Creado en: marzo 31, 2021 a las 07:52 am.

Esa herramienta emancipadora

 Por Amador Hernández Hernández 

Los intentos por auspiciar en La Habana una Feria del Libro se remontan a la época republicana, cuando en el mes de mayo del año 1937 se organizó el primer evento de este tipo; suceso promocional efectuado en los terrenos de la explanada de La Punta, Malecón y el Paseo del Prado. Los principales gestores de aquella idea fueron Emilio Roig de Leuchsenring y José Luciano Franco, quienes, con grandes esfuerzos, lograron una representación de las principales librerías y editoriales habaneras de la época. Aquel acontecimiento, respaldado oficialmente por el Gobierno, fue inaugurado por el entonces alcalde de la ciudad, Antonio Beruff Mendieta, y clausurado por el director de Cultura del Ministerio de Educación, doctor José María Chacón y Calvo. A pesar de su nobleza, el proyecto no encontró mucha resonancia en los medios de comunicación de la época, lo que dio al traste con la afluencia de público esperada. Era la época de someter, no de leer.

El libro era privilegio solo para los nacidos en cuna con recursos financieros; por otra parte, se enseñoreaba por todo el país el mal del analfabetismo; por tanto, ni soñar con descubrir en las páginas de las obras literarias esa luz, secularmente escamoteada a los pobres. Con el triunfo revolucionario y el descabezamiento de ese mal social –la incultura crónica–, unido a la creación de la Imprenta Nacional, el 31 de marzo de 1959, ahora bajo la dirección sabia de Alejo Carpentier, el libro exploró, al fin, los más recónditos sitios de la geografía nacional.

A la distancia de 62 años, el Instituto Cubano del Libro ha convocado a festejar y evaluar todo lo que se ha hecho y lo que aún queda en el tintero en materia de publicación y promoción del libro cubano.

El camino, que inició la tirada masiva de un millón de ejemplares de El Quijote, se puede apreciar hoy, con legítimo orgullo, multiplicado en títulos y autores, que realzan las colecciones de las casas editoras cubanas, porque en Cuba leer es una fiesta para la inteligencia y un derecho irrevocable de la población toda, en especial de los niños y los jóvenes.

(Tomado de Granma)

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