Creado en: septiembre 5, 2022 a las 08:00 am.

La belleza sin Berro de Artemisa

Maday Acosta Posada  necesita que su jornada tenga más de 24 horas. No le alcanzan las de un día común y cuando uno llega a verla, percibe en su manera de mirarlo todo, en el tono con el que reparte tareas a los muchachos que la acompañan en la labor, que el tiempo que nos dedica es invaluable para esta mujer que trabaja con la arcilla, con el barro, con la belleza.

Llego a la sede de Barro sin Berro en busca de un negocio familiar. En busca de una empresa en la que sus integrantes se gana la vida con la cerámica utilitaria. Encuentro, sin embargo, a un colectivo feliz. Encuentro a un grupo de inconformes que se propone modelar, más que tazas  o vasijas de arcilla, la alegría de quienes adquieran sus productos.

― ¿Qué es Barro sin Berro?

―Es una familia. Una familia cubana como otra cualquiera, con sus diferencias y sus semejanzas. Pero una familia en la que se funde el amor por lo que hacemos. Trabajamos con lo positivo de cada uno y el producto que obtenemos vale la pena. Imagínate que todas las  primas que utilizamos son cubanas, de distintos yacimientos a lo largo del país. Por ejemplo, la arcilla es de Pinar del Río, el caolín es de la Isla de la Juventud y el feldespato de Holguín. Pero el resultado final es una obra ariguanabense, una obra con nuestro sello y eso es lo que importa. Lo que recibe el pueblo.

―Se trata de un proceso muy artesanal, que requiere mucho trabajo y constancia. ¿Cómo surge esta idea y por qué ese nombre tan singular?

Comenzamos en el año 2003 y en el 2008 entramos a la primera Feria Internacional de la Habana. Barro si Berro porque el barro es el componente principal de la cerámica que trabajamos. Se suele hablar más de barro que de arcilla aunque es lo mismo. Y Sin berro porque mi padre es humorista y la alegría y el humor forman parte esencial en nuestra rutina diaria.

Hemos participado en las Bienales Internacionales del Humor y en las Humorangas Ariguanabenses. Esa mezcla del barro con el humorismo implica la manera en la que trabaja nuestro colectivo siempre alegre, siempre jocoso.

Mi padre trabajó en El Cartón, con Ángel Boligán y otros artistas. Desde esa fecha llevó el humor a los platos de cerámica. Se hicieron varios trabajos en los cuales yo también participé. Ese vínculo quedó en la entrega de premios a los jóvenes y en los distintos salones que tienen lugar en el Museo del Humor, donde estimulamos la creación con un humilde detalle de nuestro colectivo. 

Hoy tenemos la suerte de estar en todas las ferias Arte para Mamá, Arte en la Rampa, Feria Iberoarte. También estamos en el sistema de tiendas del Fondo Cubano de Bienes Culturales.

― ¿Se consideran un negocio o un proyecto sociocultural?

Barro sin Berro camina desde dos aristas. La parte comercial que es la que tiene que ver con nuestra presencia en las ferias y demás, donde estos productos utilitarios se producen en serie. En el caso del componente artístico soy vicepresidenta provincial de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas. Trabajamos en todos los salones de la ACAA con piezas únicas, participamos en los salones del humor, hacemos donaciones, actividades en la Casa de Cultura y en la emisora Radio Ariguanabo. Colaboramos  en distintos eventos con la Dirección Provincial de Cultura, la Uneac, la Asociación Hermanos Saiz.   Elaboramos piezas específicas como trofeos y entregamos esas piezas donde nos convoquen.

―Siempre se las agencian para estar presentes en la vida cultural artemiseña.  ¿Cómo les alcanza el tiempo?

―Nos gusta colaborar. Cuando hay alguna actividad específica nos la ingeniamos para crear algo distintivo para ese evento y nos integramos mucho a la comunidad de San Antonio de los Baños. Nos gusta ese vínculo, apoyar, estar ahí.  En una ocasión nos visitó La Colmenita y les preparamos un gallo que es nuestra obra insigne, es un modelo que nos identifica y lo tenemos en tres formatos. En ese caso se preparó con abejitas y fue muy emotivo. En las bienales el gallo asume el año, el número del evento, también como homenaje a personalidades y eso nos permite tener un detalle. También entregamos premios como El bobo de Abela y el Loquito de Nuez.

―En el Festival Económico Productivo de Artemisa Barro sin Berro se alzó con el Gran Premio del Jurado. ¿Qué significó para ustedes ese premio entre tantas empresas con experiencia y otros proyectos novedosos de la provincia?

Cuando nos convocaron para esta actividad aceptamos y nos preparamos para asistir, pero sin saber la magnitud de ese evento. No nos esperábamos el premio. Fue uno de los momentos más mágicos de toda nuestra carrera. Presentamos un stand muy sencillo y fue muy emocionante ser premiados porque es un premio a la sencillez. Allí estaban nuestras piezas hechas a mano, con el valor agregado de haberse concebido con amor porque Barro sin Berro es un equipo y eso es lo que hace que se logren resultados. Todos ponemos nuestro granito. Todos ponemos magia y aportamos y eso se percibe. Cuando pasó el jurado del evento por el stand ni siquiera sabíamos que era el jurado porque pasó mucha gente por allí y le explicamos nuestra labor. El premio nos sorprendió y fue algo muy hermoso y emocionante.

―Uno de los elementos que distingue a Barro sin Berro es el trabajo con los niños…

A mí me encanta el trabajo con los niños y cuando mi niña mayor estuvo en el círculo infantil La flor de la amistad, se me ocurrió hacer algo con ellos. Fue increíble lo que logramos. La emoción de los niños de solo cuatro años de edad al trabajar con la pasta y darle forma a las figuras con la ayuda de las seños es algo que no se puede describir. Nos gustó tanto el proyecto que nos propusimos llevarlo poco a poco a distintos círculos infantiles del municipio. Hemos trabajado en los sitiales martianos de otros centros de educación. Para ello contamos también  con la colaboración de Fidel Muñoz, de la finca La Felicia que ayuda con las plantas ornamentales para la decoración de esas instituciones educativas.  

― ¿Se consideran un símbolo de San Antonio de los Baños?

No creo que seamos un símbolo, pero nos hemos ganado un espacio en el corazón de la gente.Eso es  indiscutible y nos hace muy felices. Tenemos las raíces muy profundas. Eso se da natural y disfrutamos apoyar y trabajar con la Casa de Cultura y las distintas instituciones del municipio. Nuestro mayor orgullo es haber formado un negocio familiar que a la gente le guste, que disfruten, que produzca bienestar y alegría en la gente. Haber empezado de cero con un horno pequeño hecho por mi papá, que fue el creador y es el cerebro de Barro sin Berro. Que el público se acerque, reconozca y celebre el producto que hacemos es algo maravilloso.

― ¿Qué significa para ustedes la familia?

La familia es la base de todo. Somos muy unidos y Barro sin Berro nos ha unido más aún. Nos compenetra. Nos ha formado y esa unión nos hace avanzar porque es una unión de amor entre nosotros y alrededor del arte.

― Ahora cuentan con una tienda en la Villa del Humor. ¿Cuál es el siguiente paso?

Creo que el perfeccionamiento es más importante que el crecimiento. Hay mucha demanda del producto y no somos capaces de cubrir la demanda actual en el país, pero lo que queremos es perfeccionar el trabajo. Sacar nuevos diseños, nuevas formas, mejorar los colores y que a las manos del cliente llegue la mejor calidad. Eso lleva trabajo, lleva estudio, horas de insomnio de todos los que integramos este proyecto.

―Hoy Barro sin Berro es un proyecto establecido. Ya no son aquel grupo del 2003. ¿Cómo se definen después de casi 20 años de trabajo?

Somos un proyecto cultural. La parte comercial es muy importante para sustentar la otra, pero la raíz de lo que somos es vocacional. Recuerda que solo el amor convierte en milagro el barro.

Maday Acosta Posada levanta la vista. Repasa que los trabajadores estén concentrados en su labor. Rectifica el asa de una de las tazas de café y me declara con orgullo: «Tenemos la particularidad de que trabajamos los moldes sin asa. Las asas se hacen aparte». Menciona varias veces en la conversación a su padre, Jorge Armando Acosta Álvarez. También habla de su hermano que se encarga de los temas mecánicos y eléctricos, de su esposo que atiende la economía y la informática. Ella disfruta  su tarea que es atender a los trabajadores y a los clientes.  Me despide en la puerta y antes de irme alcanzo a verla recorriendo los puestos, revisando el trabajo. Lo hace con una sonrisa, como una madre que enseña a sus pequeños. Lo hace sin berro y esa quizás es la fórmula del éxito de este negocio, si es que puede llamarse negocio hacer más bella la cotidianidad.

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