virtual de tener a la cimarrona en el cepo. Pero no, me hace feliz que te ocupes de enviarme fotos de Havanita que va a ser la dueña de un mundo mejor y que ustedes, la gente mucho más joven, que me tratan de usted y todo, me tengan presente. Toodo mi cariño. Georgina

Hasta un poema, que escribió hace poco,  me envió con el que cierro estas líneas, acompañado de su nota profundamente tierna:

Mi buena y muy querida Cary, ahí te envío este poema, no es nada del otro mundo, pero para que sepas que estoy viva. Está aún calientico, recién salido del alma. Un beso para la bebita. Dáselo, que le va a llegar, ella lo va a sentir. Cariños. Yoya.

PASAJE BÍBLICO ACTUALIZADO

   Poncio, el profesor

con el que hice un trato

para volverme sabia en eso de no tener problemas

me ha devuelto, íntegra, la paga

que por adelantado hice.

Alega

que soy difícil de aprender,

que soy olvidadiza, vaga, lenta,

y, apenado, explica

todo el esfuerzo que hice alzando

el recipiente en  que  se guarda el agua

de lavar las manos,

la demora

en llegar a él así, de un modo

como si no quisiera.

  Con esos modos, dice,

“no te puedo cobrar,

no aprendes, te condenas

a ser decapitada”.

                                  Georgina Herrera.

                                   Febrero 23/21.

No he podido hacer otra cosa que darle sentido a estos correos, como hojas caídas, como hojas amarillas y valiosas. La recuerdo ahora que escribo esto, viniendo en su P 11 de Alamar a presenciar el recital que El Palenque dio en la Casa de las Américas hace pocos años, y no estaba allí por curiosidad o por funciones de algo o alguien, estaba allí apoyándonos con su corazón de madre y hermana. Sepan entonces todos, con énfasis en esos escritores que rebajan su condición de poeta porque no fue una persona de estudios académicos y tuvo un origen muy humilde, que su poesía perdurará, porque es poesía de la buena, poesía con mayúsculas, sin atajos y sin lemas que la identifiquen no más como feminista o vinculada a asuntos de la racialidad. Es aún y sobre todo, y después… poesía.

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