Creado en: junio 3, 2021 a las 07:39 am.

«En el Museo de Arte Colonial de Sancti Spíritus he sido muy feliz»

El Museo de Arte Colonial de la Ciudad de Sancti Spíritus ha sido la otra casa de Martha Cuéllar Santiesteban. A sus puertas tocó, en 1985, en busca de trabajo. Quienes laboraban en ese entonces, transformaron a aquella joven- graduada de Lengua Literatura Rusa- en una persona amante del patrimonio, de la historia que cuenta cada uno de los objetos que atesora el Palacio Valle Iznaga, majestuosa edificación enclavada en el centro histórico de la Cuarta Villa de Cuba, ex propiedad de dos acaudaladas y aristocráticas familias.

Esta mujer, que hace unos días fue acreedora del Reconocimiento Especial Mejor Museóloga, otorgado por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, relató a la prensa local que había puesto sus pies, muchas veces en el referido centro cultural, que dirige desde 1997, siendo una niña integrante de círculos de interés que promovían el arte decorativo.

“Recuerdo que el Monje nos hacía sus historias en los recorridos. Eso me fue motivando y despertando el interés por el tema. Mi hermana, entonces, fue quien me sugirió buscar trabajo aquí”, cuenta esta apasionada de la labor que realiza.

“Me gusta lo que hago, lo disfruto. Realmente cuando una ejerce un trabajo que le gusta, creo que es el mejor mérito. Nada mejor que ser feliz en el lugar que una está”.

¿Qué recuerdos te llegan ahora de esos primeros años en el museo?

Yo, por supuesto, no sabía qué era una porcelana, ni un cristal. No sabía diferenciar un estilo de mueble, desconocía todo eso. La directora Elizabeth Melgarejo me indicó estudiar.

Comencé a investigar, y cada vez que leía algo y me lo aprendía iba y se lo comunicaba. Ella me completaba la información que a mí me faltaba, de lo que había estudiado. Un día le pregunté que por qué me hacía leer una enciclopedia, si ella me podía explicar. Me respondió que tenía que aprender por sí sola.  

Son tantas las personas que me han ayudado a desarrollarme en este museo, a lo largo de estos años. Ha sido un reconocimiento contar con ellas. Es cierto que he dedicado toda mi vida a este lugar. Aquí tuve a mis hijas, ya tengo nietos y soy feliz aquí.

Marta Cuéllar Santiesteban ha recibido no pocas propuestas de trabajo, pero ella no cambia la casa de las cien puertas, aun cuando se torna visible el deterioro de la institución.

“Hoy el museo está en una situación triste, no puedo dejar de decirlo. Sé que el país atraviesa una difícil situación económica, pero el patrimonio es identidad y es la cultura que defendemos. Por lo menos me toca defenderlo. Ya hemos tomado medidas con la colección, pero sí el inmueble grita ya una recuperación”.

“No me han faltado las propuestas. Pero con dignidad he dicho que no. Me ha llevado años y noches de desvelo aprender todo lo que he aprendido. No hay cosa más triste que hacer un recorrido y que te pregunten y te quedes callada o no sepas decir, o que te contradigan y no sepas refutar eso. Por eso me he exigido a mí misma que tengo que estudiar”.

“Cada vez que estudio algo, me motivo más. No quiero dejar esto que aprendí, y mucho menos lo que aprendo cada día. En otro lugar, quizá, no tendrían utilidad esos saberes, porque esto es muy específico. Son las artes decorativas”.

¿Cuáles han sido las claves para llevar las riendas del museo por tantos años?

No creo que yo haya sido una dama de hierro. Sin el colectivo de trabajadores que tengo en esta institución no hubiera logrado nada. En primer lugar, porque aquí cada persona hace lo que tiene que hacer. Cuando no lo puede hacer lo colegia, y pide ayuda. Yo soy la primera que pide ayuda. Me ayudan y ayudo.

Los que están, los que ya no están, y el que viene, se adapta muy fácil a nuestra colectividad porque eso es lo que pretendo. El museo es de todos, no es mío.

Aunque aquí todo el mundo dice: mi museo. Todos se adjudican el museo y eso es lo bueno que tiene, que la dirección no ha sido mía. Yo puedo faltar y el museo sigue trabajando. Se me puede olvidar una actividad, una programación y me maravilla como todo funciona, y bien. Esa es la mayor satisfacción que como directora puedo tener.

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Marta Cuéllar Santiesteban, una de los tres profesionales que en el país recibió, en este 2021, el Reconocimiento Especial Mejor Museólogo, otorgado por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, ya está a punto de arribar a sus 60 años de vida, mas, aspira a seguir como guardiana de la identidad que se resguarda detrás de las cien puertas que tiene el Museo de Arte Colonial de la Ciudad de los Murales.

“Mientras tenga un razonamiento lógico, y las condiciones de salud me lo permitan quisiera estar. Este es mi lugar preferido. Mi casa es importante, porque está mi familia; pero mi familia también es de este museo. Mis hijas aprendieron de exposiciones, de museología, de museografía”.

“Mi esposo, aun sin tener conocimiento técnico alguno, apoya en todo lo que le hace falta al museo. Ya mis padres no están, pero siempre me ayudaron; y mis hermanos son incondicionales con mis decisiones relacionadas con el museo”.

“Mis amigas vienen a tomarse un té al museo. Como ves todo el mundo me ve unida al museo. Esta es mi casa, las de mi familia, la de mis amistades, la del niño que en la escuela le indican una tarea y viene corriendo y me dice: mira es acerca de tu museo”.

“Ojalá pudiera estar por mucho tiempo, y si no es así, el día que me vaya, me voy muy feliz con lo que he aprendido y he vivido aquí”.