Creado en: abril 9, 2021 a las 07:08 am.

El General: las expediciones y la tenacidad

Estatua del General Calixto García emplazada en la actualidad en la capitalina 5ta Avenida./Foto tomada de Habana Radio

Los destrozos que le causó el mar a la estatua de Calixto García, situada en el malecón de La Habana y que obligó en el siglo XXI su traslado a una avenida de la capital, alejada del Caribe, es como la culminación de la singular relación del General con el mar.

Casi todas las navegaciones que realizó estuvieron vinculadas a acontecimientos nefastos. La primera vez que entra en contacto con un buque, luego de ostentar los grados de general, es en septiembre de 1874, cuando se intentó suicidar disparándose con su revólver debajo de la barbilla para no caer prisionero. Gravemente herido lo trasladan de Manzanillo, el puerto más cercano al lugar donde se desarrolló el desgraciado encuentro, a Santiago de Cuba en un buque, “El Venadito”.

Desde esa ciudad, luego de ser atendido en un hospital, lo envían a La Habana en un barco. Otro buque lo transportó a Santander desde la capital cubana. Nada más llegar a esa ciudad del Cantábrico fue remitido en el buque “León” a Santoña, puerto español. Guardará prisión en diferentes cárceles hasta el fin de la guerra en 1878 que es puesto en libertad por los acuerdos del Pacto del Zanjón.

Se traslada a Francia y desde el puerto del Havre a Inglaterra en el buque “Alice”. Posteriormente a Estados Unidos en otra embarcación donde los emigrados que han creado un comité revolucionario para continuar la lucha por la independencia, le entregan la dirección de este.

En estos primeros viajes en buque del general estamos ante un hombre, primero gravemente herido, prisionero, que los barcos  lo transportan hacia un futuro incierto, quizás hacia la ejecución. Perdonada la vida avanza por el Atlántico hacia las prisiones españolas. Libre, en su viaje marítimo a Estados Unidos, vía Francia, Inglaterra, es el de un General derrotado.

Muy pronto entrará de nuevo en contacto con la navegación marítima. Máximo organizador de la conspiración para dar inicio a la nueva contienda independentista, los acontecimientos se precipitan cuando el 24 de agosto de 1879 el general holguinero Belisario Grave de Peralta se alza y comienza la llamada Guerra Chiquita.   

Sin dinero para organizar una expedición, luego del envío de la primera bajo el mando del general Gregorio Benítez que llega a Cuba el 28 de septiembre de 1879, Calixto ve pasar los meses impotente. Mientras sus compañeros mueren en combate, él permanece en el exilio. Por fin logra reunir dinero suficiente para embarcarse en el “Hattie Haskel”, una goleta de velas de diez y ocho toneladas. Zarpa de Jersey City, el 26 de marzo de 1880, con veinticinco compañeros. Para burlar la vigilancia de las autoridades de Estados Unidos se traslada a la goleta en un remolcador.

El 1º de abril de 1880 llegan a la costa sur de Oriente. Lanzan un bote con cinco expedicionarios y algunas armas y parque. Deciden cambiar el lugar del desembarco y tratan de subir a bordo el bote, pero se rompe el cable dejándolo al pairo. En esos momentos descubren la luz de un barco que parecía ser uno de los cañoneros españoles de patrulla por aquel litoral. Imposible rescatar el bote y se alejan hacia Jamaica donde desembarcan. Ocultan el cargamento de armas y parque, pero las autoridades confiscan la goleta. Mientras el bote que ha quedado al pairo logra llegar a tierra y los cinco expedicionarios se unen a las fuerzas mambisas.

En Jamaica Calixto con un grupo de expedicionarios tratan de llegar a Cuba en un bote. Se rompe el mastil, regresan a Jamaica, reparan la embarcación y desembarcan diez y nueve hombres en Cuba el 7 de mayo de 1880. La guerra práticamente llegaba a su fin. Calixto depone las armas acompañado tan solo de cinco mambises.

De nuevo derrotado y prisionero es trasladado a La Habana en un buque. Allí le dan por prisión el buque San Francisco de Borja. El 15 de agosto en el primer barco correo que salió hacía  España, el “Méndez Núñez”, embarcaron a Calixto en compañía del brigadier Modesto Fonseca, Juan Soto, Juan Espinosa y Juan Moncada. Como escolta iba el coronel graduado que desempeñaba las funciones de teniente coronel de Estado Mayor de Plaza Manuel de Jesús Tejera y Penson.  

En la goleta “Concordia”, lo trasladan a Alicante. Lo dejan en libertad sin permiso para abandonar la península. Se establece en España con su familia. Parece que el camino revolucionario del veterano mambí ha terminado. Sus hijos se insertan en la vida profesional de la península. Pero todos se equivocan en sus apreciaciones. Apenas estalla la guerra de 1895 Calixto se traslada a Francia y de allí en un buque a Estados Unidos. No debió ser grata la travesía. Abandona la familia en España, no sabe si logrará llegar a los campos cubanos.

Parece que la suerte lo acampañará. La emigración revolucionaria le brinda todo su apoyo. Ya el el 25 de enero de 1896 zarpa de New York en un remolcador, aborda el buque “J.H. Hawkins” de ciento ochenta toneladas. Por fin está ante la anhelada expedición. Lo acompañan ciento siete expedicionarios con 1200 fusiles, dos cañones y abundante parque y otros equipos militares. Para Calixto debió de ser irreal el poder contar con esa cantidad de armas  y además entre los tripulantes se encuentran varios veteranos del 68. Debieron ser momentos de profunda alegría para este hombre que iba a los combates con más decisión que armas y proyectiles. Tal parecía que aquella desastroza relación con el océano terminaba en aquel frío invierno.

El 26 de enero el buque comenzó hacer agua. Era una vieja construcción naval con pocas posibilidades de enfrentar las olas atlánticas. Se tomó una decisión desesperada para alijerar la embarcación: se arrojó al mar el armamento. Qué desespero para el general mambí que había visto morir a sus hombres en carga desesperada, con sus cartucheras vacías para arrebatar al enemigo un fusil y algunos proyectiles.

El 27 abandonan la embarcación que se hunde con toda la esperanza de los mambises. Las goletas “Hellen M. Benedict”, “Alice Crosby” y “Leander Beebe” recogen a expedicionarios y tripulantes. De los primeros, cinco desaparecen en el mar para siempre, de los segundos igual cifra corren la misma suerte.

¿No sería mejor que se quedara en el exilio promoviendo expediciones? Tal parecía que en el mar lo acompañaba siempre la mala suerte. Para sorpresa de muchos el 24 de febrero de 1896 zarpa de New York al frente de otra expedición en el buque “Bermudas”. Se han tomado todas las medidas para burlar la vigilancia estadounidense. Parte de los expedicionarios a bordo de un remolcador debían de ser transportados en alta mar al barco, pero este fue apresado  por las autoridades. Tuvieron que pagar 12 950 dolares, una cantidad exhorbitante para los recursos de la emigración revolucionaria. Por fin el buque y las armas fueron devueltas por las gestiones de la emigración revolucionaria.

Convertido en especie de rey Midas, el general mambí en todo los proyectos expedicionarios en que se involucraba no se convertían en oro sino en fracasos.

Nada detiene al veterano que se enfrasca en otro evento expedicionario. En esta ocasión utilizará de nuevo al “Bermuda”. El experimentado conductor de expediciones, el coronel Emilio Nuñez, se encarga de la organziación del nuevo intento de llegar a Cuba. El capitán del buque lo será John O´Brien “Dinamita”, que se haría famoso por traer expediciones a la guerra. El costo de la empresa fue de más de 36000 dolares sin contar el precio del buque. Se trasladaron setenta y ocho expedicionarios, entre ellos el general de brigada Avelino Rosas, colombiano, el teniente coronel Juan Pablo Cebreco y otros veteranos del “68”.  También jovenes como Carlos García Velez hijo de Calixto. Venían varios internacionalistas chilenos y puertoriqueños. En las bodegas del buque se encontraban 1250 carabins y fusiles más de 600 000 proyectiles y un cañón con 200 proyectiles. Además de diversas vituallas como medicinas.

Los expedicionarios salieron de Filadelfia el 15 de marzo de 1896 en ferrocarril hasta cerca de Atlantic City. Entre el 15 y el 16 embarcan en un remolcador. Mientras el “Bermuda” zarpa de New Yok el 18, ese mismo día los futuros mambises lo abordan en altamar. Ponen proa a Cuba y el 24 de marzo en Maraví, Baracoa, desembarcan.

La expedición aporta una cantidad considerable de armas, hombres pero sobre todo uno de los líderes militares de mayor experiencia y conocimiento militar con que contó la insurrección. Conocía la vida guerrillera, las tácticas que le permitió al ejército libertador sobrevivir diez años de guerra. Había leído una gran cantidad de literatura e historia militar lo que le daba un conocimiento teróico del arte bélico como pocos de los mambises cubanos. A ello unía una tenacidad que se puso a prueba en sus numerosos fracasados en los intentos de llegar a las playas cubanas, tanto en la Guerra Chiquita como en la de 1895. Parecía que ni naufragios, ni la muerte lo amilanaban, a este general de tres guerras, celoso guardian de la independencia.

En 1898 emprendió su último viaje marítimo. Dejaba un país ocupado por una potencia extranjera y marchaba a la capital del imperio estadounidense a reclamar la independencia de su pequeño archipiélago antillano. Era su última expedición por la independencia no llevaba ahora armas y machetes sino la convicción de la firmeza de sus ideas y la de todos los cubanos.

Bibliografía

Juan José Casasús,: Calixto García, El Estratega, Oficina del Historiador de la ciudad, La Habana, 1962.

Colectivo de autores Diccionario enciclopédico de historia militar de Cuba. Primera parte 1510– 1898, Tomo 3, Expediciones navales, Editorial Verde Olivo, La Habana, 2006.

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