Creado en: abril 29, 2023 a las 11:18 am.

Gómez Cairo, el patrimonio musical, la humanidad y la modestia

Jesús Gómez Cairo /Foto: Tomada del Twitter del Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez

Por Eduardo Torres-Cuevas

Con profundo dolor he recibido la noticia de la desaparición física de uno de los más auténticos, sencillos y sabios estudiosos de la música cubana. Y digo mal. Un hombre que sintió, sobre todo, la cultura cubana en toda su expresión y en todas sus interioridades porque nació en ella, vivió en ella y aún, después de su desaparición, su legado sigue siendo uno de los más importantes para entender la sensibilidad cubana, la sabiduría popular, el gusto estético y la universalidad de toda expresión legítima.

La obra de Gómez Cairo se entiende en la medida en que se conoce que ella está indisolublemente ligada a su propia experiencia personal. Tenía diez años cuando triunfa la Revolución Cubana. En 1962 ingresa, como parte de la primera promoción, en la Escuela Nacional de Arte, recién creada. Cursa estudios en uno de los más prestigiosos institutos de Leningrado, en la antigua Unión Soviética. A partir de 1970 es profesor de la ENA, en 1973 asesor del Consejo Nacional de Cultura y con posterioridad profesor de asignaturas como Análisis Musical y Teoría del Folklor en el isa y, desde 1997, director del Museo Nacional de la Música y vicepresidente del Instituto Cubano de la Música.

He hecho esta breve referencia porque la sabiduría de Gómez Cairo estuvo en su afán permanente de conocer, investigar, de aclararse a sí mismo para después decir a los demás los elementos más profundos y determinantes de nuestra evolución, que hacía que en la música se expresara todo el sentir y el pensar de cada tiempo histórico de la cultura y la sociedad cubanas.

No olvido, no puedo olvidarlo, las interminables tertulias en que conversábamos sobre esta historia musical y sus autenticidades. Me sentí siempre un privilegiado cuando conversábamos y durante horas yo preguntaba, y él me deleitaba, me enriquecía con su saber que, confieso, era poco común.

Quizá el rasgo más notable de Gómez Cairo era su modestia. Quizá muchos hasta ignoraban su nombre, porque a él no le interesaba otra cosa que transmitir verdadero conocimiento con limpieza, pero sin espectacularidades. Quizá inmerso en el afán de conocer, de saber, de acumular y aclarar aspectos importantes de nuestra cultura, prefirió el trabajo silencioso y sistemático por recuperar el patrimonio musical cubano.

Esta obra inmensa, y por llegar a un conocimiento de la historia de nuestra música que solo el tiempo, las investigaciones, los descubrimientos a veces ocultos en una pequeña partitura, y la propia experiencia de vida, hizo que demorara, y con razón, la obra que resumiera una verdadera comprensión de la inmensa cultura musical cubana.

Hoy ya sabemos que esa obra nunca llegará. ¡Y cómo duele!

Hoy, que releo su libro sobre el patrimonio musical cubano, y que me pidió que hiciese su prólogo; hoy que sé que estaba enfrascado en un proyecto que tanto le sugerí sobre la evolución de la música cubana, sin sufijos ni prefijos, como solo él lo podía hacer, siento que lo mejor de Gómez Cairo nos lo arrebató la muerte y nos deja un vacío, una historia que pierde gran parte de su memoria. Para los jóvenes hoy es necesario descubrir a Gómez Cairo, el modesto estudioso, el sabio sin fachadas, el revolucionario en la vida y en la obra, porque él fue parte de todos los procesos transformadores de los últimos 64 años.

Adiós amigo. Hasta siempre. Como tú siempre decías: «Por Cuba y para Cuba».

(Tomado de Granma)

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