Creado en: marzo 4, 2023 a las 12:11 pm.

Juan Gualberto tiene mucho que hacer todavía

El comienzo y final de la jornada por el Día de la Prensa trazan un arco de hondo simbolismo y extraordinaria altura. La elección del 14 de marzo, fecha de la fundación en 1893 del periódico Patria, por José Martí, para celebrar la misión y la entrega del periodismo cubano –el que nos viene por estirpe, el que necesitamos hoy– se enlaza con la evocación de quien el Apóstol tuvo como hermano: Juan Gualberto Gómez.

En vísperas de la conmemoración de los 90 años de la muerte de Juan Gualberto, el 5 de marzo de 1933, este sábado la Unión de Periodistas de Cuba, en alianza con la Uneac y la Comisión José Antonio Aponte, auspiciará un coloquio encaminado a poner en actualidad su legado.

Acontecerá en el Museo Municipal de Unión de Reyes, que honra al notable patriota y periodista, nacido el 12 de julio de 1854, en los predios cañeros de Vellocino, en las márgenes de Sabanilla del Encomendador, poblado cercano también justamente rebautizado en 1934 con el nombre de Juan Gualberto Gómez.

La confianza depositada por Martí en el hombre de piel negra, hijo de esclavos que compraron la libertad del vástago antes de su venida al mundo, habla de la fibra revolucionaria y el carácter insumiso del amigo, expresado en una obra periodística de la que hay aún mucho que explorar y aprender.

Cuando el 26 de febrero de 1953 –a dos jornadas de recordar el grito libertario del 95–, Nicolás Guillén publicó en el semanario La Última Hora un artículo sobre el prócer, vinculó con toda intención la comunidad política e ideológica del héroe de Dos Ríos y el portador de la orden de alzamiento para emprender la Guerra Necesaria: Martí y Juan Gualberto. Allí escribió: «Martí y Juan Gualberto mucho tienen que hacer en Cuba todavía». Y como para no dejar resquicio a una tibia interpretación de sus palabras, apostilló: «Ellos no viven ya, pero vivimos nosotros».

Obviamente el poeta respiraba la atmósfera insoportable de una dictadura que aquel año quiso desnaturalizar a Martí en el año de su centenario. De ahí que Guillén afirmara: «Después de Martí, no hay, en el periodo que precede al estallido de la segunda guerra de independen
cia, figura alguna con la sagacidad, el coraje, la fuerza interior, la amplia mirada
política de Juan Gualberto Gómez», con lo que realza un posicionamiento unitario ante el impostergable relanzamiento de la lucha anticolonial. Y de la lucha antidictatorial y por la definitiva emancipación, que tendría un extraordinario impulso ese mismo año, con la gesta del Moncada, liderada por Fidel.

El «vivimos nosotros» suscrito por Guillén vale ahora. En Juan Gualberto se observa una línea de acción consecuente, sustanciada en cada una de sus empresas editoriales y artículos, que trasciende los tropezones y limitaciones del contexto en el que actuó –sobre todo luego del advenimiento de la república neocolonial– y la que los que «vivimos» debemos beber para ensanchar los cauces intelectuales de las batallas actuales.

Su enfrentamiento a la imposición de la Enmienda Platt en los primeros compases de la república mutilada figura para siempre en la agenda que nutre la soberanía patria, esa que el eje anticubano Washington-Miami no deja de atacar. En Cuba, dueña de su destino, nunca dejó de pensar; en su morada habanera, cada 24 de febrero, solía izar la enseña nacional, ya en los últimos días, para desafiar el régimen machadista.

La pertinaz e ininterrumpida promoción de una cultura antirracista a favor de la integración de lo que Guillén llamó color cubano, puebla la obra periodística de Juan Gualberto, desde los días de La Fraternidad. De esa obra hay que cribar lo medular de lo contingente; en todo caso orientarnos bajo la brújula que Fernando Martínez Heredia definió: «Es imprescindible comprender profunda y seriamente lo esencial, las características y las funciones de la identidad y la cultura nacionales, y las potencialidades, insuficiencias y problemas asociados a ellas; vivirlas, pero también debatirlas, para poder utilizarlas». Nos quedará un Juan Gualberto ígneo y estimulante; un periodista, un patriota, un ser humano muy cercano.

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