Creado en: septiembre 11, 2021 a las 08:13 am.

Eusebio Leal: La existencia infinita de la memoria(Podcast)

La oralidad fue un instrumento muy bien empleado por Leal, quien asentó en el imaginario colectivo el valor del patrimonio. /Foto: Liesther Amador

… la aparición de la virgen de la Caridad del Cobre. Ella fue la profecía para Cuba de lo que sería nuestra identidad. Apareció en el mar, en medio del ciclón, mestiza, sobre una barca con tres pescadores, todos con el mismo nombre: Juan.

Juana fue el nombre que Cristóbal Colón escogió para dar a Cuba, en honor del príncipe don Juan, hijo y heredero de los reyes católicos, príncipe de vida efímera. En definitiva, prevalecería el nombre de Cuba. Juan indio, Juan negro, Juan español…en esa barca navegamos en la tempestad: o nos salvamos todos o ninguno…

Eusebio Leal, 26 de noviembre de 2009 en el Convento San Juan de Letrán.

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El mar Caribe ocupa más de 2 millones de kilómetros cuadrados. La tierra en él se distribuye en 13 países-isla que la colonización diferenció en hispano, franco y angloparlantes, sobreviviendo alguna que otra lengua propia como el creol. 

 «La maldita circunstancia del agua por todas partes» no atormentó solamente al escritor Virgilio Piñera. Cuba se localiza a los 210 30´ latitud norte y los 800 00´ longitud oeste. Para Eusebio Leal Spengler las naciones insulares están protegidas por el mar. Corrientes oceánicas albergan lo que nos une y separa a los habitantes de esta geografía común.

En las costas caribeñas, el mar arranca pedazos de tierra, secuestra objetos de mucho o ningún valor, dispersa fluidos corporales, que bien pudieran desembocar en otras costas, donde las olas causan los mismos estragos. En ese intercambio involuntario nos define una existencia individual llamada nacionalidad, pero nos marca la pertenencia a un continente. Lo que somos nos embate como el mar a la Virgen en plena tormenta. La barca de Leal fue el patrimonio con la que navegó una Isla y la América.

La manera de conectarnos como región fue una de las grandes obsesiones de Eusebio Leal. El historiador tenía claro que los vínculos físicos debían complementarse con los espirituales. Latinoamérica es el resultado de una transculturación que conecta a la virgen cubana con otras vírgenes. La comunicación solidifica esa reciprocidad. Esta ciencia social relaciona la estructura arquitectónica de una ciudad y el imaginario que la significa. La memoria histórica se hereda a través de diferentes canales, emisores y receptores. Sin ella la leyenda de la Caridad del Cobre no hubiera llegado nunca a Eusebio Leal, ni tampoco a su libro Hijo de mi tiempo.

 «Para Eusebio Leal los medios permitían establecer una comunicación universal que alcanzaba los oídos de todos, llevaba a las casas las imágenes y permitía cumplir el rol educativo que tanto favorece la relación de las personas con los bienes patrimoniales»

Así lo compartió Magda Resik, vicepresidenta de la UNEAC. Mantuvimos esta conversación días antes de un 14 de marzo, entonces se preparaba un podcast sobre periodismo cultural en tiempos de pandemias y ciberealidades. Eusebio Leal habita La Habana en su quietud y efervescencia. Volvemos a pensarlo entonces desde su labor en la Oficina del Historiador de la Ciudad, en esa interacción constante entre sabidurías y especialidades.   

«La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana ha tenido a la comunicación del patrimonio como un asunto que garantiza su preservación. Comunicarlo es garantizar que las generaciones futuras conozcan el valor del patrimonio, logren entender su alcance en la construcción de la identidad cubana y, además, puedan defenderlo. El individuo es portador de valores patrimoniales, comienza en las tradiciones propias de la oralidad hasta aquellas que se materializan en trabajos manuales, experiencias culinarias y todo el acervo. Cuando se borra nuestra memoria se están eliminando todos aquellos elementos que nos permiten identificarnos como país, como seres humanos».

El interés de Leal por la comunicación es también una herencia de su predecesor. Emilio Roig de Leuchsenring inició una cruzada a favor de la preservación del patrimonio de la identidad Patria.

«Emilio Roig empleó todos aquellos medios y expresiones posibles para transmitir la voz de defensa del patrimonio. Desde entonces hasta nuestros días la Oficina del Historiador ha empleado el audiovisual, la radio digital, el lenguaje hipermedia, las transmisiones satelitales de la señal de radio y el insondable universo de Internet, que ahora se une a soportes más tradicionales como periódicos, revistas y libros. En este sistema de comunicación las bibliotecas forman parte del entramado de medios al servicio de la comunicación del patrimonio, porque los archivos son esa fuente inagotable que permite comunicar valores. Tanto Leal como Roig emplearon los medios de su tiempo».

La Oficina del Historiador de la Ciudad, bajo la guía de Eusebio Leal, logró estructurar un sistema de comunicación que se propuso sensibilizar y promover el patrimonio. Se desarrollaron grupos de investigación que permitieron imbricar el conocimiento práctico y académico.

«La oralidad fue un instrumento muy bien empleado por Leal, se asentó en el imaginario colectivo todo el gran valor que tiene el patrimonio de nuestro país. Ponderó con sus actos el empleo de la palabra viva que es otro medio y otra forma muy importante de comunicar los valores patrimoniales. Comunicar el patrimonio es la única garantía de su preservación, porque de lo contrario ni los decisores gubernamentales, ni los hacedores de la restauración, ni los pobladores de un barrio, portadores ellos mismos del patrimonio intangible, comprenderían su responsabilidad. Eso no es posible si no se apropian conscientemente de los valores que deben perpetuar. El sentido de pertenencia nace del reconocimiento de los valores que portamos y aquellos que hemos preservado hasta nuestros días. El periodismo cultural cubano tiene allí un espacio inmenso a explorar, que es la defensa de los valores patrimoniales y la memoria histórica».

La construcción colectiva del patrimonio es también un diálogo directo con la ciudadanía y los valores que esta porta.

«Todo aquello que atesoran las familias cubanas se incorpora a esa otra gran dimensión del patrimonio que tiene que ver con la arquitectura de la ciudad, el urbanismo, los valores más tangibles. Eusebio Leal fue un gran defensor de ese instrumento necesario: la comunicación. Sin esta creía imposible imaginar su proyecto de restauración del centro histórico de La Habana. También pensó para la red de Oficinas del Historiador y del Conservador de la República de Cuba un escenario comunicativo que facilitara el intercambio de experiencias publicitarias y la proyección de cara al futuro».

La comunicación no solo permite repensarnos nuestro escenario actual. A veces nos acerca a seres como Eusebio Leal. Este 11 de septiembre cumpliría 79 años. Entonces vuelve en algún plano de la televisión, con la guayabera ancha o el traje negro, en el Capitolio, frente a la Bahía de La Habana o en alguna plaza. Se sintonizará su voz en las emisoras o podcasts, se escribirá sobre él, volverán a circular sus fotos. Y nos parece que recorre nuevamente las calles y de verdad lo hace, atrapado en esa existencia infinita que es la memoria. Me quedo entonces con su locura declarada en la presentación del libroRegulaciones urbanísticas de La Habana Vieja,en 2009:

«Lo importante es que todo el mundo vea la dramática realidad, pero estén concordes con la manera de transformarla, ese es el tema principal. Algunos tendrán que estar dispuestos a abandonar la cordura y asumir la locura como un estado transitorio. Hace falta estar loco para enfrentar obras de esta naturaleza (…) Si logramos superar las inequidades que todavía perturban a la sociedad, entonces nuestra Patria tendrá la dignidad a la que aspiramos».

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